Saliendo de la crisis: la cooperación como paradigma emergente
España es un país solidario y los españoles personas empáticas. Gobernantes: la sociedad española no os va permitir que impongáis sufrimientos a los más débiles de entre nosotros. Una ola de cooperación y solidaridad os barrerá de vuestros despachos.
España ha batido un récord en la historia de fútbol, eso es importante.
Pero más, mucho más, importante es que el 26 de junio España batió un nuevo registro solidario: en esas 24 horas se realizaron 36 trasplantes en España batiendo el récord mundial de donaciones, una buena parte de ellas de donantes vivos, y trasplantes en un día. El altísimo nivel de donaciones en España, que supera de lejos a cualquier otro país desde hace años, es un caso de estudio en universidades y sistemas de salud de todo el mundo.
El secreto: España es un país solidario y los españoles personas empáticas.
En este secreto reside también la clave de otro misterio sociológico a ojos de la prensa y estudiosos internacionales, que un país con más de un 20% de paro, que supera el 50% entre los jóvenes, no haya colapsado sumido en agitación y revueltas sociales.
La clave: de nuevo la solidaridad y empatía de los españoles, en este caso ayudándose en el seno de las familias, concepto que en España no abarca solo a personas emparentadas por lazos matrimoniales o paterno-filiales como es el caso en los países anglosajones, sino que incluye a primos/as, sobrinos/as, tíos/as, cuñados/as, y se extiende incluso más allá del ámbito social para incluir amigos/as y vecinos/as. Esta densa red solidaria es la causa de la increíble resistencia de la sociedad española frente a las cifras brutales de desempleo.
Esta red solidaria hace que la sociedad española sea particularmente resistente y resiliente [con capacidad de recuperación] frente a perturbaciones y presiones, como pueden ser las altas tasas de desempleo, pero también eventos que hubiesen traumatizado mucho más profundamente a otras sociedades, como fue, por buscar referentes más próximos, el 11-M. La empatía de la sociedad española hizo que todos sintiésemos estos impactos como nuestros, nos hubiesen afectado directamente o no, y que de esta forma los afectados se sintiesen más acompañados.
Otros ejemplos son las enormes movilizaciones del movimiento Nunca Mais para limpiar las costas gallegas tras el desastre del buque Prestige, o el movimiento Stop Desahucios que sale a la calle todos los días contra los desalojos de los más débiles y desvalidos por los propios bancos que nos obligan a rescatar.
De nuevo, a diferencia de sociedades anglosajonas no son precisamente los más privilegiados quienes son más solidarios, pues la filantropía y el mecenazgo son actitudes particularmente infrecuentes entre nuestras élites económicas. La empatía y la solidaridad residen sobre todo en las capas modestas de nuestra sociedad.
Incluso me atrevería a adelantar, aunque parezca ventajista, que el éxito de La Roja se construye sobre el valor de la solidaridad y la cooperación españolas como valor de equipo, en el que 11 juegan para 10, lejos de los divismos y egoísmos que vemos en otras selecciones en las que diez juegan para uno. El "tiqui-taca" es, también, una red social solidaria.
La Cooperación como valor tiene un papel tan importante en la sociedad española que solo en España conozco premios de alto nivel precisamente a la cooperación, como son el Premio Príncipe de Asturias a la Cooperación Internacional o el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA a la Cooperación al Desarrollo.
Así, propongo que en un momento en el que se nos trata de imponer un sentido de culpa colectiva como responsables de la crisis -por "haber gastado lo que no teníamos"- reivindiquemos con orgullo ese espíritu de cooperación como una de nuestras señas de identidad, exijamos que ese mismo espíritu se instale en todas las bancadas del Congreso de los Diputados, abandonando el deplorable espectáculo de sus riñas de colegio, y construyamos una salida a partir de él.
De hecho, frente al énfasis tradicional en la competición como valor, la cooperación está emergiendo en ámbitos muy diversos de la ciencia como un paradigma capaz de promover grandes innovaciones.
