12 consecuencias devastadoras para Grecia en caso de regreso al dracma
Aumentan las personas que creen que una vuelta al dracma no afectaría a su nivel de vida. Después del análisis financiero de un cambio de este tipo, los efectos serían violentos y dolorosos.
ECONOMÍA - En estos últimos tiempos, en Grecia se ha abierto camino un clima favorable para el retorno al dracma, hábilmente cultivado entre grupos diversos y variados. Se ha hecho evidente el impulso de una propaganda con vistas a influir en la opinión pública, un impulso orquestado por grupos especuladores, con intereses bien conocidos, que explotan el resentimiento de la población después de seis años de recesión y de la ausencia de un plan claro para salir de la crisis.
Este clima también se ha visto favorecido por el hecho de que una parte nada despreciable dentro de la cúpula de ambas partes de la coalición apoya abiertamente el regreso al dracma y rechaza cualquier tipo de reforma en la dirección opuesta.
A pesar de que la mayoría de las personas aún mantienen una opinión positiva en lo que refiere a la orientación europea del país y desean conservar el euro como moneda, entre los entrevistados ha incrementado el porcentaje de personas que declaran sentirse indiferentes ante una eventual transición hacia el dracma y que creen no modificaría su nivel de vida. Sin embargo, después del análisis del conjunto de datos financieros ligados a una evolución de esta índole, no se puede más que concluir que los efectos serían violentos y dolorosos.
En este caso, las consecuencias de un regreso al dracma serían:
- Una rápida devaluación del dracma con respecto a las otras divisas (el cambio podría sobrepasar los 1000 Δpx por 1€). Toda tentativa de acercar el dracma al euro y de fijar el índice de conversión está condenada al fracaso (como ocurrió en el caso de Argentina), como consecuencia de las enormes fugas de capital y de la disminución de las reservas de divisas.
- La devaluación acarreará un aumento de la inflación, a un nivel superior o igual al 40%, provocando así una disminución del poder adquisitivo de los ciudadanos griegos.
- La fuga de capitales y el fuerte aumento de los préstamos de riesgo dará el golpe de gracia a un sistema financiero griego debilitado, que podría terminar desmoronándose, dejando seca la economía real.
- En una situación como esta, la congelación de los salarios y de las pensiones será algo inevitable durante un cierto periodo, hasta que se produzca una restauración parcial de la liquidez. Las consecuencias de los posibles problemas sociales resultantes son imprevisibles.
- El PIB tendría que contraerse para alcanzar un volumen de dos tercios de la actividad actual.
- La deuda pública de Grecia, que alcanza los 322 mil millones de euros, aumentará automáticamente en función de la depreciación del dracma, multiplicando el importe de nuestros préstamos.
- Incluso si, después de la bancarrota, se produce una reestructuración parcial de la deuda, no será en absoluto indolora. Se verá acompañada de un nuevo plan de rescate (dictado esta vez únicamente por el FMI) y de gigantescas medidas de ajuste fiscal.
- La deuda privada aumentará en las mismas proporciones, como resultado de la explosión de los índices de préstamo y de depósito, con la finalidad de limitar la inflación. Este aumento de los tipos de interés supondrá igualmente un obstáculo para las empresas para poder elevar su capital.
- Una asfixia de los sectores importadores a causa del debilitamiento del mercado, de la devaluación del dracma y de la necesidad flagrante de financiación.
- La destrucción de las importaciones resultará en una escasez de los bienes esenciales en el mercado puesto que, como ya sabemos, Grecia no es autosuficiente en materias primas y satisface sus necesidades (por ejemplo de harina, leche o carne) a través de las importaciones desde otros países.
- La invasión de inversores extranjeros depredadores, que rescatarán a las empresas, los bienes inmuebles y los bienes públicos a precios irrisorios. Esto conducirá a una liquidación del país, tal y como reclaman hoy los partidarios del dracma.
- El aislamiento diplomático y económico de Grecia, a causa de su difícil situación, no permitirá hacer frente a las evoluciones geopolíticas de la región ni a las amenazas de sus países vecinos.
Resulta claro que no deberíamos fundar nuestras esperanzas en soluciones fútiles y peligrosas como un regreso al dracma. Elaboremos un plan a largo plazo para los días que están por venir, un plan que haga de Grecia un país europeo moderno y bien dirigido, con una economía sólida y liberada de las patologías que la hostigan hoy día.
Este post fue publicado originalmente en la edición griega de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del francés por Diego Jurado Moruno