¿Era Chávez de izquierdas?
Le iría mucho mejor a la izquierda europea si pusiera su atención en líderes de izquierda sensatos, que también los hay en América Latina, como Lula o Velasco, y menos en Chávez y sus cantos de sirena.
Parece como si celosos de las pomposas celebraciones apostólicas, algunos sectores de la izquierda europea buscaran también a su propio papa para entronar. Desde la muerte del presidente Venezolano, Hugo Chávez, muchos se han dedicado a elogiar su proyecto, sobre todo en lo que se refiere a la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Algunos creen que su opción representa una alternativa al modelo de desarrollo social-liberal dominante. Y puesto que las economías occidentales están ahogadas en un mar de deuda, desempleo y creciente desigualdad, cualquier alternativa posible resulta atractiva para una izquierda deprimida y desorientada. ¿Pero, son esas proposiciones ciertas? ¿Puede ser Chávez un referente para la izquierda?
La mejor manera de evaluar si un proyecto es de izquierdas o no es haciéndolo sobre sus ejes principales: reducción de la pobreza, reducción de las desigualdades y consolidación democrática. Como del último punto ya se han destacado las maravillas del régimen en muchos lugares (ver, por ejemplo el informe de Human Rights Watch) , yo me voy a centrar en los dos primeros.
La mejor manera de evaluar los resultados de cualquier política económica es comparándola con las de otros países similares de la región. ¿Lo ha hecho Venezuela mejor que Brasil, Chile o Perú en términos de reducción de la pobreza y desigualdad? Estos son los resultados:
Fuente: Banco Mundial.
Venezuela ha avanzado mucho en la lucha contra la pobreza desde que Chávez entró en el Gobierno en 1998. Sus proyectos sociales conocidos como las misiones llevaron escuelas, hospitales y agua potable a muchos que antes no tenían nada. Según el Banco Mundial, el porcentaje que vive por debajo del umbral de la pobreza ha bajado de 46,3% en el 2000 a 31,9% en 2011.
Pero los datos solo tienen sentido si se ponen en contexto. Como se observa en el gráfico la reducción de la pobreza ha sido muy pronunciada también en otros lugares. En Perú, por ejemplo, el porcentaje de personas viviendo por debajo del umbral de la pobreza ha bajado de 58,7% en el 2004 a 27,8 % en 2011. Es decir, una bajada mucho más pronunciada, en un periodo más corto.
La diferencia es que en Perú la reducción de la pobreza ha ido acompañada de mejoras competitivas e institucionales que permitirán seguir financiando ese tipo de programas en el futuro, mientras que en Venezuela la reducción de la pobreza se ha financiado con sabrosos petrodólares.
Desde 1998 hasta 2008 los precios del petróleo pasaron de 9 dólares por barril a 100 dólares y en consecuencia los ingresos de Petróleos de Venezuela (PDVSA) se multiplicaron por 5. Se trata de una burbuja sin precedentes de la que los pobres se han beneficiado. Pero esos beneficios podrían esfumarse tan rápido como vinieron.
¿Qué sucede con la desigualdad? El Índice Gini del gráfico sugiere mejoras en los cuatro países seleccionados. Aunque los datos para Venezuela terminan en 2006, la tendencia parece indicar que tampoco en este caso Venezuela lo ha hecho mejor que los otros. Investigando un poco más, es fácil encontrar por qué la desigualdad no se ha reducido más en Venezuela. Los datos dicen que, al contrario que en los otros países seleccionados, no se ha reducido el porcentaje de la renta que tiene el 20% más rico. Un dato no particularmente positivo para un país que se vanagloria de haber inventado el socialismo del siglo XXI.
Este dato no sorprenderá a los lectores venezolanos. Se trata de los boliburgueses, la nueva oligarquía Venezolana, formada por (¿les suena?) los corruptos ganadores de la burbuja; los aliados de las autoridades del régimen y sus amigos que son los verdaderos beneficiados de la captura de rentas del petróleo en el país.
De hecho, la gestión del boom del petróleo en Venezuela recuerda a la burbuja de la construcción en España. España, como Venezuela, recibió masivos ingresos "extra" por la burbuja de la construcción lo que le permitió crear empleo y reducir la deuda pública. El Gobierno de Zapatero, de hecho, se pasó mucho tiempo defendiendo su política fiscal antes de la crisis. ¿Significa eso que lo hizo bien? Es evidente que no. España invirtió en proyectos insostenibles, pospuso reformas necesarias y no ahorró lo suficiente para cuando la burbuja terminara. El empleo creado era ficticio, como hemos descubierto después. Lo mismo que la reducción de la pobreza en Venezuela. Cuando el precio del petróleo caiga, el Gobierno no podrá mantener sus compromisos y la pobreza volverá a repuntar.
¿Significa eso que todas las burbujas son malas? No necesariamente. En Chile por ejemplo, el precio del cobre se multiplicó por cuatro pero el Gobierno en vez de gastarse los frutos de la bonanza, acumuló un fondo de reserva del 15% de su PIB. Esa decisión le costó sudor y lágrimas al ministro (socialista) de economía, Andrés Velasco, pero valió la pena. Cuando llegó la crisis y el precio del cobre cayó en picado, Chile se sacó de la chistera el plan de estímulo más grande del mundo, 2,8% del PIB.
Cuando estalló la crisis financiera en 2008 el precio del petróleo cayó en picado y los primeros signos de debilidad empezaron a aparecer en Venezuela. Ahora, la economía enormemente dependiente del petróleo se encuentra al borde del colapso con una deuda creciendo a una velocidad de vértigo y la mayor tasa de inflación del mundo. ¿Y a quién perjudica esa inflación más que a nadie? Pues a los ahorradores, a los que viven de un ingreso fijo (jubilados, pensionistas) y a los que no tienen activos ni deuda en el banco. Es decir, a los pobres.
¿Es es este legado de izquierdas? Yo creo que no. Le iría mucho mejor a la izquierda europea si pusiera su atención en líderes de izquierda sensatos, que también los hay en América Latina, como Lula o Velasco, y menos en Chávez y sus cantos de sirena.