Hablando de primarias
Para ser más abiertos y democráticos no es suficiente con celebrar primarias, si estas no incluyen una normativa que las desarrolle de forma clara, garantizando la democracia y permitiendo la elección del candidato más adecuado y representativo, dando el poder a los militantes y no a los aparatos.
Mucho se habla últimamente de primarias. Teniendo en cuenta que son procesos para la elección de candidatos a elecciones generales, autonómicas y municipales, sería lógico que se hablara de las elecciones primarias de los distintos partidos, pero no, solo se habla de las del PSOE ¿Por qué? Primero, porque poco conocemos del proceso de selección que arbitra el PP para sus candidatos y cargos, aunque se intuye que es un sistema basado principalmente en la dedocracia: ser señalado a dedo por el líder. Como ejemplos tenemos la elección de Rajoy por parte de Aznar o la de la nueva líder del PP Vasco, entre muchos otros.
Los ciudadanos reclaman más y mejor democracia. Piden poder elegir a sus candidatos, poder marcar en listas no cerradas nuevas formas de representación. Hasta ahora el partido que ha incluido de forma más decidida estas nuevas fórmulas ha sido el PSOE. Fue el primero que eligió su candidato a la presidencia del Gobierno por primarias, en las que se enfrentaron Borrell y Almunia. También llevó a cabo un proceso de elección de delegados en un proceso congresual a través de listas abiertas, y en el último congreso de Sevilla decidió que la elección del candidato a la Presidencia del Gobierno de España se llevaría a cabo a través de primarias abiertas, donde votarán militantes y simpatizantes.
Para ser más abiertos y democráticos no es suficiente con la decisión de celebrar primarias, si estas no incluyen una normativa que las desarrolle de forma clara, garantizando la democracia y permitiendo la elección del candidato más adecuado y representativo, dando el poder a los militantes y no a los aparatos. Deben ponerse unas condiciones razonables que permitan un número de candidatos suficientes y no excesivo. Es malo tanto el exceso como el defecto. Que sólo haya un candidato, no pudiendo elegir entre varios, no sería bueno tampoco para el ganador, que no quedaría suficientemente legitimado. Por exceso, un número excesivo de candidatos no permitiría valorar a cada uno de forma adecuada. Una vez decidido el número de avales que cumplan estas condiciones previas, deben marcarse las reglas del juego para evitar desigualdad entre candidatos, poniendo a disposición de cada uno los medios necesarios y evitando el uso excesivo por parte de los que puedan estar más cerca del aparato. Incluyendo además entre las reglas del proceso unas acciones obligatorias que permitan a los votantes detectar cual es el candidato más adecuado, como debates, entrevistas con preguntas abiertas, debates virtuales con votantes, presentación de propuestas programáticas abiertas a preguntas,...
Uno de los principales retos que tiene el PSOE a día de hoy es conseguir ilusionar a afiliados y ciudadanos. A los primeros, porque es imprescindible para tener recursos humanos, para hacer frente a un proceso electoral con garantías. A los segundos, por ser quienes finalmente depositarán su voto y decidirán. Si consigue llevar a cabo estos procesos de elección de candidatos de forma adecuada será el revulsivo que necesita el PSOE para volver a recuperar la confianza de una parte de los ciudadanos, pero si por el contrario el proceso está lleno de dudas, falta de transparencia, errores en su reglamentación... pueden desencadenar el abandono definitivo de ciudadanos dispuestos a volver a confiar en el PSOE.
Lo que sí está demostrando el desarrollo de estos procesos es que el PSOE no está tan muerto como algunos quieren hacer ver. No pasa un día sin que sea noticia. Pero no sólo lo demuestra esto. En los último tiempos de forma más repetitiva he escuchado a ciudadanos progresistas, en distintos ámbitos y lugares, que en algunas ocasiones han votado al PSOE, pero que hace tiempo que no lo hacen y que están dispuestos a volver a votar socialista. Solo nos piden una cosa: que hagamos cambios. El PSOE volverá a ganar las elecciones si conseguimos ilusionar y tenemos los ingredientes necesarios para ello. Sólo tenemos que cocinarlos de forma adecuada, poniendo cariño y pasión.