El rebrote mundial de la tos ferina podría frenarse con la vacunación adecuada
La tos ferina ha vuelto. Esta enfermedad respiratoria ha rebrotado en los últimos cinco años en países como Estados Unidos, Australia, Reino Unido y Alemania. A España llegó hace tres años, con especial virulencia en Canarias, Cataluña y País Vasco.
Hasta ahora, la tos ferina no había hecho más que disminuir en las últimas décadas en los países desarrollados. Es una enfermedad muy contagiosa que ocasiona una tos violenta que puede derivar en asfixia, vómitos y pérdidas de conocimiento. Los antibióticos hacen desaparecer los síntomas y reducen el periodo de contagio. Afecta a todas las edades pero es especialmente grave para los bebés, a los que puede causar discapacidad permanente e incluso la muerte.
Unos 10 lactantes mueren cada año de tos ferina en España, cifras similares a las de otros países, según ha revelado David Moreno, coordinador del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (AEPED), en declaraciones a El Huffington Post. "De una incidencia de uno o dos casos cada 100 habitantes, hemos pasado a siete casos", añade Magda Campins, jefa del área de Medicina Preventiva del Hospital Universitario Vall d'Hebron.
El rebrote ha sorprendido porque la inmensa mayoría de los niños están vacunados, ya que siempre se la ha considerado una enfermedad infantil. Tras su reaparición, se observan cada vez más casos en dos colectivos que, tradicionalmente, no estaban demasiado expuestos a la enfermedad: adolescentes y adultos.
¿POR QUÉ HA REBROTADO?
Los profesionales de la salud consultados por El Huffington Post señalan que hay varias razones. Campins, la doctora del Hospital Vall d'Hebron, apunta a la vacunación masiva de niños pequeños. "La bacteria circula menos y los refuerzos naturales que habían desarrollado anteriores generaciones no se activan o lo hacen tarde", considera.
Aunque Moreno, el experto en inmunología de la AEPED, asegura que la vacuna es muy efectiva durante ocho o nueve años, no todos están de acuerdo. José María Bayas, portavoz de la Asociación Española de Vacunología (AEV), explica que la vacuna es deficiente porque protege durante poco tiempo (en función de cada persona y el grado de exposición a la bacteria) y no se ha adaptado a los cambios genéticos de la bacteria.
"Las vacunas acelulares de los últimos años son menos eficaces que las que utilizábamos en los años 90", cree Campins, que culpa a esta imperfección de que hayan aumentado los casos entre los niños de cuatro a nueve años, teóricamente protegidos.
Los expertos apuntan que no se detectan todos los casos reales de tos ferina. La experta en medicina preventiva, señala que es una enfermedad infradiagnosticada e infradeclarada por los médicos, lo que maquilla las estadísticas de afectados. "En Cataluña, por ejemplo, hay más casos, pero es porque hay un programa de búsqueda de la enfermedad", explica. Moreno añade que los casos menos detectados son los de adultos, ya que los menores suelen acabar hospitalizados y con un diagnóstico profesional.
Según Bayas, cerca del 30% de los casos de tos crónica que sufren los adultos y que se achacan a la contaminación o al tabaco son, en realidad, tos ferina. "Los médicos, ni la identifican, ni la tratan. Y como es benigna con ellos, los adultos no tienen conciencia del problema que puede suponer si la contagian a los lactantes", reprocha el experto.
A todo ello se añade que el padecimiento de la enfermedad no inmuniza de forma permanente, como sucede con otras dolencias.
Todos los profesionales consultados coinciden, sin embargo, en un dato: con una vacunación apropiada, el rebrote nunca se habría dado. "Pero el calendario de vacunas del Ministerio de Sanidad es bastante impresentable", critica Bayas, en referencia al reducido número de tomas y vacunas que contempla.
LA VACUNACIÓN ES LA CLAVE
Hay distintas estrategias que se han adoptado contra la tos ferina, todas ellas relacionadas con la vacunación, aunque lo ideal sería aplicarlas todas. No hay vacuna adecuada para los recién nacidos, según Moreno, así todas las acciones se dirigen a otros colectivos.
La doctora Campins señala que la vacuna, que se aplica de forma general en cinco dosis (a los 2, 4, 6 y 18 meses, y un recordatorio a los seis años), debería prolongarse hasta la adolescencia como mínimo. "La inmunidad contra la tos ferina dura entre siete y ocho años. Cuando los niños llegan a la adolescencia ya no están protegidos y suponen un riesgo especialmente grave para los bebés de su entorno inmediato", considera.
La vacunación a adolescentes ya se aplica en la mayoría de los países, aunque en España sólo la llevan a cabo Madrid, Ceuta y Melilla. Bayas la califica de efímera y cree que, si las vacunas se aplicaran cada 10 años durante toda la vida, permitirían detener el rebrote. El problema, como apunta el vocal de AEV, es que los adultos no están sensibilizados.
"Vacunar a los adultos es complejo. No hay vacunas obligatorias en casi ningún país del mundo y convencer a alguien de que se vacune para proteger a otro no funciona muy bien", considera Moreno.
Otra posibilidad es la estrategia del nido, vacunar a todo el entorno del recién nacido. "Esto es aún más complicado, porque no son sólo los padres, hermanos, abuelos y tíos, sino profesores, tutores y servicio doméstico", detalla Bayas, experto en vacunación de adultos.
Los tres expertos señalan que la mejor estrategia, en términos económicos y logísticos, está siendo la vacunación de embarazadas en el tercer trimestre. "Transmiten anticuerpos a través de la placenta, lo que protege al recién nacido durante los primeros dos meses, antes de la primera dosis de vacuna", explica Campins.
Esta estrategia se aplica desde hace años en varios países, entre los que destacan los "espectaculares" resultados de Reino Unido, en opinión de Moreno. "Se llegó al 60% de las embarazadas y se han reducido de 70 a 10 los casos de menores de tres meses afectados", sostiene. Pero lo más destacable son los fallecidos: de 14 lactantes muertos en 2012 a 3 en 2013, todos de madres que no se habían vacunado ni habían vacunado a sus hijos.
En España, Cataluña empezó a vacunar al 56% de las embarazadas el pasado enero, "unos números muy buenos", según Bayas, que trabaja en el Hospital Cliníc de Barcelona, además de ejercer de portavoz de la AEV. Asturias comienza este verano. Los efectos todavía están por verse, dada la naturaleza cíclica de la enfermedad, que aparece cada tres o cuatro años.