Rosa Díez: "Hubiera sido bueno un Gobierno a la alemana sin Rajoy ni Sánchez"
Su madre siempre decía: “Hijos, no sois más que nadie, pero tampoco menos. No esperéis que nadie venga a buscaros. Salid a buscar vuestro camino, sed curiosos, leed”. Esas palabras se le quedaron grabadas a Rosa Díez (Sodupe, Vizcaya, 1952), que desde muy joven sintió pasión por la política.
Hoy ya no está en primera línea y observa el convulso momento político como una jubilada más. Desde que dejó su escaño en el Congreso de los Diputados ha tenido tiempo para acabar el libro Los aventureros cuerdos (Ediciones Península), en el que narra la historia de UPyD -el partido que fundó en 2007-.
Una historia que arranca tras su salida del PSOE, partido en el que militó treinta años, y la puesta en marcha de su intento de “revolución magenta”. Hasta la llamó el por aquel entonces jefe de la oposición, Mariano Rajoy, para comer con ella y trasladarle su preocupación por el nacimiento del partido.
Un camino que no ha sido fácil, especialmente durante los últimos años. Defiende sus propuestas políticas y su intento de regeneración, pero también denuncia que todo aquello le creó “enemigos poderosos” que emprendieron una campaña de acoso y derribo contra ella. Ellos son los que están en los alto de la torre, como les gusta llamarlos. Tiene claro que era una persona incómoda para el establishment y apunta que detrás de Podemos y Ciudadanos están operaciones de la élite. Es hora de hacer balance. Sin morderse la lengua.
¿Cómo ha visto el fracaso de los pactos y tener que ir a elecciones el 26 de junio?
Es un fracaso de los políticos que han sido incapaces de gestionar la situación y hacer un acuerdo para resolver los problemas de España. Vamos a llamar a las cosas por su nombre, ni han fracasado la política ni los pactos, sino cuatro señores. No han fracasado los españoles que votaron eso. Estas consecuencias son producto de la incapacidad de unas personas de asumir su responsabilidad. Ante eso, menos mal que no han hecho Gobierno. Los españoles vamos a poder ir a las urnas y juzgarles no solo por lo que dijeron el 20 de diciembre, sino por lo que han hecho desde entonces.
¿Qué pronóstico hace de cara al 26-J? ¿Quién será el presidente de España?
Vamos a dejar votar a la gente. No soy de las que piensa que no va a cambiar nada, la gente tiene más información que nunca y más capacidad para elegir. No sé cuál parecido será el mapa del Congreso al día siguiente, pero sí puedo afirmar que ninguno se comportará de la misma manera que después del 20-D. Su comportamiento ya ha tenido consecuencias negativas.
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¿Qué Gobierno sería mejor para España? ¿Una coalición PP-PSOE, un Ejecutivo de izquierdas, el pacto PSOE-Ciudadano-Podemos?
El Gobierno será el que decidan los españoles…
¿Pero a usted cuál le gustaría?
Me gustaría un Gobierno que fuera capaz de enfrentarse a los grandes problemas, que lleve en su programa esas propuestas de regeneración democrática y la reforma de la Constitución. Eso no es una suma de siglas, no es de derechas ni de izquierdas. Yo creo que después del 20-D hubiera sido bueno para España, aunque no para sus dirigentes políticos, un Gobierno que provocara unas Cortes Constituyentes y tuviera un mandato de dos años. Un Gobierno a la alemana, no a la valenciana, sin Rajoy y sin Sánchez.
Habla de un Gobierno a la alemana sin Rajoy ni Sánchez. ¿Se atreve a decir un nombre como presidente?
No, eso ya ha terminado. Lo importante no era el nombre sino el mandato de que tenía que reformar la Constitución.
¿Qué ha sentido al ver la ronda de consultas del rey sin UPYD?
