Por qué resiste (por ahora) la economía de Rusia pese a las sanciones internacionales

Por qué resiste (por ahora) la economía de Rusia pese a las sanciones internacionales

La previsión del FMI es que su PIB crezca un 2,6% en 2024 y un 1,1% en 2025 gracias al aumento del gasto militar y del consumo privado. Putin se vanagloria de tener el sistema que más crece en el continente, pero a largo plazo la perspectiva cambia. 

Vladimir Putin, en una imagen de archivo, durante una intevención en el foro anual de inversores "Russia Calling!".Ivan Sekretarev / AP

Rusia invadió Ucrania hace dos años y, de una forma contundente y unánime, poco esperada por el Kremlin, comenzaron a lloverle sanciones internacionales de los aliados de Kiev. Las escenas de los primeros días presagiaban malos tiempos para su economía: colas en los cajeros en busca de efectivo o cambios de divisa urgente, los valores de las principales empresas cayendo más de un 90%, confiscaciones de bienes de los oligarcas próximos a Vladimir Putin... 

Hoy, sin embargo, las cuentas rusas aguantan. ¿Sorpresa? Sí y no. Las sanciones, por contundentes y acumuladas que sean, tardan su tiempo en hacer efecto y los países que las aplican esperan hacerle la vida insostenible a Moscú en un plazo medio, más temprano que tarde, dicen, pero con 24 meses de contienda a las espaldas ya. A eso se suma que el régimen ruso ha sabido adaptarse a la adversidad mejor de lo que Occidente esperaba, buscando alternativas y vericuetos que demuestran que, hecha la ley, hecha la trampa. 

En sus últimas intervenciones públicas, Putin se vanagloria machaconamente de que su economía es hoy la que más rápido crece en el continente europeo. Lo cierto es que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha tenido que revisar al alza sus previsiones para la Federación: en su informe Actualización de perspectivas de la economía mundial de enero pasado mejora en 1,5 puntos sus previsiones para Rusia en este año, el mayor aumento de los que considera el organismo. La previsión es que su producto interior bruto (PIB) crezca un 2,6% en el 2024 y un 1,1% en el 2025, gracias al aumento del gasto militar y del consumo privado. El desempleo es inferior al 3%, según cifras oficiales, un mínimo histórico en la Rusia postsoviética.

"Es el reflejo del efecto de arrastre de un crecimiento más fuerte de lo esperado en 2023, generado por el aumento del gasto militar y el consumo privado, y el respaldo del crecimiento salarial en un mercado laboral tensionado", afirmó el FMI sobre el caso ruso. Ni Estados Unidos, que crecerá sólo un 2,1% este año, le hace sombra. Lejos de ceder bajo el peso de las sanciones, la economía rusa es, de hecho, un 1% más grande de lo que era en vísperas de la "operación militar especial", como llama el Kremlin a la guerra.

El economista español Martín Recio achaca esta resiliencia a dos motivos: "el estancamiento en el campo de batalla, donde Rusia no pierde y hasta está logrando algunos avances" y "la removilización de su economía hacia un esfuerzo militar". El problema es que la perpetuación de la guerra "desgasta" también, aunque no gane el adversario, y "poner los huevos en una misma cesta que no es productiva", como la armamentística, "supone beneficios sólo a corto plazo". "La gran pregunta es por cuánto tiempo puede sostenerse ese crecimiento", indica. 

Ciudadanos rusos hacen cola para retirar dólares estadounidenses y euros de un cajero automático en San Petersburgo, al día siguiente de la invasión de Ucrania, en 2022.Dmitri Lovetsky / AP

Defensa, petróleo y gas: los pilares

El Atlantic Council, un tanque de pensamiento con sede en EEUU, lleva un recuento de las sanciones internacionales impuestas en estos dos años a Rusia y sostiene que afectan ya a más de 15.000 entidades, desde el presidente Putin y su equipo a millonarios colaboradores, pasando por empresas y bancos. Pese a ello, "ha transformado su rutina en una economía de guerra movilizada y está gastando una cifra récord en la era postsoviética", señala Recio. La clave está en lo que dedica a seguridad y defensa, partidas que copan ya el 40% del presupuesto nacional, que es el 8% de la renta nacional. Cuando la URSS se moría y la Guerra Fría aún era una realidad, los porcentajes eran similares. 

