Adictos a internet en China, ¿es el remedio peor que la enfermedad?
Mientras el debate global en relación a internet y China tiende a centrarse en la censura, en la piratería y en el Gran Cortafuegos, muchos padres chinos están más preocupados a causa de un problema muy diferente: la adicción.
El motivo es que miles, si no millones, de progenitores chinos han visto como sus hijos eran absorbidos dentro de un vórtice de maratones de videojuegos e interminables conversaciones en salas de chat. Los gamers —la mayoría de ellos hombres jóvenes— pueden llegar a pasar días y hasta semanas en cibercafés, subsistiendo con un mínimo de horas de sueño. Algunos adolescentes han llegado también a cometer asesinatos y suicidios en nombre de los videojuegos. Un experto chino ha estimado que el número de adictos a internet en el país es de 24 millones.
"Hace cien años teníamos los fumaderos de opio", decía a The Los Angeles Times Tao Hongkai, un sociólogo que escribe sobre la adicción a internet. "Ahora tenemos estos [cibercafés], que son el equivalente a un opio espiritual".
Como respuesta a esta tendencia, China ha estado llevando a cabo esfuerzos coordinados y controvertidos para contener esta marea. Hace varios años, se convirtió en el primer país en catalogar el apego excesivo a internet —heroína electrónica, así la llaman algunos expertos— como una adicción clínica. Varios expertos en salud de EEUU han puesto en duda esta clasificación, aunque allí no hay nada comparable aún a una situación de obsesión tan dramática como la china con las pantallas.
Pero si hay en China un peligro para la salud pública mayor que el uso excesivo de internet, este puede ser nada menos que la draconiana respuesta al problema de las autoridades sanitarias.
Los centros de desintoxicación han brotado por todo el país, con un uso combinado de terapia y entrenamiento físico intensivo para arrancar a los chicos del mundo digital y traerlos de vuelta al mundo real. Pero en este ámbito emergente, los informes de abusos e incluso muertes han impactado a los padres y planteado dudas sobre qué es peor en este caso, si el remedio o la enfermedad.
Dos directoras de cine israelíes se propusieron responder esta pregunta y la naturaleza de las relaciones interpersonales en la era digital a través del documental Web Junkie (Adicto a la web).
El documental se introduce entre las bambalinas de uno de los primeros centros de rehabilitación especializados en la adicción a internet en China y se asoma a las vidas de adolescentes que decidieron dar prioridad a los atracones de videojuegos por encima de sus amigos, de sus tareas escolares e incluso de sus familias. En la película, algunos de los jóvenes llegan a presumir de pasar 300 horas jugando a World of Warcraft, con las pausas justas para echarse pequeñas siestas delante del ordenador.
"Abandonan la escuela, pierden el contacto con los amigos y sus habilidades para la comunicación interpersonal, dejan sus trabajos…". Son palabras de Hilla Medalia, directora de Web Junkie, a The Huffington Post. "Están conectados día y noche y, en casos extremos, usan pañales".
Gracias el seguimiento que las cineastas llevaron de los adolescentes durante el tiempo que pasaron internados en el centro Daxing Boot Camp, a las afueras de Pekín, consiguieron declaraciones de los jóvenes en las que expresaban cuán desilusionados estaban con el mundo de su alrededor. "La realidad es demasiado falsa", subrayaba un joven, incluso ante las risas de sus colegas internos, que se mofaban de él por haber establecido un vínculo emocional con alguien que conoció en internet.
"Siempre estamos conectados, pero siempre estamos solos", sostenía Medalia. "Hemos creado esta nueva soledad".
Las cineastas no fueron testigos de abusos físicos evidentes en las instalaciones de Daxing, pero no puede decirse lo mismo de otros centros del mismo tipo en otras partes de China. La revista Wired informó en 2010 de que en un centro de estilo militar al sur de China, un adolescente había sido golpeado hasta morir menos de 24 horas después de su ingreso debido a que no pudo seguir corriendo alrededor de la pista.
El periódico The Beijing News informó también sobre una pareja que tuvo que volver al centro de la ciudad de Zhengzhou para recoger el cuerpo sin vida de su hija después de haber "caído de forma repetida". Una vez allí, fueron bombardeados con números de teléfono de los compañeros de su hija, desesperados por que sus padres fueran a rescatarlos. Estudiantes de varios centros colgaban señales de SOS de las ventanas cuando aparecían forasteros cerca del centro.
Los padres suelen afirmar que hacen caso de los anuncios de los centros debido a la desesperación de ver a sus hijos sumergirse cada vez más en el mundo online. El documental Web Junkie pone de manifiesto que muchos niños son internados contra su voluntad y llevados a los centros de desintoxicación después de haber sido drogados o engañados.
Las impactantes historias sobre abusos físicos han provocado medidas enérgicas contra las instalaciones no autorizadas, algunas de las cuales, con ánimo de lucro, eran dirigidas por personal sin cualificación médica. El asunto también ha pasado a ser motivo de conversación por todo el país, debatiendo qué tipo de trato deben recibir los niños excesivamente dependientes de los juegos en internet.
Un gran número de expertos chinos y de otros países abogan por la tradicional terapia del diálogo, o incluso recurrir a aficiones inocuas, como criar caballos o cachorros de perros. El psicólogo Kimberly Young, frecuentemente citado como experto en la adicción a internet, recomienda enfoques más delicados como la terapia familiar y en grupos de apoyo.
No obstante, Tao Ran, fundador del centro Daxing Camp, afirma que él puede detectar patrones biológicos y de conducta similares entre los adictos a internet y los adictos a la heroína. Medalia declara que Daxing Camp asegura haber curado cerca del 70% de los adictos a internet que han pasado por su centro, aunque no es posible verificar de forma independiente esta cifra.
Las directoras de Web Junkie, Shosh Shlam y Hilla Medalia, confiaban también en poder llevar el debate más allá de las fronteras chinas mediante el examen de esas líneas, cada vez más difusas, entre las realidades digital y física que están en proceso de reconfigurar las relaciones personales tal y como las conocíamos.
La adicción a internet es "un asunto universal que acapara progresivamente todos los ámbitos de la vida a medida que la frontera entre lo real y lo virtual se va difuminando cada vez más", según recogían Shlam y Medalia en un escrito para PBS en su sección POV. "Antes de pasar por esta experiencia, no podíamos evitar sentir que hay algo que se pierde en el mundo físico, el real, en las vidas diarias de los que viven en Occidente. Este fenómeno y estos sentimientos son los que nos inspiraron para iniciar este viaje".
Este artículo fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The WorldPost' y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno