Pocos saben el nombre que tuvo el teletexto hasta 1990
'¿Telequé?'. Sí, y pocos saben que aún hay quien lo utiliza en España.
Una de esas brechas generacionales invisibles en la actual sociedad española la conforman esos pequeños conocimientos, a veces más bien recuerdos, de elementos tecnológicos que nos acompañaron en el pasado. Para unas generaciones este tipo de añoranza evoca a rebobinar una cinta de casete con una tapa de bolígrafo o recordar cuántas veces se devolvieron las cintas de VHS sin hacerlo al videoclub.
Pero para otras 'quintas', esa morriña tecnológica comienza en un viejo discman y los los DVD que se guardaron pensando que el disco ya sí que nunca sería sustituido. Probablemente, lo mismo que piensan hoy algunos con el smartphone que comenzaron a manejar de bebés.
Pero en todas esas generaciones anteriores había un componente común. La televisión como elemento central, como rey de la tecnología. Un monarca que ya tenía una especie de aroma a Internet primitivo, un botón que abría la puerta a los resultados de los partidos, de la lotería e incluso noticias.
Hablamos, por supuesto, del teletexto, esa herramienta que aterrizó en la España de 1988 que permite transmitir texto y gráficos y que, mediante un sistema de colores y la elección de combinaciones de tres cifras, permite consultar este tipo de informaciones empleando el mando a distancia de la tele.
Así se llamaba antes el teletexto que aún usan dos millones de personas
Aunque el teletexto llegó a España a finales de los ochenta, en realidad nació mucho antes, en los setenta. Así lo recoge El Mundo en un reportaje sobre una función que, a pesar de la proliferación masiva de las smart tv, aún hay dos millones de personas en nuestro país que acuden a sus arcaicas páginas.
El teletexto lo inventó el británico John Adams para una de las televisiones públicas mejor valoradas del planeta. Efectivamente, la BBC. Fue desarrollada por Adams en 1972 con la premisa de incorporar a la emisión de la señal de televisión este tipo de texto. Pero por aquel entonces, el nombre que recibía el original fue Ceefax, un juego de palabras fonético que se podría traducir como "ver hechos".
El gran objetivo de la prestigiosa cadena británica era lograr incorporar un sistema de subtítulos para personas sordas. No solo lo lograron, sino que esta herramienta acabó exportándose a distintos países convirtiéndose en fundamental en el día a día de muchas personas de todo el mundo.