Lo que ha hecho Putin es centralizar en esta industria y estos servicios la maquinaria, mientras que ha reducido otras partidas para compensar la financiación de la producción de tanques, sistemas de misiles y defensas en la ocupada Ucrania. "Lo que llega es que, poco a poco, esa concentración empieza a afectar a algunos servicios públicos -la educación y la sanidad, los primeros- o complica actuaciones en algo tan básico como la electricidad", con apagones en pleno invierno que, si no son generalizados, sí son sensibles. Faltan pollos, faltan huevos. Los que más pueden, están cambiando sus lugares de vacaciones o tienen los vuelos más caros, pero siguen teniendo la mayoría de las grandes marcas de lujo en las tiendas de Moscú. 

"Aunque Putin explica que están en la cresta de la ola, lo cierto es que esa economía de guerra está distorsionando el resto y absorbiendo recursos hacia la producción militar a un ritmo que, en no mucho tiempo, insostenible. Es una economía de usar y quemar, además: producir armas o vehículos de defensa que van a ser consumidos o dañados en Ucrania", indica el analista. "No es un camino de éxito", remata. 

"La economía de guerra está distorsionando el resto y absorbiendo recursos hacia la producción militar a un ritmo que, en no mucho tiempo, insostenible"

Rostec, la empresa estatal rusa de defensa, multiplicó casi por cinco la producción de vehículos blindados hasta noviembre, según dijo su presidente, Sergei Chemezov, el pasado diciembre, tras una reunión con Putin. La producción de municiones y aviones teledirigidos ha experimentado aumentos similares.

Luego está la energía. Rusia es una potencia brutal, es el segundo exportador mundial de petróleo, el quinto en gas, el segundo en carbón, el primero en el global de productos minerales. Por eso, desde febrero de 2022, los Gobiernos occidentales han intentado reducir sus ingresos por esa vía. Ha habido disensos serios y no se han dado todos los pasos posibles para evitar que el león herido se revuelva demasiado, pero se le han puesto cortafuegos importantes para dejar a esa industria sin financiación y sin tecnología esencial, limitando su capacidad de echar rublos en la locomotora de guerra.

Además, dice Recio, "las sanciones han restringido el acceso de la industria militar rusa a tecnología sofisticada y Rusia se ha visto obligada a pagar un sobreprecio por sustitutos de otros mercados", por lo que su empuje tiene un pero importante, un lastre. 

Vladimir Putin y Xi Jinping, conversando en septiembre de 2022 en un encuentro de la Shanghai Cooperation Organization, en Samarkanda.Sergei Bobylev / TASS Host Photo Agency Pool Photo via AP

No ha sido tampoco un golpe definitivo: el flujo de ingresos ha seguido llegando a las arcas estatales rusas. Los barcos petroleros se dirigen ahora a India y China -juntas representan el 90% de las exportaciones rusas de petróleo, según datos oficiales de Moscú- y la mayoría de los pagos se realizan en yuanes chinos, en lugar de dólares estadounidenses. Gran parte de Asia no se ha adherido a las sanciones, lo que proporciona a Rusia mercados listos para su petróleo, así como equipos de alta tecnología que antes compraba a Occidente. La influencia de Putin con estos aliados sigue siendo fuerte y se le responde. Hoy, la producción de petróleo de Rusia se mantiene en 9,5 millones de barriles por día, una cantidad que está apenas por debajo de los niveles de antes de la guerra.

Los vericuetos 

"Moscú ha sabido leer los huecos de las sanciones con inteligencia y rapidez. Tenía mucho mundo aún por el que moverse, su área de influencia es muy grande, y aún podía expandirse por ese terreno. Sólo ahora se empiezan a ver, con el acumulado de los meses, algunos pasos atrás de bancos chinos, que temen consecuencias por su cooperación con Rusia y que las sanciones les afecten de lleno", destaca a su vez Nathan Baumers, especialista belga en energía.  

