Jordania ha avanzado mucho en la lucha contra el terrorismo, y casi nadie se ha dado cuenta
Las fuerzas de seguridad de Jordania actúan como un cirujano que busca la mejor manera de extirpar un tumor maligno sin tocar otras partes del cuerpo y sin causar problemas a largo plazo. Igual que un padre miraría a su hijo delincuente, el Estado mira a los terroristas potenciales como a hijos extraviados que necesitan más disciplina que castigo.
AMÁN (Jordania) - Después de cada acto de extremismo violento abundan las provocaciones por parte de la derecha contra los seguidores de una religión multitudinaria y, a menudo por parte de Occidente, las exigencias de combatir el terrorismo de la misma forma que Israel.
Los que critican no se esfuerzan por profundizar más y pensar en un enfoque más eficaz y apropiado para lidiar con esta enfermedad sin comprometer los valores humanos. Un mero vistazo al modelo de Jordania revela la estrategia que ha demostrado ser efectiva a la hora de mantener el país a salvo sin recurrir a acciones restrictivas que, a menudo, resultan perjudiciales a largo plazo.
La metodología de Jordania para hacer frente a la oleada de extremismo y terrorismo es, en gran parte, preventiva. Surge de la necesidad de tener una idea sobre algunos de los miembros extremos de la sociedad y trabajar con diligencia en diferentes medios para contenerlos y debilitarlos, además de hacer que los límites queden claros.
El modelo de Jordania está centrado. Depende mucho de que los servicios de inteligencia humana se centren más en los individuos que se cree que suponen una amenaza concreta que en una comunidad o grupo completo.
La estrategia antiterrorismo de Jordania se niega a considerar a todos los ciudadanos del país como parias. Su actitud con respecto a los miembros de la sociedad -incluso con respecto a los más peligrosos- nunca es de deslegitimación. En este sentido, el modelo de Jordania evita el castigo colectivo al que acabaría llevando la evaluación por perfil.
Pero lo que eso significa es que el país, y especialmente su seguridad y sus servicios de inteligencia, van a tener que pasarse horas buscando meticulosamente a la manzana podrida de la cesta en una comunidad sin dañar su relación con el grupo mayoritario.
Aunque eso requiere el esfuerzo de los servicios de inteligencia básicos, también requiere un esfuerzo genuino por conocer a la comunidad con la que se está trabajando.
Las fuerzas de seguridad de Jordania tienen sus propios métodos para conocer a la comunidad, a menudo, a través de líderes tribales y de líderes comunitarios. Y aunque este sistema suele producir recomendaciones para que se lleven a cabo determinadas mejoras y reformas políticas y económicas, los dirigentes no las ignoran; intentan abordar al menos un mínimo de lo que se les pide.
Aunque la mayor parte de los esfuerzos recaiga en la prevención, se puede utilizar la fuerza cuando se necesite. Las fuerzas de seguridad de Jordania actúan como un cirujano que busca la mejor manera de extirpar un tumor maligno sin tocar otras partes del cuerpo y sin causar problemas a largo plazo.
Los líderes de Jordania tratan incluso a los peores criminales como tratarían a los miembros de su familia (a los malos), y consideran que necesitan reformarse más que ser castigados. De la misma forma que un padre miraría a su hijo delincuente, el Estado de Jordania mira a los terroristas potenciales como a hijos extraviados que necesitan más disciplina que castigo.
Esto no quiere decir que el Estado no trate a los criminales con mano dura, sino que el enfoque de Jordania incluye una fuerte convicción en la redención. Perdonar a los principales criminales e instigadores contra la seguridad del Estado lleva décadas siendo el sello del país.
El rey Husein de Jordania fue famoso por haber hecho cambiar de opinión a muchos de los que más duramente le criticaron al ofrecerles altos cargos en el Gobierno. Este intento de incorporar a la oposición tiende a desarmarla por completo y a reducir a una farsa su ideología previa.
Aunque este sistema de cooptación haya funcionado con oponentes seglares, no funciona igual con los yihadistas. Con ellos, el método del palo y la zanahoria se ha utilizado de forma efectiva sopesando el tiempo en prisión frente a una restricción de libertades.
Si las autoridades estiman que ha habido un cambio de opinión o arrepentimiento, suelen saltarse los procedimientos habituales y permiten la misericordia, aunque sin abandonar por completo el proceso de supervisión.
Es posible que el enfoque de Jordania requiera mucho tiempo y muchas más horas de trabajo de las que la mayoría de los países occidentales están dispuestos a dar para combatir el extremismo violento, pero, como se ha demostrado a lo largo de los años, es mucho más eficaz y mucho más humano que el enfoque más rígido y estricto que produce más enemigos y que no augura nada bueno a largo plazo.
Este artículo es para Byline, una plataforma de periodismo independiente que paga a los periodistas gracias al crowdfunding. Daoud Kuttab financia actualmente su columna en Byline gracias al crowdfunding. Puedes leer el artículo original aquí.
Este post fue publicado con anterioridad en 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.