'Impeachment' a Donald Trump: ¿el último recurso para acabar con su presidencia?
Todavía no ha llegado y ya son muchos los que quieren que se marche. Tanto, que la palabra ‘impeachment’, esa que se refiere al proceso que podría forzar su dimisión, le acompaña incluso desde antes de ser elegido. Ese es el panorama que rodea a Donald Trump a menos de una semana de que asuma el cargo de presidente de EEUU. Y las polémicas que no paran de florecer a medida que pasan los días no es que le ayuden precisamente.
Uno de los pocos que sí creyeron que Trump ganaría y que se atrevieron a decirlo públicamente está el profesor de la Universidad de Washington Allan Lichtman. Lleva 32 años acertando el nombre de los que serían los inquilinos de la Casa Blanca y esta vez también atinó. Ahora acaba de hacer otra predicción en The Washington Post: “Los republicanos no quieren a Trump como presidente, porque no pueden controlarlo. Es impredecible. (...) Estoy seguro de que Trump dará motivos para su destitución, ya sea haciendo algo que ponga en peligro la seguridad nacional o porque ayude a su bolsillo”.
Entonces, ¿si prosperase un ‘impeachment’ a Donald Trump esto implicaría su final? La respuesta es no. El proceso es largo y que se inicie no tiene que significar el final de la presidencia del magnate.
Sólo hace falta echar un vistazo a la historia reciente para percatarse de que, ni con un 'impeachment', hay garantías de que Trump deje el cargo. Sólo dos presidentes de Estados Unidos se han enfrentado a este procedimiento. El primero, el demócrata Andrew Johnson lo hizo en febrero de 1864, cuando fue acusado por destituir a su Secretario de Guerra, Edwin M. Stanton. El más reciente lo sufrió el también demócrata Bill Clinton, en diciembre de 1998, por la polémica suscitada por el caso Lewinsky y por haber mentido en las sesiones de control del Congreso sobre este asunto. Ambos procesos fueron aprobados por la Cámara de Representantes, pero rechazados por el Senado. En 1974, el Congreso iniciaba los preparativos para un 'impeachment' al presidente Richard Nixon cuando el republicano presentó su dimisión por el escándalo del caso Watergate.
Y entonces, ¿qué pasa con Trump? ¿Cumple los requisitos? Hasta el día de hoy ha dado ya motivos de sobra para que se inicie el proceso en su contra, pero juega con un factor a su favor: su partido, el republicano, tiene la mayoría en las dos Cámaras, lo que dificultaría que el ‘impeachment’ saliera adelante. “Trump sabe que juega con ventaja. Los republicanos son un partido muy unido, por lo que sería raro que se la jugaran ahora, les perjudicaría mucho. Tiene que pasar algo muy gordo -más aún- para que den el paso. La clave puede estar en sus negocios”, explica a El Huffington Post Alana Monceri, profesora de la Universidad Europea de Madrid. Otra cosa distinta es qué pasará en 2018, cuando los demócratas tendrán la oportunidad de recuperar el control de la Cámara.
Los próximos días serán, sin duda, críticos. Trump sigue sin presentar su declaración de la renta y el hecho de que durante la primera rueda de prensa que ofreció desde su elección dijera sin tapujos que si quisiera podría dirigir sus empresas y ser “presidente al mismo tiempo", dice mucho de sus intenciones. De momento ha comunicado que ha cedido el "control total" de su imperio inmobiliario a sus dos hijos varones, Eric y Donald Jr, y considera que con eso ya evitará los conflictos de intereses con su nuevo cargo de presidente de Estados Unidos. Sin embargo, ahí está la Constitución, en la que se prohíbe muy claramente que cualquier persona con un cargo electivo perciba "emolumentos" -una remuneración adicional que corresponde a un cargo o empleo- provenientes de países extranjeros. Esto hace que la opción ideal pase, para Moceri, porque Trump venda su Organización. “¡Si hasta Jimmy Carter tuvo que vender su finca familiar para asumir su cargo o, Rex Tillerson, nominado por Trump para ser secretario de Estado, está vendiendo sus acciones en Exxon Mobil!”, añade esta analista.
El presidente electo de Estados Unidos tiene, a día de hoy, participación en 500 empresas ubicadas en diferentes países, por lo que hay quien estima que puede usar su nuevo cargo para beneficio propio o de sus socios. Trump insiste en que se alejará de sus negocios, pero expertos en ética consideran que podría sentirse tentado de ajustar las normas, los impuestos y la política exterior del país para beneficiarse él mismo o a sus socios comerciales. Otros gobiernos podrían tratar de influenciarlo favoreciendo o perjudicando los negocios que pueda tener en esos países.
La gestión de sus negocios sigue siendo, por tanto, un interrogante demasiado grande como para que pase inadvertido y no genere desconfianza. De ahí que, junto a las polémicas que suma desde el mismo día que anunció su candidatura -allá por julio- hacen que 'impeachment' siga apareciendo vinculada a su nombre. Pero la historia ya ha demostrado que es complicado aventurar qué puede pasar. Eso sí, Trump va sumando cada vez más puntos para que se abra el juicio contra él y, si sigue como hasta ahora, tarde o temprano se iniciará el proceso. Otra cosa será el desenlace… Ya se sabe, hablamos de Trump y con él todo puede pasar.