El Congreso dice 'no' a Sánchez
Llegó el primer ‘no’. El Pleno del Congreso ha rechazado este miércoles la investidura del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno con 219 votos en contra, 130 a favor (PSOE y Ciudadanos) y una abstención (Coalición Canaria).
Sánchez no ha logrado la mayoría absoluta requerida por la Constitución -como mínimo 176 de los 350 diputados- para ser nombrado jefe del Ejecutivo en la primera ronda. Ahora deberá enfrentarse en 48 horas -el próximo viernes- a otro debate y posterior votación, en la que le valdría una mayoría simple (más síes que noes).
El líder del PSOE llegó a esta primera votación con el respaldo de su partido y de Ciudadanos, en virtud del acuerdo alcanzado la semana pasada. Entre los dos suman 130 diputados, y con los mismos votos salen de la Carrera de San Jerónimo tras dos intensas jornadas de debate -con sus dardos, sus pullas, sus guiños, sus aplausos y sus abucheos-. Y si no hay ningún giro inesperado, los mismos apoyos tendrá dentro de dos días y no podrá llegar a La Moncloa “la próxima semana”, como anhela.
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Sánchez
Sánchez ha apelado durante dos días al “mestizaje ideológico” para conseguir atraer a Podemos al pacto alcanzado con Albert Rivera. Su intención ha sido presionar a los ‘morados’ para que no voten lo mismo que el Partido Popular y eviten así que Mariano Rajoy siga al frente del Gobierno. Su otro socio, Ciudadanos, ha jugado un papel parecido a la derecha, proponiendo a los populares que permitan el pacto entre socialistas y naranjas a fin de que Pablo Iglesias no pise moqueta ministerial. Y un reproche de ambos al resto de diputados: el bloqueo institucional.
En esta segunda jornada de la sesión de investidura, Sánchez se ha enfrentado a los ‘cara a cara’ con los representantes de los grupos parlamentarios -PP, Podemos, Ciudadanos, ERC, Democràcia i Llibertat, PNV, PSOE y Grupo Mixto-. Todos ellos se habían marchado el martes por la noche del hemiciclo con las palabras en la cabeza del socialista de forjar un Gobierno “de cambio” y de “bien común”, que se basaría en el “diálogo y el acuerdo” y en el que no tendría cabida el apoyo del Partido Popular.
Y a las 9.00 de la mañana ha comenzado la segunda parte de esta investidura fallida casi desde el inicio en la que hemos visto a un Mariano Rajoy dispuesto a atacar con ironía y chistes malévolos, un Pablo Iglesias mitinero con ganas de desangrar al PSOE por la izquierda y a un Albert Rivera sumido en el papel de político educado y hombre de Estado.
EL "VODEVIL" DE RAJOY
El presidente del Gobierno en funciones ha sido el primero en saltar a la pista del Congreso, cuyas alfombras parecen ralentizar la carrera hacia La Moncloa. Rajoy se ha medido con Sánchez tras rechazar hace algo más de un mes el ofrecimiento del rey a presentarse y con la idea de que el líder del PSOE fracasará por la falta de apoyos. Su intención, según ha confesado en varias ocasiones, es intentar la investidura pasado este trance.
Por ello, ha sacado su lado burlón para menospreciar a Sánchez y ha tildado de “vodevil” y de “comedia de enredo” los episodios vividos en los últimos días. Hasta ha querido ridiculizar al PSOE y a Ciudadanos rebajando su acuerdo y afirmando que estaba a la altura -con sonrisa maliciosa- del “pacto de Guisando”. Ataques precisamente a los dos partidos que quiere que le apoyen en las próximas semanas. Rajoy ha llegado incluso tarde al Congreso. ¿Problemas de tráfico o un gesto más en su intento de desairar al candidato socialista? La segunda parte cobra más sentido al escuchar al líder del PP llamar “bluf” al socialista.
