El papa lleva marcapasos y el Anillo del Pescador será destruido tras la renuncia

El papa lleva marcapasos y el Anillo del Pescador será destruido tras la renuncia

EFE

Un día después de que Benedicto XVI anunciara que dejará de ser papa el 28 de febrero, la normalidad es la nota predominante en el Vaticano, cuyo portavoz, Federico Lombardi, confirmó hoy que el papa lleva marcapasos y que el "Anillo del Pescador" será destruido tras abandonar el papado.

Lombardi dijo también que Benedicto XVI, de casi 86 años, está "bien y su ánimo es sereno", e insistió en que no ha renunciado porque esté enfermo, sino por el peso de la edad, de la vejez, y recordó que el propio Pontífice considera que le faltan las fuerzas.

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Respecto a la salud de Ratzinger, Lombardi reiteró que "no tiene enfermedades específicas", pero confirmó que desde hace tiempo lleva un marcapasos y que recientemente fue sometido a una ligera intervención para cambiarle las pilas: "No se trató de una intervención complicada, más al contrario, absolutamente normal, de rutina", aseguró.

Ante las numerosas preguntas hechas a Lombardi sobre la situación de Benedicto XVI hasta el 28 de febrero, el portavoz precisó que el Papa "lo será hasta ese día" y que mantiene su agenda, que incluye una audiencia con el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, el sábado 16 de febrero, y otra con el presidente de Rumanía.

AGENDA

Todas las miradas están puestas en la audiencia pública que celebrará mañana, miércoles, en el Aula Pablo VI del Vaticano, que será la primera ocasión en la que aparece en público tras el anuncio de la renuncia.

Benedicto XVI tenía previsto acudir mañana por la tarde a la colina romana del Aventino para presidir los ritos del Miércoles de Ceniza, que abren el tiempo de Cuaresma, pero al final se harán en la basílica de San Pedro del Vaticano para que puedan asistir más fieles.

El domingo próximo se retirará en ejercicios espirituales, hasta el sábado 23, como tenía previsto, y el 27 de febrero celebrará la que será la última audiencia pública del Pontificado. Se realizará en la plaza de San Pedro para permitir que los fieles que lo deseen puedan asistir a la misma y despedir al Papa.

Respecto a la decisión de Benedicto XVI de hacer firme la renuncia a las ocho de la tarde del 28 de febrero, Lombardi explicó que no existe ningún motivo "jurídico" y que simplemente se debe a que esa es la hora en la que normalmente deja de trabajar todos los días el Pontífice.

Una vez que abandone el papado, Ratzinger se trasladará a la residencia de Castel Gandolfo hasta que estén acabadas las obras de reforma del convento de monjas de clausura existente dentro del Vaticano en el que se alojará. Lombardi precisó que el papa vivirá allí, pero no con las religiosas.

Peguntado sobre el Anillo del Pescador, que simbolizan el poder pontificio y que lleva el papa, Lombardi dijo que será destruido probablemente tras el 28 de febrero. El anillo se destruye cuando muere el Pontífice, pero en esta ocasión, señaló Lombardi, la situación es diferente, "inédita", ya que el Papa sigue vivo, por lo que expertos vaticanos están estudiando la normativa. Lombardi subrayó, no obstante, que los objetos relacionados directamente con el ministerio petrino "tienen que ser destruidos".

Hasta ahora, tras la muerte de un papa, el cardenal camarlengo, que gestiona la Iglesia durante el interregno entre un Pontífice y el sucesor, es el encargado de verificar la muerte y de retirarle del dedo el "Anillo del Pescador", la señal de que el reinado ha concluido. El anillo es inmediatamente machacado para evitar cualquier eventual falsificación de documentos pontificios.

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NO HABRÁ NUEVA ENCÍCLICA

Por otra parte, la prevista encíclica de Benedicto XVI sobre la fe, que sería la cuarta de su pontificado, no se publicará, ya que el texto no está concluido, afirmó Lombardi.

Mientras llega el día de la renuncia, el Vaticano vivió hoy una jornada de completa normalidad y si no fuera por la presencia de numerosos periodistas y cámaras de televisión, nada haría pensar que ayer el papa Benedicto XVI anunció su renuncia al papado casi ocho años después de ser elegido.

La plaza de San Pedro del Vaticano estaba, como todos los días, llena de turistas y fieles, que hacen largas colas para entrar en la basílica, unas colas que llegan incluso a dar la vuelta a la Columnata de Bernini.