La sabiduría del bosque: religados por el procomún
Uno de los proyectos innovadores del MediaLab es el llamado laboratorio del procomún, dedicado a articular un discurso e impulsar una serie de acciones en torno a los bienes comunes. Y una de las iniciativas más recientes que se ha puesto en marcha es "comunes religados", un seminario de estudio sobre los comunes y el hecho religioso, organizado conjuntamente por entreParéntesis.
Hay un curioso edificio en Madrid, situado detrás del Paseo del Prado, que aloja un laboratorio ciudadano de cultura digital. Se trata del MediaLab-Prado, queel viernes 11 de marzo recibió en Ámsterdam el Premio Princesa Margarita de la Cultura 2016, otorgado por la Fundación Cultural Europea. El edificio está situado en la calle Alameda, ocupando el espacio de la Antigua Serrería Belga, punto de conexión urbano de los famosos pinares de Valsaín.
Bosque Oma, en el País Vasco.
Uno de los proyectos innovadores del MediaLab es el llamado laboratorio del procomún, dedicado a articular un discurso e impulsar una serie de acciones en torno a los bienes comunes. Y una de las iniciativas más recientes que se ha puesto en marcha es "comunes religados", un seminario de estudio sobre los comunes y el hecho religioso, organizado conjuntamente por entreParéntesis.
Resulta que, precisamente, los bosques constituyen un ejemplo clásico de bienes comunes. Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía en 2009, dedicó parte de su estudio empírico a analizar la gestión de los bosques y, concretamente, de los recursos madereros. Hoy constatamos, al mismo tiempo, iniciativas para recuperar la propiedad y la gestión de los montes comunales, junto con una evidente pérdida de superficie boscosa en todo el mundo.
Por otro lado, los bosques también han jugado un papel muy relevante en la historia de las tradiciones religiosas. El principal estudio empírico acerca del papel de las religiones en la gestión de los bienes comunes, publicado en 2013, muestra que casi dos tercios de los casos analizados se refieren a bosques comunales. Pensemos, por ejemplo, en el famoso discurso del jefe indio Seattle, de la tribu dewamish, al presidente de Estados Unidos en 1855. O en la líder ecologista Wangari Maathai, que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2004 por su Movimiento Cinturón Verde en Kenya. Los textos sagrados del hinduismo, las upanishads, han sido recopilados precisamente con el título de La sabiduría del bosque y su editor constata el contraste entre la vida de la aldea y la vida del bosque. Esta "sabiduría del bosque nace del hastío de la ciudad", nos dice; en realidad, no nace en el bosque, pero sí se dirige a él.
Es decir, que no se trata de añorar nostálgicamente un tiempo pasado pre-moderno. Ni tampoco debemos caer en la reificación de los bienes comunes que tan agudamente han criticado Christian Laval y Pierre Dardot: "no hay bienes comunes, sino comunes a instituir". Ese proceso instituyente es, al mismo tiempo, una dinámica económica, política, cultural y tecnológica. Quizá uno de los campos más apasionantes donde este debate debe mostrar su fecundidad se refiere precisamente a los bienes inmateriales, a la producción intelectual y al mundo digital.
Por lo tanto, la sabiduría del bosque no es repetición, sino recreación. El hastío de nuestra ciudad capitalista nos mueve a anhelar alternativas, sin añorar el pasado. Y ahí pueden converger el procomún y las religiones, los bienes comunes y el Bien común, los rizomas y las raíces. El procomún solo puede tener futuro si se recrean y se refuerzan nuevos vínculos, nuevos espacios de religación.
A explorar estas cuestiones se dedicará el seminario "comunes religados". En la calle Alameda, en un centro de cultura digital. En un edificio madrileño donde se serraba y se comercializaba la madera de unos pinares segovianos, custodiados por monjes cartujos. En el siglo XXI. Recreando la sabiduría del bosque en medio de la selva de asfalto y hormigón.