Los recortes en salud, un riesgo para enfermedades hasta ahora controladas
La tuberculosis es un buen ejemplo. Se cura si se trata correctamente, pero de lo contrario, puede derivar en serios problemas de la salud pública. Es una enfermedad que se asocia a la pobreza, a sistemas de salud frágiles o a políticas sanitarias deficientes. Hace unas semanas se conoció el caso de Alpha Pam.
La política de recortes está poniendo en riesgo el Sistema Nacional de Salud tal como lo conocíamos. Por crudo que parezca, esto se traduce en más enfermedad, más muerte prematura y en un gran riesgo para el control de enfermedades que creíamos controladas.
La tuberculosis es un buen ejemplo. Se cura si se trata correctamente, pero de lo contrario, puede derivar en serios problemas de la salud pública. Es una enfermedad que se asocia a la pobreza, a sistemas de salud frágiles o a políticas sanitarias deficientes. Cuando coinciden dificultades de acceso al sistema sanitario de algunos sectores de la población con la reducción y sobrecarga del personal sanitario, los recortes acaban traduciéndose en menos y peores diagnósticos. Eso puede acarrear repuntes en los casos de enfermedades que creíamos controladas en los países desarrollados.
Hace unas semanas se conoció el caso de Alpha Pam, el inmigrante senegalés que murió de tuberculosis en Mallorca. El hecho de no disponer de tarjeta sanitaria, motivo por el cual muchas fuentes aseguran que se le denegó la asistencia sanitaria, fue el detonante de un gran debate mediático.
Algunos dijeron que era la primera muerte que se podía atribuir a los recortes en
sanidad y los cambios en la atención a los inmigrantes irregulares. Las autoridades sanitarias negaron que no se atendiera al paciente, aunque indirectamente sí reconocieron que la calidad de la atención, que en la última visita se limitó a antiinflamatorios, había sido deficiente.
No tengo elementos para saber si la versión más generalizada refleja con exactitud lo ocurrido, pero que ha habido irregularidades o cadenas de errores parece obvio. De lo contrario, no se entiende que se atendiese en dos ocasiones al paciente sin haberle hecho una radiografía para descartar tuberculosis, o que todos sus allegados y compatriotas estén confabulando para recibir quién sabe qué rédito compensatorio.
Recientemente, varios colegas ponían de manifiesto en la prestigiosa revista británica British Medical Journal el impacto de la crisis y los recortes en la calidad de la sanidad. El cambio de política de atención a inmigrantes no registrados como residentes (Real Decreto Ley 16/2012) es un ejemplo claro, independientemente de cuál sea la versión más cercana a la realidad sobre lo ocurrido con Alpha. Una persona no registrada formalmente en nuestro país, si está al corriente de estos cambios, evitará a toda costa acudir a un centro de salud. En primer lugar, porque sabe que va a tener que pagar una suma de la que probablemente no disponga. Además, probablemente tema que el contacto con la administración delate su situación irregular.
Lo que más me sorprende es el argumento de que "para esas enfermedades de urgencia, o con repercusión en salud pública, sí que estarían cubiertos todos los pacientes de manera universal". Déjenme que me aclare. ¿Se nos está diciendo que se espera que todos los pacientes (en especial los que no pueden gozar habitualmente las ventajas del sistema de salud, habitualmente de un nivel educativo bajo) sepan si su enfermedad (que por cierto desconocen cuál es), tiene o no repercusión en salud pública para decidir si acuden a un centro sanitario?
Aun reconociendo la dificultad de decidir dónde meter la tijera en situaciones
económicas tan adversas, soy de los que piensan que hay partidas cuya reducción
presupuestaria no menoscaba tan drásticamente el bienestar de la ciudadanía. A todos se nos ocurren varias.
Este post ha sido publicado simultáneamente en el blog de ISGlobal.