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En el fondo del discurso de Rajoy estaba también el intento de contentar a los suyos más que a los otros partidos, debido al desánimo en las filas populares que han visto perder la iniciativa por la inacción de su líder y que desayunan en las últimas semanas con titulares sobre tramas de corrupción en sus divisiones territoriales. La propia candidatura de Rajoy para unas próximas elecciones es cuestionada por sectores del partido y el líder conservador es consciente de ello.
Sánchez no ha querido entrar de lleno en la riña y ha preferido defenderse diciendo que no iba a insultarle. Su principal arma ante Rajoy es presentarse como un estilo totalmente antagónico, como un hombre capaz de pilotar esta nueva España de la que habla y en la que se tiene que gobernar a base de pactos. "Desde el máximo de mis respetos a los 7 millones de españoles y españolas que votaron al PP a los 121 parlamentarios de su grupo, usted se está convirtiendo en el tapón para la regeneración del PP en España", le ha espetado. Además, le ha dejado claro que no piensa ir con los populares por este camino: “La regeneración empieza por que el PP vaya a la oposición". Los dos no soportan ni mirarse.
EL 'COMBATE' ENTRE SÁNCHEZ E IGLESIAS
Conforme avanzaba el debate la temperatura ha ido subiendo en esta mañana con tintes cuasi primaverales en el centro de Madrid. Momento de máxima expectación: Sánchez vs. Iglesias. Los dos teóricamente deberían ir de la mano, pero cada vez parecen alejarse más. De hecho, los momentos más tensos, de mayor ruido y de gestos desencajados en las bancadas se han producido durante su cruce dialéctico.
Iglesias debutaba en la tribuna de oradores con camisa blanca inmaculada. Su objetivo es desacreditar el lado “socialista” del PSOE y asociar completamente el calificativo de izquierdas a su partido. Los dos se han tendido la mano verbalmente… y ninguno ha querido estrecharla. Desde Podemos, se critica el pacto con Ciudadanos, una “naranja mecánica” con un programa económico diseñado por un “economista de Faes” -en referencia a Luis Garicano-.
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Iglesias ha reprochado a Sánchez que les presione con el argumento de van a permitir a Rajoy gobernar. Y, por lo tanto, ha presentado su propia disyuntiva: “O la gran coalición o un gobierno progresista”, decía ante la atenta mirada de un Congreso que se ha revolucionado minutos después.
¿El motivo? El líder morado ha subido el tono contra el PSOE y le ha dicho a Sánchez que no acepte el consejo de “aquellos que tienen manchado su pasado de cal viva, desconfíe". La bancada del PSOE ha entendido rápidamente que se trataba de una referencia a Felipe González, lo que ha provocado gritos: “Fuera, fuera”. Sánchez le ha respondido: “Me siento muy orgulloso de Felipe González”. Y le ha lanzado otro dardo: "Me dolió mucho que ayer llamara preso político a Otegi".
El aspirante socialista ha comentado, no obstante, a Iglesias, Xavier Domènech (En Comú Podem) y Alexandra Fernández (En Marea) que hay más cosas que les unen que que les separan, por lo que ha pedido que no voten como el Partido Popular. “Me ofrezco a que aquellas cosas que estemos de acuerdo usted y yo y no estén en el acuerdo de Ciudadanos las hablemos, y que pongamos en marcha las medidas en las que coincidimos que ya están en el acuerdo", ha resumido. Eso sí, hay una cosa que no está dispuesto a hablar: un referéndum de autodeterminación en Cataluña.
Este punto era esperable, lo que nadie vaticinaba era que tras las intervenciones de las confluencias se produjera una de las fotos del día: el abrazo y el beso en los labios entre Iglesias y Domènech. Podemos ya piensa en la “próxima semana”, pero no para que gobierne Sánchez, sino para intentar articular un pacto de la izquierda en la que consiga entrar también en el Gobierno. Los diputados morados han experimentado por primera vez la sensación de aplaudir a su líder mientras muchos de ellos lo narraban a través de las redes sociales. Y todo ello entre versos de Antonio Machado y letras de Manu Chao: “Me gusta Malasaña, me gustas tú”.
