La inquietante fórmula del ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz: 'buenismo'+inmigración=xenofobia
El ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, ha hecho una inquietante e inexplicable conexión entre lo que llama "buenismo" en el ámbito de la inmigración -un eufemismo que emplea para referirse a la defensa de los derechos humanos y el cumplimiento de la legislación internacional- y "la patología del racismo y la xenofobia". Según el titular de Interior, ambas cosas van "anexas".
En una entrevista concedida a Javier Otazu, de EFE, en Nuakchot (Mauritania), a donde viajó para inspeccionar el dispositivo de control de fronteras exteriores europeas o Frontex, el ministro rebatió las críticas del comisario europeo de Derechos Humanos, Nils Muiznieks, que el pasado viernes recordó a España que las devoluciones en caliente de inmigrantes son ilegales y su normalización, como pretende el Gobierno, suponen el principio del fin del derecho de asilo.
"Alguien tendrá que explicar por qué cuando hablamos de controlar las fronteras exteriores, y las que tenemos en Ceuta y Melilla están sometidas a una presión sin parangón en la Unión Europea, resulta que se cuestiona que España controle esa frontera", deploró.
"No puede ser que unos pocos países aguantemos la presión migratoria y, encima de que controlamos nuestras fronteras cuando se nos pide de forma especial en estos momentos, en lugar de comprensión y ayuda recibamos críticas", se lamentó.
Para el ministro hay un "buenismo" cuando se critica la gestión de la emigración "legal y ordenada" -en contra de la opinión de la UE, la ONU y el Consejo de Europa, que insisten en su ilegalidad, y hasta la Iglesia- propuesta por su Gobierno que lleva acarreado un serio riesgo de xenofobia, especialmente grave en un país como España en el que "no se ha producido la aparición de fuerzas xenófobas".
Fernández Díaz puntualizó además ante las palabras del comisario que "la experiencia demuestra que solo una ínfima proporción de los que intentan entrar en Ceuta y Melilla vienen buscando asilo; se trata de inmigrantes por razones económicas". Muiznieks insistió sin embargo en que por pocos que sean, todos y cada uno de los migrantes tienen derecho a que su caso sea revisado de forma individual en la frontera, con el apoyo de un abogado y un intérprete, como garantiza la legislación internacional.
El ministro prometió la próxima instalación (no precisó la fecha) de oficinas dedicadas en las fronteras de Tarajal (Ceuta) y Beni Ensar (Melilla) para tramitar las peticiones de asilo, que, según él, "acreditarán que la mayoría son personas que sencillamente tratan de entrar ilegalmente".
"No hay legislación nacional, europea o internacional cuya interpretación traiga como consecuencia que un país no está en condiciones de defender su soberanía; pues bien, Ceuta y Melilla definen el límite del territorio español, íntimamente ligado a la idea de soberanía", remachó a Efe.
Pese a que Marruecos no reconoce teóricamente la soberanía de Ceuta y Melilla, su contribución por protegerlas de los asaltos de emigrantes en los dos últimos años ha sido constante, y en este sentido Fernández Díaz insistió en que "hay que ayudarle en el ya muy importante esfuerzo que desarrolla, pues está desplegando muchos recursos humanos y materiales en controlar la inmigración irregular". El comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa criticó que Marruecos no deje aproximarse a la frontera oficial a los migrantes subsaharianos, algunos de los cuales provienen de países donde su vida corre peligro y tienen derecho a solicitar asilo.
El ministro llegó a pedir que Frontex "asuma un papel especial y se implique más ante las dificultades que Marruecos tiene y la ayuda adicional que necesita", pese a que algunas fuentes duden de la voluntad efectiva de Marruecos de sumarse al dispositivo.