La Cuarta Ola del feminismo
El pasado 8 de marzo será un día histórico no solo para el feminismo, sino para la democracia mundial. En 180 países se han realizado huelgas, paros, manifestaciones multitudinarias, con importante participación masculina, que marcarán un antes y un después en la historia de las mujeres. El feminismo ha entrado en el debate global en positivo y no se podrá volver a ocultar, aunque lo intenten.
El éxito de este año ha servido para poner de relieve que la igualdad, en la última década, ha sufrido mucho. Nuestras democracias están enfermas y hay que denunciarlo. La crisis económica ha producido efectos perniciosos y la globalización ha creado un gran ejército de perdedores que encuentra en los populismos voces que excitan su malestar. Al ser más precaria la situación de las mujeres, el daño sufrido ha sido más grave.
Es sabido que el feminismo ha tenido Tres Olas en las que ha ido creciendo en poder. La primera nace en el Siglo de las Luces, aunque es, dice Amelia Valcárcel: "Un hijo no querido de la Ilustración", que dura hasta la segunda mitad del siglos XIX, -con todo lo impreciso de estas divisiones históricas- reclamando los derechos civiles para las mujeres. Su figura política preponderante, Mary Wollstonecraft, autora de "Vindicación de los derechos de la mujer", dijo algo que todavía repetimos: "No deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres sino sobre ellas mismas". Se opone a la filosofía de Rousseau, "el padre" de la división "público-masculino", "privado-femenino", de cuyas consecuencias todavía estamos liberándonos.
La Segunda Ola del feminismo, la del sufragismo, se extiende desde el Manifiesto norteamericano de Séneca Falls (1848) hasta el final de la Primera Guerra Mundial, con dos objetivos esenciales: alcanzar los derechos civiles y educativos y el derecho al sufragio, que es el que nos reconoce la ciudadanía de la que carecíamos. En otros muchos países hubo que esperar más años. Casi un siglo se tardó en alcanzar estos derechos.
La Tercera Ola del feminismo puede situarse desde mitad del siglo XX hasta la primera década del siglo XXI. Mucho se escribió del siglo XX como "el siglo de las mujeres" y sí, lo fue, el de la igualdad legal, pero no el de la igualdad real. Hay que seguir reivindicando derechos sociales, sexuales y reproductivos. Se pelea por la coeducación, contra el sexismo en los textos escolares y en el lenguaje, por la democracia paritaria, por mayor presencia de mujeres en las listas electorales, y, a finales del siglo XX, la violencia contra las mujeres comienza a pasar a la agenda política y social, abandonando las páginas de sucesos.
El discurso feminista se engrandece cuando se entiende que el cambio personal debe llevar implícito una transformación más amplia, cuando las cuestiones personales adquieren la categoría de políticas. "Lo personal es político".
En la lucha por la libertad sexual, esencial para la libertad personal, la aparición de los anticonceptivos fue revolucionaria, porque las mujeres pudieron ser dueñas de su función reproductora. Los anticonceptivos, unidos a la despenalización del aborto, las hicieron más libres y así pudieron gritar: "Yo mando en mi cuerpo". La "guerra" no estaba ganada, porque el patriarcado tiene una estructura social y cultural fuertemente arraigada, que le ha permitido seguir con el dominio sobre las mujeres, pese a lo mucho conseguido. Lo dijo Simone de Beauvoir: "Es necesaria mucha abnegación para rechazar una posición de Sujeto único y absoluto".
La Cuarta Ola del feminismo, la del final del patriarcado, tiene, para mí, su momento culminante tras la Marcha de las mujeres americanas, al día siguiente de la toma de posesión de Trump (21 enero 2017), en defensa de la dignidad de las mujeres, precedida por una declaración de Meryl Streep, a primeros de ese año: "La falta de respeto, incita a más falta de respeto. La violencia, a más violencia". 2018 empezó con la declaración de Oprah Winfrey, también en la ceremonia de los Globos de Oro: "Quiero que todas las niñas que vean esto sepan que tenemos por delante un nuevo día".
Las denuncias por acosos sexuales del #MeToo se convierten "en un tsunami que está sacudiendo los cimientos de la sociedad patriarcal". Todo ello culmina con las masivas manifestaciones del 8 de marzo en todo el mundo. No partíamos de cero.
¿El siglo XXI será, por fin, el siglo de las mujeres? No ocurrirá de un día para otro. Hay que resistir sin retrocesos. Contra las mujeres se ejercen toda clase de violencias y la violencia es la mayor expresión de la intolerable desigualdad que sufrimos. La fuerza transformadora del feminismo no se podrá anular.
Este artículo se publicó originalmente en Diario de Sevilla.