Cómo sobrevivir a la Navidad en un piso compartido
Compartir piso con amigos está muy bien, hasta que llegan las diferencias. Uno de estos momentos críticos se produce en Navidad: cada compañero es de su padre y de su madre y a cada uno le gusta celebrar estas fechas de una forma diferente o, directamente, no celebrarlo. Por eso, seguro que a más de uno le vienen bien algunas claves para sobrevivir a la Navidad en un piso compartido.
En primer lugar, es importante reconocer a los sujetos que habitan la casa. Puede haber muchos tipos de compañeros de piso y en esta época salen a la luz muchos de sus defectos y virtudes. Una vez analizados los compañeros de piso, hay que evitar las situaciones que harán que quieras hacer las maletas e irte.
El compañero de piso navideño. Si no te gusta esta celebración, intenta mantenerte alejado de este sujeto y, sobre todo, no le mires directamente a los ojos. Si lo haces, te sorprenderás a ti mismo colgando las luces del árbol con un gorro de Papá Noel. El compañero de piso navideño adora los adornos, la purpurina, el turrón y los villancicos. Esto último supone uno de los mayores problemas en los pisos compartidos, pues cuando se acercan las fechas de las fiestas, este compañero entra en bucle con las listas de villancicos de Spotify y es fácil que acabes soñando con tirar los altavoces por la ventana.
El compañero de piso Grinch. Ese al que le dices la palabra Navidad y le entran náuseas. No se sabe muy bien si se atragantó de pequeño con un polvorón o si los Reyes Magos le trajeron demasiado carbón. "¿Por qué no te metes esas luces de colores por donde te quepan?", "La Navidad es una mentira para que consumas" o "¿Cómo puede hacerte ilusión un gordo vestido de rojo que se queda atascado en la chimenea?", son algunos de sus debates favoritos. El compañero de piso navideño siempre acaba amenazándole con meterle un trozo de roscón en la boca para que se calle.
El compañero de piso al que ni le va, ni le viene. Suele ser el que mejor parado sale durante estas fechas. Le da lo mismo que llenes la casa de adornos o que no compres ni una mísera tableta de turrón. Irrita mucho al resto de los habitantes de la casa porque nunca se posiciona. Se divierte presenciando las discusiones pero, cuando se le pide que tome partido, se limita a levantar la mirada, suspirar y decir: "Haced lo que queráis". Eso sí, no deja pasar la oportunidad de comerse los mazapanes o brindar con el cava que ha traído a casa el compañero de piso navideño. Cuando alguno de sus compañeros le saca el tema sobre su reacción es muy parecida a esta...
El momento de comprar los adornos. ¿Bote común? ¿Paga uno los adornos y otro la comida? ¿Belén o árbol? La verdad es que nadie quiere poner dinero para comprar unos cachivaches que sólo se sacan de la caja 15 días al año. Desde noviembre empezáis a planear una tarde comprando figuritas en la Plaza Mayor de Madrid, como una familia feliz. Pero la realidad es otra: se echa a suertes y, al que le toque, arrasa con lo más barato y hortera que encuentre en el bazar de al lado de casa...
Cuando uno pone los villancicos un domingo de resaca y al levantarte tu salón está así...
...Y tú sólo intentas pasar desapercibido y equilibrar el ph así:
El gasto de las luces. A unos les encanta tenerlas encendidas por el "espíritu navideño" pero luego llega ese amigo que les devuelve a la realidad con un: "Apaga eso que gasta mucho y no hay dinero".
El borracho mandón. Mientras el resto prepara la casa para las visitas, organiza las bandejas de turrón o cuelga los adornos, siempre hay uno cuya función es beber cerveza y dar órdenes a los demás. Que si ese adorno está torcido, que si hay que cortar más queso, que quién va a comprar más jamón...
Las comidas y las cenas. Si estáis lejos de vuestras familias y no volvéis con ellos por Navidad, toca hacer las comidas y cenas de las fechas especiales en el piso. Algo que suele suponer un problema: la compra se hace en el último momento, hay peleas por quién lleva el vino y siempre hay alguien a quien no le gusta el marisco... Procura no acabar así:
Pero hay algo que conviene recordar: da igual lo que pase en Navidad. Tus compañeros de piso son los que están ahí cuando llegas cansado del trabajo o de la universidad con una cerveza abierta para animarte. Y, para qué mentirnos, también son los que te pasan el rollo de papel higiénico cuando no queda en el baño, los que te abren la puerta cuando tu borrachera no te permite encajar la llave o los que te han visto enfermo, de mal humor o recién levantado, con tu pijama de franela y tu cara de hoy no quiero ir a trabajar y siguen ahí.