Borussia Dortmund 4 - Real Madrid 1: Alemania, tierra hostil
Alemania es tierra hostil. El Madrid llegaba a la ida de las semifinales de Champions contra el Borussia de Dortmund con los ecos de la dolorosa derrota del Barcelona ante el Bayern de Múnich y la pesadilla tuvo su réplica en las carnes madridistas tan sólo un día después.
Lewandowski, un delantero alto como un tallo, se convirtió en el verdugo perfecto para el Madrid, cuya respuesta antes del descanso fue apenas un espejismo. El polaco destrozó la defensa blanca en tres acciones fulgurantes y firmó una noche mágica transformando con potencia un penalti claro.
Apenas nueve minutos tardó Lewandowski en comenzar a amargar la existencia al Madrid. Estuvo más avispado que Pepe al adelantarse para rematar un centro desde la izquierda cuando casi no corría sudor por la frente de los jugadores.
La olla a presión que es el estadio del Borussia estalló de alegría al ver que el pez a priori chico se comía al grande. Pero el Madrid pareció reaccionar. Comenzó a bajar el balón, circular con más velocidad gracias a la aparición de Modric y, sobre todo, de Ozïl.
Con el balón en su poder, lo de Mourinho comenzaron a crear ocasiones, aunque sin la claridad habitual. Tiros en largo de Ronaldo, centros lejanos de Xabi Alonso... Hasta que llegó la jugada del gol. Reus encaró a Varane y se marchó de él, aprovechando que el zaguero francés se había resbalado, se plantó en el área y se fue al suelo tras notar el contacto de la mano del defensa. La grada gritó penalti. El árbitro dijo que no y en la contra, un balón largo se lo tragó Hummels. Higuaín aprovechó el regalo, se plantó ante el guardameta y cedió a su izquierda, donde Ronaldo devolvía la sonrisa al madridismo a poco del descanso.
Cinco minutos después de la reanudación, cuando el Borussia ya había dado algún susto, un mal despeje de la defensa madridista lo recogió Reus, que cedió a Lewandowski y éste marcó con la punta del pie. La defensa y el portero pedían un fuera de juego que Pepe había roto. El gol era legal.
No dio tiempo a reaccionar. En pleno asedio alemán, un disparo mal despejado por Modric volvió a caer en las botas de Lewandowski, que parecía tener un imán. Con mucha clase, se giró pisando el balón y cuando tuvo la portería de cara, enchufó un derechazo a la escuadra de Diego López.
El Madrid era un títere en manos del Dortmund y la hazaña se antojaba complicada. Remontar en el Bernabéu dos goles de diferencia era posible, pero quedaba aún mucho partido en Alemania.
El asunto se complicó aún más cuando en uno de los numerosos contragolpes alemanes Xabi Alonso derribó a Reus en el área. Lewandowski se encargó de fusila a López una vez más, certificando una noche de ensueño para él y para su equipo.
La pesadilla alemana se repetía otra vez. De nuevo un equipo español recibía cuatro goles en territorio bávaro. De nuevo una humillación en menos de 24 horas. Barcelona y Real Madrid nunca olvidarán esa semana de abril en la que visitaron un territorio hostil llamado Alemania.