Investigaciones lideradas por los equipos de los ecólogos del CSIC Jordi Bascompte y Pedro Jordano identificaron las relaciones mutualistas -cooperativas- entre especies, como la polinización de plantas por insectos, como el fundamento de la arquitectura de la biodiversidad, reduciendo la competencia y mejorando el número de especies que coexisten, lo que aumenta la biodiversidad. La red de interacciones cooperativas en ecosistemas determina, en gran medida, su robustez contra la extinción de especies.
La demostración de la potencia de los procesos de cooperación entre las especies que intervienen en las interacciones mutualistas inspiró la exploración de un papel similar para las interacciones suaves entre empresas en sociedades. Esta investigación ha revelado que, como en las redes ecológicas, las redes de interacciones positivas entre las empresas desempeñan un papel fundamental en la diversificación de las redes económicas. En particular, esta investigación ha mostrado llamativas similitudes entre las redes de plantas y polinizadores con las redes de interacciones entre proveedores y fabricantes.
Al igual que en la investigación sobre biodiversidad, la teoría económica se había centrado en las interacciones competitivas entre las empresas en los mercados y se había olvidado, en gran medida, la clave, y obvio, la importancia de las interacciones entre las empresas y negocios que se traduzcan en beneficios mutuos, es decir, la economía como "ecosistema".
La acumulación de datos moleculares y genómicos también está cambiando nuestros puntos de vista sobre los procesos evolutivos. A medida que aprendemos más acerca de la evolución empezamos a entender mejor la importancia de la cooperación frente a los procesos competitivos, ya que las interacciones mutualistas, como las interacciones simbióticas y la transferencia lateral de genes, han producido importantes cambios evolutivos, en comparación con los pequeños pasos de los cambios derivados de las interacciones competitivas.
De hecho los procesos de cooperación están emergiendo como poderosos mecanismos para impulsar el cambio, la innovación y mantener la diversidad y la estabilidad en una amplia gama de sistemas. Además de ecología y evolución, la aparición de procesos de cooperación, como un poderoso paradigma, ha ocurrido en otros campos de la biología molecular (procesos de cooperación en la regulación de la expresión génica y la regulación metabólica), computación (crowd computing), economía (crowd funding, cooperación entre inversores), ciencias sociales (cambios bruscos de opinión y la cooperación en las sociedades), las ciencias cognitivas (crowd inteligence), y el aprendizaje (crowd learning), entre otros.
Durante más de un siglo hemos sido bombardeados por un discurso interesado sobre la importancia de la competición como motor en la naturaleza. Este discurso difícilmente disimulaba un darwinismo social empeñado en elevar la competición en nuestra sociedad a liturgia, consagrada en los documentales que nos muestran que la naturaleza (léase la sociedad) es un lugar cruel donde es ley de vida que el poderoso se coma al débil, destino que hemos de aceptar en nuestras vidas.
La arquitectura de la naturaleza -así como la de la sociedad- no es como se muestra en los documentales de David Atenborough, donde las fuerzas determinantes son la supervivencia del más apto y la depredación de los débiles por los poderosos. La arquitectura y la evolución de la vida -y la sociedad- están íntimamente ligadas a los procesos de cooperación, como una poderosa fuerza creativa capaz de impulsar grandes saltos hacia adelante.
La sociedad española tiene que buscar en sus propias esencias de sociedad cooperativa y solidaria para superar las dificultades actuales. Es el momento de la cooperación, que ha de inspirar una nueva economía, la solidaridad y la empatía.
Quienes están agrediendo a los más débiles atentando contra su acceso a fármacos, cuidados médicos, vivienda, pensiones decentes y cuidados para los dependientes no entienden que estas medidas atentan directamente contra nuestra esencia de sociedad solidaria, carácter que no conoce filiación política. La solidaridad y empatía con los más débiles no es de izquierdas ni de derechas, es simplemente española.
Gobernantes que repartís sufrimiento como receta contra la crisis: la sociedad española no os va permitir que impongáis sufrimientos a los más débiles de entre nosotros. Una ola de cooperación y solidaridad os barrerá de vuestros despachos.