Una lástima para los españoles porque la democracia hubiera ganado con UPyD en el Congreso como ha pasado en los ocho años que hemos estado. En algunos de los grandes cambios que se han producido en España hemos tenido protagonismo. Eso está en nuestro haber. Las ideas que hemos defendido han triunfado aunque no hayan elegido los españoles a las personas que las defendieron para que sigan en el Congreso. Hay que asumir esa realidad. Nuestras ideas están ahí y eso para España es bueno.
En este momento políticamente convulso, ¿añora estar en primera fila?
Yo quería estar, pero los electores dijeron que no. Tengo que asumirlo.
En el libro hace un repaso de la historia de partido desde la fundación hasta la actualidad. ¿Cuál fue su mayor acierto? ¿Y el gran error?
Nuestro mayor acierto fue fundar el partido, tomar la decisión de arriesgarnos a ganar. Hicimos un diagnóstico acertado del país, las necesidades de España de regeneración democrática, reforma de la Constitución, la despolitización de la Justicia, la superación del bipartidismo, la crisis económica lastrada por una crisis política...
Y las grandes decisiones políticas que tomamos en estos años han sido un acierto. Por ejemplo, cuando decidimos presentar una querella contra los responsables de Bankia e ir a la Audiencia Nacional contra todos los pronósticos y enfrentándonos con los más poderosos. ¿Fue un error político? No, personal quizás porque nos creamos enemigos. Nos generamos una fama, además, de insobornables, de tocanarices, de antipáticos. Eso igual no fue rentable electoralmente. Quizás si hubiéramos sido más sumisos y más flexibles, nos hubiera ido mejor. Pero somos una rara mezcla entre radicales en el fondo y moderados en las formas, un partidario muy revolucionario y muy institucional. Nuestro mayor error fue creer que eso podría triunfar en tan poco tiempo.
Habla de enemigos poderosos y en el libro cuenta que hubo una campaña de acoso y derribo contra su persona en los últimos años. ¿Cómo lo vivió? ¿Quién estaba detrás?
Detrás estaban aquellos a los que molestábamos, a los que nuestra presencia les había complicado la vida. No es ninguna novedad, los periodistas me lo han contado desde hace tiempo. No es la primera vez que ocurre en España, para ganar al PSOE decidieron liquidar a González. No me quiero comparar. Para eliminar también a UCD, decidieron quitar a Suárez.
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¿Fue dura esta etapa final en el UPyD?
Invito a leer las columnas que salían todos los días sobre mí. No podían acusarnos de nada que tuviera que ver con corrupción, no encontraron nada. Entonces, fueron a por la persona. En España si hablas bien de alguien, tienes que demostrarlo, y si lo haces mal, ahí queda. Día tras día aparecían calificativos personales, no críticas políticas. Eso va minando, haciendo daño. Fue más doloroso para mis hijos y mi entorno que para mí. ¿Cómo te defiendes de eso? Me decían mandona, dura. Si eres un hombre, tienes liderazgo, y si eres una mujer, una mandona.
¿Hubo machismo?
Sin duda. Eso no es privativo de la sociedad española. De Hillary Clinton dicen en la campaña que es una gritona.
La bajada electoral de UPyD coincide con el ascenso de Ciudadanos. Usted afirma que este partido está apoyado para mantener el establishment y el statu quo.
Demostrado está. Hoy es más verdad que nunca y lo duda mucha menos gente. Cuando antes lo contaba, había gente que decía que veía fantasmas en todas las partes. Nos decían que éramos iguales. No, perdona, este es un partido transparente, no hay ni la más leve mácula de historias raras. Lo que pasa es que las cosas tienen que ocurrir para que la gente se las termine creyendo.
¿Cómo ve el papel de Rivera que se ha presentado como una especie de Adolfo Suárez?
A las personas se nos debe juzgar por lo que hacemos, no por lo que decimos de nosotros mismos. Le escuché decir que el rey y él habían estado a la altura. No sé cómo contarte. Cada cual puede juzgar lo que ha ocurrido en estos últimos meses, cómo se han portado los dirigentes y en qué medida, más allá del discurso y la estética, han sido fieles a sus compromisos electorales. Ahí están retratados todos. En estos meses han primado sus intereses personales. Ha cambiado la estética, pero lo demás es tan viejo como siempre, dicen las mismas cosas, el mismo latiguillo.
