Oliver Stone: "Las revelaciones de Snowden no eran más que la punta del iceberg"
El famoso director de 'JFK' y 'Wall Street' habla sobre su última película, 'Snowden', sobre la persona de Edward Snowden, sobre el carácter totalitario del “capitalismo de la vigilancia” y sobre el presidente ruso, Vladimir Putin.
En su película, usted retrata a Edward Snowden no como un traidor, sino como un patriota de la era informática que defiende a los ciudadanos estadounidenses de sus propias agencias de inteligencia. Llegados a un punto, en la película, Snowden y sus colegas se sorprenden al enterarse de que el nivel de vigilancia sobre los americanos era mayor que sobre los adversarios de América, los chinos y los rusos.
Desde las revelaciones de Snowden, se han reformado las leyes sobre seguridad para contener una amplia colección de metadatos sobre los ciudadanos de Estados Unidos. ¿Usted las considera salvaguardas de las libertades civiles o débiles reglas que se pueden volver a modificar si hay otro gran ataque terrorista (o si gana Donald Trump)?
Como dijo Snowden, “sólo han cambiado las cortinas de la Casa Blanca”. La capacidad, por supuesto, sigue ahí. Ha habido algunas modificaciones, pero sigue habiendo varios retos pendientes de la judicatura federal, algunas leyes que consideran inconstitucionales las escuchas masivas, en lo que creo firmemente, mientras que otras se han movido en la dirección contraria. Así que ahora todo es un lío burocrático con mucha confusión sobre dónde están las fronteras. Van a hacer falta años para aclarar todo esto.
Este episodio después del 11-S a través de las revelaciones de Snowden (y más) es una historia para la historia, justo el motivo por el que hice la película.
James Risen, del New York Times, tuvo la exclusiva sobre las escuchas en 2004, pero decidieron no publicarla en ese momento porque les dieron un toque George Bush y su tropa aludiendo a razones de “seguridad nacional”. Si esa vigilancia masiva se hubiera sabido en ese momento, habría cambiado el resultado de las elecciones a favor de John Kerry, el oponente de George Bush, que trataba de conseguir su segundo mandato.
Al final, el Times publicó la historia a finales de 2005. Fue el primer signo de lo que algunos sospechábamos: que estaba pasando algo muy malo dentro de la Administración de Bush y que había políticas como las torturas con simulación de ahogamiento en los interrogatorios.
Pero hasta junio de 2013, después de cinco años con la Administración “reformadora” de Barack Obama, Edward Snowden no abrió de par en par el dique de los secretos con sus revelaciones de programas como el Upstream y el PRISM [que accedían a los datos personales de las bases de datos de Google, Apple, Yahoo y Microsoft].
Eso es nueve años después de que Risen descubriera la historia de la vigilancia masiva. Lo que Snowden tenía eran las pruebas duras, las que exponían programas que iban más allá de la imaginación de la gente sobre lo que estaba haciendo el gobierno.
Y cuando me introduje más en el proceso de realización de la película, me di cuenta de que todo eso no era más que la punta del iceberg. Hay muchos más, cientos, quizás, de esos programas de espionaje, como XKeyscore, [que permite la vigilancia de prácticamente todo lo que hace una persona en internet] o Boundless Informant [que mapea por países los datos recogidos de los ordenadores y las redes de telecomunicación].
Ahora hemos llegado incluso más lejos, hasta la guerra cibernética, que Obama reveló al mundo desde los primeros días de su mandato, cuando aceleró los ataques de virus Stuxnet —iniciados en la era Bush— que contaminaban y dañaban los controles de los centrifugadores nucleares de Irán. Por primera vez, Estados Unidos estaba usando un arma digital de forma ofensiva, no defensiva. Una de las mayores preocupaciones de Snowden es que la comunidad de inteligencia no ha estado defendiendo a América tanto como construyendo habilidades ofensivas.
Oliver Stone, director de Snowden y ganador de un Óscar.
Lo que quiero decir es que, con todas las revelaciones de Snowden, aún no se ha expuesto todo. Sólo son una derivación de todo que lo todavía subyace. En la película tratamos las escuchas masivas y los drones, y sólo tocamos un poco el tema de la ciberguerra. Mostramos cómo Snowden se da cuenta, en un viaje oficial a Japón, de que los agentes estadounidenses estaban introduciendo virus en los sistemas informáticos de los japoneses. ¡Nuestros aliados! ¿Quién sabía eso?
Ahora, mirémoslo desde el otro lado. Habiendo visto que Estados Unidos usa Stuxnet y otras armas digitales de forma ofensiva, ¿no creéis que se habrán espabilado en Irán, en China y en Rusia y habrán construido sus propias herramientas? Ahora estamos en la carrera de las armas digitales.
Y eso ni siquiera incluye a los hackers no estatales. Hace un par de semanas un grupo llamado Shadow Brokers dio un aviso a las élites de la inteligencia. Afirmaban haber hackeado a la NSA y robado armas cibernéticas que dicen que subastarán al mejor postor. Dicen "sabemos qué armas tenéis y vamos a ir contra vosotros a menos que abandonéis esta forma de guerra".
Estados Unidos ha sido el país más culpable de la ciberguerra. Y ahora nos lo están devolviendo.
¿Y si gana Trump?
Personalmente, no creo que tenga oportunidades. Hillary va a ganar. Y entonces tendremos un camino rocoso por delante porque su política exterior es vehemente y beligerante. Fue una secretaria de Estado terrible, probablemente peor que Condi Rice. Sigue una línea militarista dura y agresiva.
La paradoja de la era de Internet es que una mayor conectividad implica una mayor capacidad de vigilancia (y no sólo por parte del Gobierno, sino de empresas privadas del sector digital que recopilan y aprovechan la información personal por motivos comerciales) ¿Eso también le preocupa?