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Domènech e Iglesias
LA MISIÓN DE RIVERA
Como era de prever, el ‘cara a cara’ entre Sánchez y Rivera se ha convertido en un alegato en favor de su documento y del discurso regeneracionista que ha inspirado el documento de 66 páginas con el que quieren conquistar La Moncloa. Guante blanco y agradecimientos.
Rivera tenía otras misiones en la tribuna de oradores. Se ha puesto el ‘traje’ de Adolfo Suárez y ha reivindicado el pacto a través de un papel institucional que ha desarrollado mucho mejor que su faceta como candidato y contrincante en debates televisivos. Por un lado, ha atacado la figura de Mariano Rajoy, el cambio en España no puede pasar por el actual presidente del Gobierno. Pero, a la vez, le ha expuesto que si no accede a facilitar un Ejecutivo entre el PSOE y Ciudadanos, se va a encontrar con Podemos en el poder. “Señor Rajoy, va a votar lo mismo que ERC, Bildu y Pablo Iglesias. Reflexione”, le ha trasladado al presidente en funciones, cuyos gestos delataban que no le gustan que estas críticas lleguen también desde el centro-derecha.
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El discurso de Rivera ha sido el que iba menos destinado a sus filas, se ha convertido en un ejercicio de presentación del rol que le gusta interpretar, de hombre de “acción” al estilo danés o alemán. Desde la tribuna también le han gritado: “¡Visca Catalunya Lliure!”. A lo que ha respondido: “De corrupción”.
UN DÍA MUY CATALÁN, DE INVITADOS Y RAPAPOLVOS
Cataluña ha sido otro de los grandes temas que han estado presentes a lo largo de dos días. Y desde varios flancos. Domènech le ha reclamado una consulta, petición que ha hecho todavía con más fuerza Fracesc Homs, el exconseller que ha enviado CDC a Madrid para negociar supuestamente la independencia con los partidos estatales. Directamente, Joan Tardá (ERC) ha dicho que en unos meses se proclamará la independencia de la república catalana. Sánchez se ha mostrado contrario todas las veces a fragmentar el país, ha rechazado esa votación y ha ofrecido una reforma de la Constitución para avanzar en el modelo federal.
Estas palabras las escuchaba con atención desde la tribuna de invitados Josep Antoni Duran i Lleida (Unió), uno de los políticos que ha protagonizado en los últimos años más debates sobre la cuestión catalana y que quedó fuera del Parlamento el pasado 20 de diciembre. Muy cerca de él estaban los negociadores socialistas José Enrique Serrano, Rodolfo Ares y Jordi Sevilla, los líderes sindicales Cándido Méndez y José Ignacio Fernández Toxo, la portavoz de C’s en el ayuntamiento de Madrid, Begoña Villacís, y el padre Ángel. En la parte alta del Congreso estaban especialmente pendientes los padres de Sánchez -Pedro y Magdalena- y la madre de Iglesias -Luisa Turrión-.
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Patxi López
Los invitados y los diputados han presenciado también por primera vez regañar a Patxi López como presidente del Congreso tras una primera jornada tranquila. Este miércoles le ha tocado lidiar con todos los aludidos que querían hablar -la búsqueda de protagonismo de los ministros José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díaz-. Ha tenido que llamar incluso al orden en varias ocasiones (“Hasta aquí hemos llegado”) y ha pedido buenos modales en el debate: "No hagamos nada que pueda demostrar que no somos respetuosos”.
Titulares, gritos, resoplidos, tuits, miradas, abucheos, papeles, ofertas, negaciones. Al final de esta extenuante sesión el panel de votos se ha teñido de rojo. España sigue sin presidente. El viernes tendrán que votar de nuevo sus señorías. Hoy la palabra que más han repetido ha sido: “No”.