Por ejemplo, los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) anunciaron que los buques y aseguradoras occidentales sólo podrían utilizarse cuando el petróleo cotizara a menos de 60 dólares el barril, así que Rusia desarrolló una nueva red de transportistas para sortear las restricciones y seguir vendiendo a India y China. A medida que los precios mundiales del crudo descendían hacia finales de 2023, también lo hacían los ingresos rusos, pero seguían siendo de 15.200 millones de dólares sólo en noviembre, el dato más actual disponible. A principios de febrero, el Ministerio de Finanzas ruso informó que los impuestos a los hidrocarburos en enero excedieron los niveles observados en enero de 2022, el mes previo a la invasión de Ucrania. 

El Atlantic Council calcula que Rusia mueve el 71% de sus exportaciones de petróleo a través de una creciente "flota fantasma", cuya propiedad y datos de registro están camuflados y que no tienen ni seguro, en un alto porcentaje de casos. Muchos "barcos en la sombra", tantos como 1.400, según informa la firma de analistas navieros Windward a la cadena norteamericana CNN. Es un dato de septiembre que puede quedarse corto, por la opacidad de la marina mercante.

También ha ayudado a la economía rusa la venta de diamantes, sólo vetados por la Unión Europea desde enero, tras mucho debate interno, especialmente con Bélgica, que tiene en Amberes la meca mundial de este mineral. Rusia es el primer exportador de diamantes en bruto del mundo y , en volumen, el 30% de estas piedras preciosas procede de sus minas. Es un ejemplo más de esos pasos, gota a gota, que se van dando para que Rusia no tenga clavos a los que agarrarse, como la orden de octubre del Departamento del Tesoro de EEUU de sancionar sancionó a empresas registradas en Turquía y Emiratos Árabes Unidos por transportar crudo ruso, vendido por encima del precio máximo. Son países con los que Washington guarda buena relación, pero los ha tocado, al final. 

La mayoría de los bancos rusos mantienen su acceso al SWIFT, un sistema de transferencias financieras que interconecta más de 11.000 entidades financieras de todo el mundo y que fue uno de los primeros golpes europeos contra Putin y su gente tras la invasión. Se excluyó a parte, no a todos los bancos, por lo que hay un buen grupo al que se le permite realizar transacciones y liquidar pagos transfronterizos. Se puede avanzar aún en esa desconexión, pero por ahora se mantenía en una fase blanda por los efectos encadenados que puede tener en la economía global, en un mundo interconectado en el que todo depende de todo. 

También se calcula que Rusia importó tecnología de combate y de doble uso por valor de más de 900 millones de dólares al mes en el primer semestre de 2023, de nuevo, a aliados y países que dependen de la ayuda rusa. Otra esquina de la que rebañar ante la que están alerta incluso en los aliados de Kiev, porque se han dado alertas de irregularidades incluso en terreno vetado, como en el Reino Unido. "Rusia está tratando de adquirir bienes sancionados por el Reino Unido a través de países intermediarios... utilizando cadenas de suministro complejas y rutas de suministro alternativas para adquirir productos sancionados", ha avisado su Agencia Nacional contra el Crimen.

El diario económico Financial Times reveló en enero que, al cerrarse el acceso a las herramientas de precisión procedentes de Occidente, Rusia multiplicó por diez las importaciones de máquinas-herramienta avanzadas conocidas como de control numérico por ordenador procedentes de China. Empresas taiwanesas y surcoreanas también han vendido este tipo de herramientas, que pueden utilizarse en la industria militar, según el FT. La clave está habitualmente en ocultar el destino último, real, de los productos o artículos.

