La unión del sur es nuestra esperanza
El norte acreedor y el sur deudor tienen intereses enfrentados en el corto plazo. Alemania se financia prácticamente gratis, gracias a que el sur lo hace a unos intereses imposibles. Nuestro alivio no le cuadraba las cuentas.
Las imágenes que ha dejado Merkel a su paso por Atenas han vuelto a confirmar el estado de guerra geoeconómica que vive Europa. No había en toda Grecia suficientes policías para frenar el odio que despierta la canciller en el país heleno. Con un mayor o menor grado de responsabilidad sobre sus males, en todo caso, los griegos identifican a Merkel como su enemigo de la alianza norte.
Si las ideologías ya habían muerto al caer el muro de Berlín, desde luego asistimos ahora a su segunda defunción en la crisis del euro. Socialdemócratas y conservadores han reaccionado de similar manera cuando han estado en el Gobierno y, salvo excepciones, se han diferenciado poco en la oposición. El posicionamiento en el eje norte/sur de Europa, y no su afiliación política, marca la agenda de los gobiernos.
El presidente Rajoy sintió alivio cuando el socialista Hollande ganó a su colega conservador Sarkozy. Samaras, el primer ministro griego, es también de la familia política de Merkel, pero le gusta más reunirse con Hollande. Los socialdemócratas alemanes, por su parte, tienen el corazón en la izquierda, pero hablan con matices el lenguaje de Merkel...
El norte acreedor y el sur deudor tienen intereses enfrentados en el corto plazo. Alemania se financia prácticamente gratis, gracias a que el sur lo hace a unos intereses imposibles. Los inversores huyen del salvaje sur para resguardarse en el apacible norte, aunque apenas ganen dinero. ¿No resulta sospechoso que el único voto en contra que tuvo el plan de Draghi de compra de bonos de países del sur de la eurozona fuera el del representante del Banco Central Alemán? Nuestro alivio no le cuadraba las cuentas.
Quizás el fenómeno que con mayor tristeza refleja esta situación es la emigración forzada de miles de jóvenes del sur al norte de Europa en busca de trabajo y esperanza. Perdemos en el sur a trabajadores cualificados que sin embargo engrasan con su talento la maquinaria del norte.
En la guerra del euro, el norte gana al sur por goleada. No solamente por la posición de fuerza que por naturaleza tiene el acreedor sobre el deudor, sino porque Alemania, Holanda y Finlandia (los tres países con la máxima nota crediticia) defienden unidos y sin complejos su pasión por la austeridad draconiana hacia el sur. Como buenos banqueros, se interesan por nuestros déficits, pero nunca por los crecientes índices de pobreza, marginalidad y desigualdad que provocan sus recetas.
En el sur no somos iguales. Hemos llegado hasta el precipicio por situaciones diversas (lo cuenta bien Jordi Vaquer en su descripción de La Europa de la deuda) pero de manera creciente tenemos intereses convergentes frente al norte. Los rescatados y los que estamos a punto de serlo debemos exigir unidos una solución viable que no arruine nuestro futuro.
Pero no estamos unidos porque somos acomplejados. Ingenuamente hemos pensado que hablando mal del vecino mejorábamos nuestra imagen, pero más bien hemos empeorado la del bloque sur. Recordemos algunas frases célebres: "España no es Grecia"; "Portugal no es Grecia"; "Grecia no es Irlanda", hasta el rocambolesco "España no es Uganda"... Por no mencionar el mal rato que pasó Zapatero cuando le fotografiaron sentado al lado de Papandreu.
O bien los Gobiernos del sur superan sus complejos y hacen presión unidos, o seguiremos cayendo en picado. Ya hemos comprobado que los líderes del sur por separado, empezando por Rajoy, no pintan nada. Quizás unidos tengan más fuerza. Y recordemos, si no pagamos, no cobran.