Un grupo de gente jugando a Pokémon Go en el Círculo Memorial a Quezón en Manila (Filipinas).
Por supuesto. Hace poco dije que el juego Pokémon Go, que accede a la información personal de la cuenta de Google, alcanza un nuevo nivel de invasión. Empresas como Google se benefician enormemente de la recolección de datos de las búsquedas, del comportamiento y de las costumbres personales. Se maneja más dinero al vender esos datos que al vender un producto. Es capitalismo de vigilancia. Es una nueva forma de totalitarismo, la verdad.
Desde el respecto a la vigilancia del Gobierno, son las empresas privadas las que han empezado a instalar software de encriptado para que el Gobierno no pueda entrar por la puerta de atrás. Tienen miedo de perder a su clientela. Han pasado de ser colaboradores a irse al otro bando: "Ahora te vamos a dar privacidad".
Espero que sea verdad. ¿Existen todos estos programas de encriptado? ¿Podemos confiar en ellos? No se sabe. Todos nos movemos en un mar de incertidumbre. Medimos nuestras palabras. Es un efecto paralizador. Macartismo 2.0.
En la película, llega un momento en el que Snowden le advierte a su novia de que tenga cuidado con lo que publica en Internet y ella se encoge de hombros y dice: "No tengo nada que esconder". ¿Acaso es ingenua la comúnmente llamada "generación Facebook" y está ya aclimatada a esta nueva era de vigilancia?
No creo que se pueda generalizar con una generación entera. Pero en cierta medida sí que creo que existe una cierta pasividad, una sensación de de todas formas, ¿qué se puede hacer?. No es como si existiera un método de comunicación alternativo. La única solución es desconectar por completo. Algunas personas lo hacen. Por eso Snowden, entre otros, lucha para conseguir una regulación real y una reforma de Internet.
Un grupo en contra de la vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) se manifiesta en Washington para oponerse a la vigilancia por parte del Gobierno de la actividad 'online' y de las llamadas telefónicas.
No hay razón para creer que las empresas privadas no quieran hacerlo para proteger la privacidad de sus clientes de los ojos del Gobierno. La competición sobre la privacidad sería beneficiosa. Desde el punto de vista comercial, esta competición puede acabar con el monopolio de las empresas como Google. Me gustan las medidas que ha tomado Europa, que intenta romper el monopolio de Google. No se les puede permitir que se vuelvan locos.
Hace poco, el New York Times publicó un artículo sobre el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, en el que insinuaba que, deliberadamente o no, está beneficiando a Rusia. Mientras Assange se ha negado a criticar la mano dura de Rusia con la libertad de expresión, Snowden ha hecho lo contrario: ha comparado una propuesta de ley rusa con "Gran Hermano". Para usted, ¿qué diferencia hay entre Assange y Snowden?
Ed Snowden ha jugado bien sus cartas. Le encanta su país, Estados Unidos, y quiere volver a casa. Es un patriota que quiere arreglar las cosas que están mal y ponerse manos a la obra. Tiene una mente brillante y creo que podría ayudar a la NSA. Eso se ha perdido. No hay indicios de que sea un traidor en ese sentido. Es duro con los rusos, está claro tanto por sus declaraciones como por lo que me ha dicho a mí en privado.
No sé si se da cuenta de que no podría haber conseguido asilo en ningún otro país aparte de Rusia, que no está al alcance de las agencias de inteligencia estadounidenses. Ninguna redada de los SEAL se va a esforzar por traerle de vuelta. China, Rusia o Irán son los únicos lugares en los que Estados Unidos no podría haber obligado a que sus Gobiernos le deportaran a Estados Unidos ni podría haber organizado una operación comando. Incluso China se fue por las ramas con la presión.
"[Assange] concibe el mundo como si estuviera dominado por el amenazador imperio estadounidense y quiere luchar y acabar con él", afirma Stone.
Hay una escena en la película en la que se muestra que el avión presidencial de Bolivia de Evo Morales tuvo que aterrizar en Austria después de que Portugal y Francia le negaran el aterrizaje para repostar porque se sospechaba que Snowden podía estar dentro del avión. Si eso no demuestra el dominio que tiene Estados Unidos del mundo, no sé qué lo hará.
Julian [Assange] tiene una perspectiva del mundo muy diferente y se encuentra en una situación muy distinta. Concibe el mundo como si estuviera dominado por el amenazador imperio estadounidense y quiere luchar y acabar con él. No tiene nada que ver con Snowden.
Ha pasado mucho tiempo en Rusia filmando la película de Snowden y ha hablado con Vladimir Putin. ¿Cuál ha sido su impresión?
Muy perspicaz. Racional. Impasible. Es un patriota ferviente que cree en una Rusia fuerte, es un "Hijo de Rusia", tal y como dicen allí. Le devolvió a Rusia su integridad tras su derrumbe en la época postsoviética de Boris Yeltsin. Fue detrás de los oligarcas y les dijo "no pasa nada si tenéis en cuenta el interés de la nación, pero no os queremos en la política". Deberíamos hacer lo mismo en Estados Unidos.
Putin es un capitalista que cree en la empresa privada, y eso es lo que quiere. Estaba intentando levantar la economía, que ahora se ha visto trastocada por las sanciones occidentales. Al igual que los líderes chinos, concibe a Estados Unidos como si estuviera buscando iniciar un levantamiento popular al estilo de la "revolución del color", como en Ucrania, para expandir su radio de influencia y no dejar que Rusia se fortalezca. Estamos pinchando al oso, pero es un oso duro de roer.
Esta entrevista se publicó originalmente en 'The WorldPost' y ha sido traducida del inglés por Irene de Andrés Armenteros y Marina Velasco Serrano