Una de las cosas que más sorprende es la confesión que le hace un empresario de que Podemos es un producto ideado por Pedro Arriola, sociólogo de cabecera del PP, y apoyado por Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría, pero que se les va de las manos después de las europeas. ¿Es cierto?
Sabemos que es cierto. Tan cierto como que uno de los empresarios de ese grupo, más lenguaraz que otros, en una rueda de prensa en público dice que se necesita otro Podemos de derechas. Sí, hay una operación.
Eso es lo que llama la Operación Complemento…
Sí, que luego en algún momento ha querido ser el sustituto en vez de complemento. Es algo lógico del establishment que quiere dirigir el país sin presentarse a las elecciones. Lo ha hecho bastante bien desde la Transición. Hubo una operación inicial que se gesta en Cataluña y que tiene que ver con el cambio de CiU, que era el partido que alternativamente garantizaba la gobernabilidad en Cataluña y hacía de complemento del bipartidismo. Cuando se va al monte, deciden que se necesita un partido en el Parlament y que también esté en las Cortes para sustituir a Convergencia y hacer los apaños. Ahí empieza el apoyo a la operación previa a las elecciones europeas y se cuece la coalición de C’s con los partidos regionalista y localistas. Eso va en paralelo a la operación de Podemos, para desgastar al PSOE y que tenga que pactar con el PP una gran coalición, con los socialistas más abajo.
También narra una operación diseñada por las élites para que Susana Díaz liderara el PSOE y propiciara la gran coalición.
Eso es paralelo a lo de Podemos. Esa operación se da, los medios lo saben, hay un grupo de líderes que la empujan a intentar el liderazgo del PSOE, pero ella al final decide no hacerlo. Cuando sustituyó a José Antonio Griñán, a los cuatro días estaba haciendo entrevistas como la gran lideresa de esa formación y con ese encargo de poder ser esa dirigente nueva pero con sentido nacional que pueda pactar con el PP. No para entregarse, pero sí que pueda sentarse a hablar.
Usted que formó parte del PSOE durante décadas, ¿cree que volverá a ganar algunas elecciones generales en España?
Sí, salvo que se convierta, y lleva camino de que ocurra, en algo parecido al Partido Socialista Italiano.
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¿Cómo fue esa batalla interna final en UPyD? ¿Le decepcionó Irene Lozano?
En ese momento, sí. Ella tomó su opción. Yo cuento lo que ocurrió y los hechos son los hechos.
¿Cómo vivió esa transformación de Lozano de compañera de escaño a enemiga interna?
A las personas se las conoce por sus hechos. En UPyD los protagonistas no son las personas de las que estamos hablando, sino la gente generosa que ha trabajado como escudera de estas ideas. Me quedo con ellos, con los otros no. A este partido la inmensa mayoría vino para servir al país, sé que no se lleva decirlo así y que puede parecer pretencioso. Pero es así, la inmensa mayoría vino por afán de servicio, y hay quien vino a servirse. Mientras las expectativas electorales eran buenas se sirvió y cuando dejaron de serlas buscaron otro sitio.
¿Tiene sentido que siga existiendo UPyD?
Apoyé una propuesta de Andrés Herzog para que los afiliados pudiéramos debatir en un congreso sobre la disolución. Ese congreso nunca se celebró y nunca pudimos debatir sobre ello. Yo me fui. Si hubiera podido debatirlo, habría aceptado el resultado final.
¿Qué opina del actual líder, Gorka Maneiro?
No voy a hacer descripciones sobre ninguna persona, y menos de dirigentes de UPyD.
¿Votará Rosa Díez el 26 de junio a UPyD?
Claro que votaré, nunca dejaré de votar. Miraré los programas..
¿Pero a UPyD?
Ya digo, miraré los programas, también el de UPyD y a las personas que los representan. Tomaré una decisión coherente con la historia y las propuestas.
