Feijóo y Europa: ganar por ganar

Feijóo y Europa: ganar por ganar

La impresión que se trasmite es la de que está nervioso y se siente inseguro en su liderazgo -la sombra de Casado es alargada-, necesita ganar lo que sea como sea para mantener la esperanza.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el líder del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, durante un evento de la campaña de las elecciones europeas en la tradicional romería de los populares gallegos en O Pino (Coruña).Cesar Arxina/Europa Press via Getty Images

Feijóo nos ha sorprendido a todos esta semana al anunciar descarnadamente su mayor ambición en estas elecciones del domingo: su gran expectativa es ganar con gran diferencia al PSOE, su adversario natural, de tal modo que pudiera generarse un ‘contexto’ favorable en el que tuviera la posibilidad de sacar adelante una moción de censura, aupado (necesariamente) por las otras dos fuerzas conservadoras/reaccionarias, Junts y Vox, para conseguir la Moncloa. Y remediar así una situación anormal, irregular, falsaria, ilegítima: la de que Pedro Sánchez, un señor de izquierdas, haya llegado a gobernar. De momento, las encuestas niega la posibilidad de esta victoria apoteósica.

Toda la campaña electoral de Feijóo, en la que no se ha deslizado propuesta alguna (salvo en inmigración, para mitigar relativamente la brutalidad de su socio Vox), no se ha encaminado a orientar la próxima política europea, algo que hubiera parecido razonable cuando está en juego el futuro inmediato de la UE, que puede quedar afectado por el previsible ascenso de los populismos neofascistas. Lo que interesa al líder del PP, y al PP mismo, es el poder. 

O, mejor dicho, la reparación de la anomalía consistente en que los conservadores no lo ostenten, según el sagrado orden de las cosas supuestamente trazado por la trascendencia. Acabo de ver en las redes la fotografía recentísima de un párroco levantino rezando junto algunos fieles ante un altar erigido a la puerta de una oficina de Vox. La imagen vale más que mil palabras.

"Por la sencilla razón de que no era ontológicamente posible meter en el mismo paquete a Junts y a Vox"

La irritación de Feijóo se mantiene desde que no consiguió la investidura a pesar de que el PP ganó las elecciones de julio pasado, por la sencilla razón de que no era ontológicamente posible meter en el mismo paquete a Junts y a Vox. Como es sabido, Vox sacraliza melodramáticamente la unidad de la patria y Junts pretende, legítimamente, la independencia de Cataluña. 

Por eso salió adelante un gobierno democrático de izquierdas, vinculado mediante el poderoso engrudo de evitar a toda costa que Vox ingrese en el gobierno de la nación y embarre el sistema en términos inaceptables. Pese a todo, al fracasar el imposible acercamiento Junts-Vox, Feijóo tuvo la osadía de manifestar graciosamente que no fue presidente del Gobierno "porque no quiso".

"Es alarmante que el líder conservador no sea consciente a tiempo de sus propios disparates"

Pues ahora estamos en una ocasión semejante: si "el contexto" lo aconseja, el líder de la oposición parece estar dispuesto a plantear una moción de censura… que otra vez solo podría ganar en las condiciones referidas. Esto es, si confluyeran Vox y Junts, el lobo y el cordero. Con independencia de que eso no sea posible, es alarmante que el líder conservador no sea consciente a tiempo de sus propios disparates. No es extraño que Génova haya dado señales de alarma ante el dislate y se haya apresurado a diluirlo, sin éxito, en la maraña de declaraciones que se produce a diario en estos días de campaña.

Para mayor desconcierto, cuando la amnistía estaba ya definitivamente aprobada, Feijóo ha pretendido, naturalmente sin éxito, que la presidenta de la Comisión Europea, aspirante a la reelección, para dañar al PSOE, le diera la razón en su repudio a la medida, que cuenta como es sabido con las bendiciones oficiales de la Comisión de Venecia. 

"Feijóo no se ha dado cuenta de que no es el PSOE el que le cierra el camino al poder sino Vox"

Esta contradicción es incluso más grave de lo que parece: Feijóo no se ha dado cuenta de que no es el PSOE el que le cierra el camino al poder sino Vox. Sus torpes alianzas con los ultras le convierten en réprobo a los ojos de muchos moderados que de otra forma estarían dispuestos a votarle. Y las alianzas ya formadas con Vox hace imposible al PP aliarse con los nacionalismos periféricos, que dieron estabilidad a los gobiernos de González y de Aznar.

Con este panorama a la vista, la impresión que se trasmite es la de que Feijóo, que está nervioso y se siente inseguro en su liderazgo -la sombra de Casado es alargada-, necesita ganar lo que sea como sea para mantener la esperanza de conseguir su objetivo de gobernar un día. Y no se da cuenta de que la propia presencia de Vox, que no da muestras de agotamiento sino al contrario, bloquea la alternancia porque hay mucha gente, y no solo los progresistas del país, a quienes horroriza la idea de que Abascal pudiera ocupar la primera vicepresidencia de un futuro gobierno. 

El pacto del PP con Vox en cinco comunidades y en más de cien ayuntamientos ha entregado a la derecha un importante poder territorial, pero ha dejado al desnudo qué es y qué representa esta indecorosa coalición. El no haber aceptado Rajoy, con elegancia, el cordón sanitario que aplican franceses y alemanes alrededor dela extrema derecha le puede costar a Feijóo el fracaso definitivo de su carrera política.