En el caso de la persecución a millonarios que ayudan a Putin, se han hecho cosas pero que no han desmantelado esa red. España, sin ir más lejos, ha inmovilizado 65 fondos, 68 inmuebles, cinco barcos y cuatro aeronaves de oligarcas rusos, según datos del Departamento de Seguridad Nacional. Pero ni los convierte en pobres ni los pone contra el Kremlin. "El mensaje es claro: o apoyas a la patria, y la patria es Putin, o lo pierdes todo. Pueden estar resintiéndose por lo que hace Occidente, pero aún temen más lo que les pueda hacer el presidente", apunta Baumers. 

Hay además 300.000 millones de dólares del Banco Central ruso congelados. "¿Por qué no utilizarlos?", repite con insistencia el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski. Kiev ha pedido que ese dinero se desbloquee pero, claro, para devolverlo a Rusia, sino para invertirlo en la reconstrucción de su país. El Banco Mundial ha cifrado en unos 452.000 millones de euros el precio de dicha reconstrucción durante la próxima década. El G7 ha ordenado a sus analistas que evalúen la posibilidad de aplicar esta jugada. 

"Hay que ir con cuidado, se trata de un acto de delicado equilibrio. Si los activos rusos se confiscan de esta manera, ¿qué mensaje se envía a otras naciones, tal vez en el Golfo, Asia Central o África, sobre la seguridad de sus reservas en los bancos centrales occidentales?", indica Recio. 

Los peros

"Los buenos datos de la economía rusa tienen servidumbres que no se pueden sostener mucho tiempo", sostiene el especialista belga. "Rusia logra estos datos a costa de dependencias que le pasarán factura", remacha el español. Así que la fiesta tocará a su fin si la guerra sigue, las sanciones se multiplican y se asienta su efecto. 

"El actual enfoque en la producción militar ha desviado recursos de las industrias civiles de Rusia, haciendo más difícil confiar en ramas que típicamente forman la columna vertebral de las economías avanzadas para proporcionar crecimiento a largo plazo", indica Recio. Eso también ha llevado a agravar problemas ya existentes como la escasez de mano de obra y la inflación -al 7% y subiendo; el banco central ha subido su tipo de interés básico del 7,5% al 16% en sólo seis meses-. La economía se "recalienta". 

"Los buenos datos de la economía rusa tienen servidumbres que no se pueden sostener mucho tiempo"

Eso, respecto a la concentración de fuerzas en lo armamentístico. Luego están los ruegos y favores de los aliados, que se cobran antes o después. Sobre todo, en el caso de China. "Rusia depende de sus ingresos petroleros, de los favores de Pekín y de un gasto bélico no pruductivo. No es prometedor", estima Baumers. Con los chinos, Putin está amarrado en materia de tecnología y como cliente de su petróleo y gas. Si el presidente Xi Jinping entiende que estar cerca de Moscú puede "complicarle el acceso a mercados mucho mayores en Occidente, puede frenar". "A medida que la demanda de petróleo y gas alcance su punto máximo y la producción competidora del Golfo Arábigo entre en funcionamiento el próximo año, Rusia quedará expuesta", apunta, además.

En el caso de la tecnología, hay hasta un horizonte exacto para sus problemas: la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha pronosticado que las exportaciones rusas de petróleo y gas podrían caer entre un 40% y un 50% en los próximos siete años, al no sustituirse los equipos y obstaculizarse la inversión extranjera.

El miedo al reclutamiento y, también, la oposición a la guerra ha llevado además a una importante fuga de cerebros a estados satélite, a territorios ocupados o al este de Europa, por lo que entre las consecuencias de su andanada sobre Ucrania también está la pérdida de talento y mano de obra de alta cualificación. Puede perder a parte de una generación.

Por ahora, la asfixia sobre Rusia no es total y hay margen para avanzar con nuevas medidas y dejando actuar las ya aprobadas por Occidente. La idea que defienden en Europa o Norteamérica es que es cuestión de tiempo y una Rusia más débil puede ir a una mesa de negociaciones en peor posición, incluso si militarmente no le van mal las cosas. Al régimen de Putin, que el mes que viene se impondrá de nuevo cual rodillo en las elecciones, no lo hace caer, y tampoco eso quieren los aliados de Zelenski. Quieren que recule. En esas están, aunque Putin venda su victoria temporal. 

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.