Dos mitos sobre las elecciones europeas
Pueden estar seguros de que, en términos de regulación financiera, política económica o políticas sociales, por poner tres ejemplos, una Comisión presidida por Junker o una Comisión presidida por Shultz serían bastante distintas. En la próxima legislatura, el Parlamento Europeo tendrá más importancia de la que nunca ha tenido para influir en nuestras vidas.
Existen dos mitos alrededor de la importancia y el significado de las próximas elecciones europeas. El primero es que el Parlamento Europeo no importa, que es un órgano inútil, diseñado para ofrecer un retiro tranquilo a políticos que molestan en casa. El segundo, sorprendentemente extendido entre comentaristas políticos, que las elecciones llevarán a un giro a la derecha en Europa, como resultado del aumento del voto euroescéptico y del renacimiento de la extrema derecha. Ninguno de esos dos mitos es cierto y en lo que sigue intentare explicar por qué.
El Parlamento Europeo importa. De hecho, las próximos comicios europeos serán los más importantes que nunca se han celebrado. Lo serán por tres razones. En primer lugar por su relevancia simbólica. Será la primera vez que los ciudadanos europeos tendremos la oportunidad de evaluar el importantísimo rol que han jugado las instituciones Europeas a lo largo de la crisis, sus políticas y los enormes cambios institucionales acontecidos.
En segundo lugar, porque a pesar de seguir siendo el órgano menos relevante del terceto legislador, el próximo será el Parlamento Europeo con más poder que nunca se ha votado. Desde la aprobación del Tratado de Lisboa en 2010, el Parlamento Europeo ha ganado poder y ahora extiende su influencia en áreas clave de la política Europea del mercado interno, el libre movimiento de personas, los acuerdos comerciales o la aprobación del presupuesto de la UE.
En estos ámbitos gracias al llamado procedimiento de codecisión, el Parlamento está en pie de igualdad con el Consejo, representante de los gobiernos nacionales, lo que significa que cualquier legislación propuesta por la Comisión debe ser aprobada por ambos.
En la pasada legislatura el Parlamento jugó un rol clave en dossiers tan importantes como el acuerdo de unión bancaria, mejorando, dicho sea de paso, el resultado final, o apoyando - con algunas reservas en el ámbito de la cultura y el audiovisual- un importantísimo nuevo comercial, todavía por concluir, con Estados Unidos.
En tercer lugar, será la primera vez que los ciudadanos podremos influir de manera directa en la composición del gobierno ejecutivo de la Unión: la Comisión Europea. El Parlamento Europeo podrá proponer, que no decidir, el candidato a presidir la Comisión Europea. La última palabra la tendrá el Consejo, pero le será difícil negarse a la voluntad del único órgano europeo directamente elegido por los ciudadanos.
Pueden estar seguros de que, en términos de regulación financiera, política económica o políticas sociales, por poner tres ejemplos, una Comisión presidida por Junker o una Comisión presidida por Shultz serían bastante distintas.
El Parlamento Europeo tiene todavía muchas debilidades y le faltan muchos medios y remiendos para parecerse al Congreso Americano. Pero desde luego no es un órgano irrelevante y juega un rol necesario de contrapeso democrático a la Comisión.
El segundo mito sobre el Parlamento Europeo es que como las elecciones llevarán a un aumento del voto euroescéptico y de extrema derecha, el Parlamento dará un giro a la derecha que llevará a una progresiva y dramática desmembración de Europa.
Tampoco es verdad. De hecho haciendo los números en base a las encuestas más recientes publicadas en VoteWatchEU, es posible que lo contrario sea cierto. Es verdad que el voto euroescéptico ganará peso y que habrá nuevos partidos de extrema derecha representados en la cámara. De hecho es probable que el voto euroescéptico pase de tener alrededor del 20% en la pasada legislatura al 30% en esta. Pero, ¿qué efecto en términos prácticos tendrá eso en la legislación que se apruebe?
Source:VoteWatchEU
En primer lugar es poco probable que los partidos de extrema derecha o populistas euroescépticos logren formar un nuevo grupo Parlamentario, lo que debilitara su eficacia política. Nigel Farage, el carismático líder del UKIP, se negó a aceptar a la francesa Le Pen en su grupo y ésta lo tendrá difícil para lograr los 25 diputados y siete países requeridos para crear uno nuevo.
En segundo lugar, el voto en favor de la derecha-moderada, (euroescéptica o no), clave para formar mayorías y dominante en la previa legislatura, disminuirá de forma considerable. Mientras en la pasada legislatura el Partido Popular Europeo (EPP), más los liberales de ALDE, más los euroescépticos de ECR (de Cameron) tenían un 54% de los escaños, en esta se quedarán a 50 escaños de la mayoría (básicamente porque el EPP perderá alrededor de 60 escaños).
Por otro lado, el bloque de izquierda moderada que incluye a los Socialistas y Progresistas (S&P), a los euro-comunistas de la GUE, a los verdes y a los liberales de ALDE (nótese que ALDE juega en ambos lados) seguirán sin poder formar mayoría pero se quedarán mucho más cerca que el bloque de centro-derecha: juntos sumarían 367 de los 376 escaños necesarios.
Una primera interpretación es que la nueva cámara no lo tendrá tan fácil como la anterior para aprobar lo que los ingleses llaman "Business-friendly regulation". Es decir, es probable que en cuestiones de regulación financiera, comercio o gobernanza económica haya más bien un giro hacia el centro por la necesaria colaboración entre los dos grandes partidos - o incluso hacia la izquierda si los populistas se coordinan para favorecer reformas económicas proteccionistas.
Este razonamiento funciona para cuestiones económicas, pero no está tan claro que funcione para cuestiones de valores, como las políticas de inmigración. En ese caso es posible que una alianza de los euroescépticos con la derecha y extrema derecha dé resultados lamentables. Pero también es improbable puesto que, otra vez, en cuestiones de calado, Populares y Socialistas probablemente se aliarán formando una gran mayoría.
Ese es el segundo mensaje que se extrae de los datos: es muy probable que aumente la colaboración entre los dos grandes grupos del parlamento, anulando la influencia de los euroescépticos y de la extrema derecha.
En la próxima legislatura el Parlamento Europeo tendrá más importancia de la que nunca ha tenido para influir en nuestras vidas. La derecha moderada saldrá debilitada y, a pesar de lo que cuentan algunas fábulas, es muy probable que las grandes mayorías europeístas impidan que la amenaza extremista y populista se traduzca en políticas efectivas a nivel Europeo.