Un experto de la AEMET comparte el misterio del récord de temperaturas y los "imprevisibles" efectos
En los últimos meses, la temperatura del agua superficial del Atlántico Norte se ha disparado.
El océano se está calentando dentro de la tendencia global que marca el cambio climático. Esto ya se veía venir, lo que no se esperaba era el ritmo al que lo está haciendo: en los últimos meses, la temperatura del agua superficial del Atlántico Norte se ha disparado.
Los gráficos que elabora y difunde el profesor Eliot Jacobson, matemático estadounidense jubilado, sobre estas anomalías, lo explican, según ha destacado el medio El Confidencial. Tomando como referencia el periodo 1991-2020, dedica una línea a la evolución de este valor a lo largo de cada año, incluyendo todos desde 1982 a 2023.
Aunque todas las anualidades recientes se sitúan muy por encima de la media (llegando puntualmente a alcanzar los 0,8ºC de calentamiento con respecto a la media), desde hace unos meses la línea de 2023 se ha disparado, camino de los 1,5ºC, resalta el mismo medio.
"No sorprende la tendencia, pero sí cómo se están batiendo los récords, porque suele ocurrir por poco margen, tanto en las temperaturas del aire como en las del agua, y este año en las oceánicas estamos viendo que las diferencias son muy amplias”, ha explicado Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), a El Confidencial.
“Concurren muchos factores y requiere un análisis profundo, porque la anomalía es muy destacada al margen del calentamiento global”, ha agregado el experto, que señala que ni siquiera ellos tienen claro cuál es la explicación.
En junio, cuando comenzaron a verse récords acusado en el Atlántico Norte, hubo una circulación atmosférica extraña: el anticiclón de las Azores. El centro de altas presiones en el Atlántico subtropical que rige el tiempo gran parte del año en Europa Occidental, estaba muy debilitado para lo que es habitual en esas fechas.
Esto provocó que otro anticiclón se situara más al norte, por donde habitualmente pasan las borrascas. El resultado fue que “hubo vientos calmados y que el sol brilló más de lo habitual, lo que llevó a un calentamiento anómalo de la gran cuenca del Atlántico Norte”, ha explicado el meteorólogo de la AEMET.
Sin embargo, también agrega que esto, seguramente, no es explicación suficiente. Por ello, los expertos también especulan con la influencia de otro factor relacionado con esa anómala circulación atmosférica: la menor salida de polvo en suspensión del desierto del Sáhara hacia el Atlántico. “Al haber menos polvo en suspensión la radiación llega con más fuerza al agua, ya que hace de parapeto”, ha señalado Del Campo.
Consecuencias
Esta semana se hizo público un estudio publicado en Nature Communications sobre estimaciones del futuro de la Corriente Circular del Atlántico (AMOC), un gran sistema de corrientes oceánicas que transportan agua caliente desde los trópicos hacia el norte hasta el Atlántico Norte.
Según los investigadores de la Universidad de Copenhague AMOC podría colapsar hacia mediados de siglo, o potencialmente en cualquier momento desde 2025, si se mantienen las emisiones de gases efecto invernadero, lo que tendría graves repercusiones en el clima del Atlántico Norte y del mundo.
La AMOC “colapsará, con un 95 % por ciento de certeza, entre 2025 y 2095. Lo más probable es que esto ocurra en 34 años, en 2057”, lo que podría generar grandes desafíos, particularmente el calentamiento en los trópicos y el aumento de las tormentas en la región del Atlántico Norte, ha indicado al Universidad de Copenhague.
No obstante, el IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) ve poco probable que suceda esto en el siglo XXI. En cualquier caso, todo esto está bastante conectado con el problema de la temperatura del agua de diversas maneras.
"La ralentización podría ayudar a que las temperaturas sean más altas”, ha comentado al mismo medio el portavoz de la AEMET. A su vez, las temperaturas altas en latitudes altas provocan deshielo en el Ártico y en Groenlandia, generando un aporte de aguas dulces que puede modificar esta corriente, basada en diferencias de densidad del agua por temperatura y salinidad.
Al margen de esto, los expertos tienen claro que la tendencia va a continuar en ascenso. Por eso, lo esperable es que haya años más y menos cálidos, como siempre, aunque en la media el incremento de las temperaturas debería ser constante y progresivo, y no tan brusco como el que se está registrando.
Mientras, el calentamiento brusco del Atlántico puede llevar a consecuencias imprevisibles. Aunque el medio resalta que la temperatura de sus aguas está directamente vinculada a ciclones y huracanes.