"Lo más seguro... es que cualquiera sabe"
Cada vez que lo ha hecho, el Partido Popular ha contribuido a que los tibios se calentaran y se sumaran a las filas del independentismo y el radicalismo. Después de la penúltima chapuza de la 'policía patriótica' de Fernández Díaz, una encuesta detecta otra subida de la intención de voto soberanista. Es ya un principio: cada vez que el PP agita la botella del cava, sale espuma. Y sn embargo, ahora ha pactado con los nacionalistas catalanes.
Foto: EFE
Playa de San Agustín. Sur de Gran Canaria. 31 grados aliviados por una brisa del nordeste. Miércoles 20 de julio pasado, sobre las tres de la tarde. Un joven está en pie en la arena haciendo juegos malabares con una coctelera de imitación. Una y otra vez voltea la botella por su espalda, la hace correr por sus brazos, la agita, la lanza de espaldas... hasta conseguir meterla en la coctelera. Sin duda, un barman que mejora su técnica, o que entrena para uno de los habituales concursos veraniegos de coctelería.
Al lado mío un chiquillo 'desinquieto', que lleva al paroxismo a su madre, quiere bañarse justo al lado de las banderas rojas, y pasar por las boyas rojas, se planta en jarras y pregunta a su padre. "Papá, ¿que hace ese señor?... ¿Es un político?" Algo ha debido de oír en su casa que le ha llevado a esa pre-conclusión.
Desde las elecciones del 20 de Diciembre 'esto' no es un 'mercado persa', pero se le parece bastante. Hay cosas que repugnan a como hoy se entiende que debe ser el comercio: el consumidor tiene que tener confianza. Pero el regateo, las rebajas, las olas de la oferta y la demanda... lo que se entiende en el mundo del comercio no se entiende tal cual en el mundo de la política sin unas ciertas reglas, y sin el principio de sinceridad y coherencia. Que no ve vendan crecepelos que provoquen el efecto contrario. Pero esta exigencia tiene dos varas de medir, atención, que emplea la sociedad en su conjunto: a la izquierda hay cosas que no se le perdonan que en la derecha se ven como naturales. Hay dos morales, dos éticas, como hay gasolina y diesel.
José María Aznar rompió el consenso antiterrorista, y así se lo dijo a un estupefacto Corcuera que no entendía el 'todo vale' que rompía con la doctrina de AP sobre ETA. Después, para gobernar, pasó del 'Pujol enano habla castellano' a hablar catalán en la intimidad. Y a contactar con la banda asesina para pulsar las posibilidades de una negociación. Cuando Zapatero intentó lo mismo, a ver si había más suerte, el PP los acribilló demagógicamente con un repentino alzheimer selectivo. En la oposición todo era traca contra los nacionalismos separatistas; hasta tal punto que llevados de la borrachera, el no a todo degeneró en una industria especializada en la fabricación de independentistas al poner peligrosas dosis de agravio y odio en la batidora.
Cada vez que lo ha hecho, el Partido Popular ha contribuido a que los tibios se calentaran y se sumaran a las filas del independentismo y el radicalismo. Después de la penúltima chapuza de la 'policía patriótica' de Fernández Díaz, una encuesta detecta otra subida de la intención de voto soberanista. Es ya un principio: cada vez que el PP agita la botella del cava, sale espuma.
Ahora Rajoy vuelve a activar el, hala, a vivir que son dos días, o cuatro años. Por una parte logra que un frustrado Albert Rivera, que en la breve legislatura anterior pactó con el PSOE un programa progresista y de una contrarreforma ética y económica, que aliviara el saqueo a las clases medias (que no se pudo llevar a cabo por la enésima equivocación fatal de Pablo Manuel Iglesias) le brindara su respaldo para facilitar esta investidura y evitar unas terceras elecciones, esperando, de paso, el 'sacrificio' socialista en forma de abstención, por el interés de España. Pero a su vez, Rajoy negociaba en secreto con los independentistas catalanes, y además, pandilla de corruptos, a los que había convertido en el enemigo público número uno, para sacar adelante la Mesa de las Cortes a cambio de grupo propio del pujolismo renovado en el hemiciclo. Y quién sabe qué.
Claro, que para algo están los efectos secundarios. Resulta que Rivera copia, ya veremos, a Pasionaria y su encendido 'no pasarán', y dicen que ahí, con la Convergencia que se cambia de nombre para lavar sus pecados, pero que es más de lo mismo, los del 3 al 20 por ciento, los de la engañifa monumental... incluso en la noche tenebrosa se ven las fosforescencias de las rayas rojas.
Esto introduce, a su vez, nuevas variables en la ecuación. Si Rivera se mantiene en esta intransigencia ¿podría volver a acercarse a Pedro Sánchez?, ¿ello implicaría que el errejonismo convenciera a Iglesias de que ya está bien de equivocaciones y que hay que pactar un programa reformista que se pueda ofrecer a su militancia, o como se llamen esos círculos, como un escalón en el camino hacia arriba?, ¿aceptarían por su lado los barones socialistas una fórmula de gobierno con el Podemos-oso, cuyo abrazo temen, donde el animal estuviera encadenado, ya se vería cómo?
O el PSOE aplicaría lo del paso a paso, primero una oferta valiente 'de estadista', la abstención en la investidura marianista 'por el bien de España'... si el PP se compromete a un gran pacto nacional para reformar la reforma laboral y acercarla a los mandamientos del Estado de bienestar, y a devolver a la sanidad pública su esplendor, y a garantizar las pensiones, y a declarar la caducidad de la ley mordaza.... Y luego, si Rajoy no cumple, como siempre, siempre también quedaría la moción de censura.
Un político canario de UCD con mucha retranca fue preguntado una vez por un periodista sobre cómo veía los complejos pactos en Canarias, una región donde siempre pierde el que gana y viceversa. Pues el hombre, mirándole con seriedad, sentenció: "Mira... Lo más seguro... es que cualquiera sabe".
Frase juiciosa donde las haya, aquí y ahora.