La mayoría silenciosa
Algunos de los que se dedican en los últimos tiempos a calentar el ambiente deberían hacer un ejercicio de realismo y pensar seriamente en el futuro de nuestros hijos, porque hay situaciones que pueden superar a sus impulsores y llevarnos a una situación de caos difícilmente reversible.
En el mundo globalizado en el que vivimos, con una coyuntura internacional muy compleja, Cataluña, fuera de España, no tiene futuro. Algunos de los que se dedican en los últimos tiempos a calentar el ambiente deberían hacer un ejercicio de realismo y pensar seriamente en el futuro de nuestros hijos, porque hay situaciones que pueden superar a sus impulsores y llevarnos a una situación de caos difícilmente reversible.
Desde el Gobierno de la Generalitat se están enviando dos mensajes que no se corresponden con la realidad. El primero, que los manifestantes representan el sentir mayoritario de los catalanes, pero Cataluña es mucho más rica y plural que eso como han demostrado las diversas elecciones realizadas. En segundo lugar, que la crisis económica se solucionaría con la independencia, cuando es más bien al contrario: ahondaríamos en ella con una Cataluña debilitada y fuera de la Unión Europea.
Estamos hablando de que Cataluña caería en una triple precariedad. La institucional, con el aislamiento de la Unión Europea y la comunidad internacional. Precariedad económica, con la salida del euro, la inestabilidad económica fruto del cambio de realidad política y la desconfianza de los mercados y de las inversiones extranjeras. Y, para nosotros muy importante, la precariedad social, con la división entre los catalanes y la exclusión de una mayoría que sienten que su catalanidad es plenamente compatible con el sentimiento de pertenencia a España. En definitiva, la imposición de una ideología única en una Cataluña que se enriquece con su pluralidad.
La mayoría de los catalanes -una mayoría silenciosa, que no sale a la calle a manifestarse, y a la que el Gobierno de la Generalitat parece despreciar- no queremos que nos pongan fronteras y aduanas con el resto de España, no queremos coger el pasaporte para irnos a otros lugares de España y no queremos salir de Europa y el euro.
Cataluña nunca ha avanzado desde la hostilidad y el enfrentamiento. Los catalanes debemos trabajar en lo que nos une y no en lo que nos separa y aquí la responsabilidad del Gobierno de la Generalitat es muy importante, porque la situación económica es muy grave y requiere sentido común. La crisis económica requiere un presidente serio, capaz de enderezar la situación y llevar a Cataluña hacia un horizonte de recuperación. En vez de eso, Artur Mas aboca a los catalanes hacia horizontes inciertos y caminos de inestabilidad y esto genera la peor situación para la recuperación económica: la desconfianza.