La madre de Osama bin Laden: "Fue un niño muy bueno hasta que le lavaron el cerebro"
Alia Ghanem concede su primera entrevista y echa la culpa de la radicalización de su hijo a su entorno, sobre todo, a los Hermanos Musulmanes que lo captaron en la universidad.
Alia Ghanem es la madre de uno de los hombres más odiados del mundo, Osama bin Laden. Pasados casi 17 años del mayor ataque terrorista en la historia de EEUU, el de las Torres Gemelas y el Pentágono, ha decidido dar su primera entrevista al diario británico The Guardian, una conversación titulada: "Mi hijo, Osama" en la que trata de explicar cómo fue la transformación de su vástago.
Junto a ella se sientan dos de sus hijos sobrevivientes, Ahmad y Hassan, y su segundo marido, Mohammed al-Attas -cuyo apellido ha adoptado ahora-, el hombre que crió a los tres hermanos, también a Osama. La familia se ha reunido para la ocasión en la mansión que comparten en Jeddah, la ciudad de Arabia Saudí que ha sido el hogar del clan desde hace generaciones y donde siguen siendo una de las familias más adineradas.
En la entrevista, firmada por Martin Chulov, el prestigioso especialista en Oriente Medio del diario británico, la madre de Bin Laden aún habla de él como de un hijo querido, que se extravió, que se equivocó de camino, pero al que recuerda con cariño, pese a todo. "Mi vida fue muy difícil porque él estaba muy lejos de mí", reconoce. "Era un niño muy bueno y me amaba mucho", añade.
Recuerda a su primogénito como "un niño tímido que era académicamente capaz" y que a los 20 años se convirtió en una figura piadosa y fuerte, mientras estudiaba economía en la Universidad Rey Abdulaziz en Jeddah donde, además de formarse, se radicalizó. "La gente en la universidad lo cambió. Se convirtió en un hombre diferente", dice Ghanem.
Uno de los hombres que conoció allí fue Abdullah Azzam, un palestino miembro de los Hermanos Musulmanes que más tarde fue exiliado de Arabia Saudita y se convirtió en el consejero espiritual de Osama. "Fue un niño muy bueno hasta que conoció a algunas personas que prácticamente le lavaron el cerebro a los 20 años. Puedes llamarlo un culto. Recibieron dinero por su causa. Siempre le decía que se mantuviera alejado de ellos, pero nunca me admitió lo que estaba haciendo porque me amaba mucho", repite la mujer.
En la entrevista, va haciendo repaso de las vueltas que su hijo dio por el mundo, en su camino hacia el terror total. Cuenta que a principios de la década de 1980 viajó a Afganistán para luchar contra la ocupación de Rusia, su primera vez en las armas, confirmada por los servicios secretos occidentales. Ella defiende esa incursión como una lucha por liberar un territorio. "Todos los que lo conocieron en los primeros días lo respetaban (...) Al principio, estábamos muy orgullosos de él. Incluso el gobierno saudita lo trataba de una manera muy noble y respetuosa. Y luego vino Osama, el yihadista", se duele.
"Nunca me pasó por la mente que podría convertirse en yihadista. Estábamos muy molestos. No quería que nada de esto sucediera. ¿Por qué lo tiraría todo así?", asegura la madre, que insiste en culpar a su entorno y a las malas compañías todo lo que vino después, el que se convirtiera en el terrorista más conocido del planeta. La última vez que la familia lo vio fue en el mismo Afganistán, en 1999, cuando lo visitaron dos veces en su base, a las afueras de Kandahar. Luego, nada.
"Lo amaba tanto que se niega a culparlo"
En la entrevista exclusiva de The Guardian se relata que, en un momento dado, la mujer tiene que irse a otra habitación a descansar. Es entonces cuando los hermanos de madre de Bin Laden continúan la conversación con Chulov. Para empezar, remarcan que su madre no es una persona objetiva al hablar del jefe de Al Qaeda, porque pese a todo lo pasado le guarda un gran cariño. "Han pasado 17 años y ella sigue negando a Osama", dice Ahmad, uno de ellos. "Lo amaba tanto que se niega a culparlo", abunda.
"Fue una sensación muy extraña. Sabíamos desde el principio que era Osama cuando vimos lo que ocurrió en Nueva York. Desde el más pequeño hasta el mayor, todos nos sentimos avergonzados de él. Sabíamos que todos íbamos a enfrentar horribles consecuencias", comentan.
Ellos sí relatan las consecuencias para la familia: los interrogatorios, los vetos para viajar, los seguimientos, la sospecha... Ahora, casi dos décadas después, los Bin Laden pueden moverse con relativa libertad. Pero recuerdan que los hijos de Osama siguen exiliados, vigilados y con la sombra del rechazo a cuestas, como se narra en el libroThe Exile , escrito por los periodistas británicos Cathy Scott Clark y Adrian Levy.
Dos Osamas
The Guardian también ha entrevistado para la ocasión al príncipe Turki al-Faisal, jefe de la inteligencia saudí durante 24 años, justo entre 1977 y el 1 de septiembre de 2001. "Hay dos Osama Bin Laden: uno antes del final de la ocupación soviética en Afganistán y uno después. Él no era un guerrero", explica Turki.
Cuando regresa a Jeddah, sin embargo, ya era otra persona. "Había desarrollado una actitud más política. Quería expulsar a los comunistas y marxistas de Yemen. Lo recibí y le dije que se detuviera", continúa. "Pero él tenía cara de póker", abunda. Bin Laden cambia de aires, va a Pakistán, luego a Sudán. Se plantea un exilio permanente y se marcha a Afganistán.El jefe de los talibanes, el Mullah Omar, se niega a entregarlo a los saudíes. Encontró un espacio y allí se hizo tan poderoso como para poner en jaque a EEUU y asustar hasta el tuétano al mundo.