Esta es la "puerta de entrada al inframundo" de España: se oculta a una hora de Madrid

Esta es la "puerta de entrada al inframundo" de España: se oculta a una hora de Madrid

Te desvelamos el lado más misterioso del Monasterio de El Escorial.

Explorador adentrándose en una ruta peligrosa

Felipe II erigió el Real Monasterio de El Escorial con dos objetivos específicos: celebrar la victoria en la batalla de San Quintín contra los franceses y levantar un mausoleo digno de la dinastía de los Habsburgo. De hecho, el Real Monasterio de El Escorial representa, principalmente, el sueño juvenil de un Rey apasionado por la arquitectura y la teología en todas sus dimensiones.

¿Por qué Felipe II seleccionó la sierra madrileña para construir su gran proyecto? Además del clima –la zona es fresca en verano– y la proximidad de los materiales necesarios para la obra, algunos historiadores sugieren una posible causa esotérica. Según una leyenda medieval, Lucifer habitó en una cueva al pie del Monte Abantos (Sierra de Guadarrama), justo en los días entre su expulsión de los cielos y su destierro al infierno. En esos días, el ángel caído comenzó su travesía por la tierra, creando siete puertas para acceder a las tinieblas. Una de ellas se encontraría en San Lorenzo de El Escorial.

Al parecer, Felipe II estaba al tanto de esta leyenda. Siguiendo el relato del cronista oficial del edificio, fray José de Sigüenza, el Rey convocó una comisión de expertos para determinar el lugar más adecuado para la construcción. En este grupo de sabios había «filósofos, arquitectos, canteros experimentados y teólogos», quienes advirtieron al Monarca sobre las leyendas de la supuesta presencia del Diablo en la zona. De hecho, el secretario real Pedro del Hoyo –principal impulsor del interés de Felipe II por la alquimia y otras ciencias cuestionables– se desplazó al lugar para tomar la decisión final el 14 de noviembre de 1561. Según la crónica del padre Sigüenza, el grupo de expertos fue asaltado por un viento fuerte, casi huracanado, que «no les permitía llegar al sitio, y arrancó las bardas de la pared de una viñuela que volaron directamente hacia sus rostros». Un fenómeno que, interpretaba el fraile, era una respuesta de origen demoníaco con la intención de disuadir al Rey de situar allí una estructura religiosa.

Sin embargo, no existe documentación por parte de Felipe II –siempre prolífico en cartas escritas de su puño y letra– que recoja su inquietud por los fenómenos descritos por Sigüenza. Aun así, el Rey inició la construcción del palacio-monasterio en 1562 y encomendó las tierras a los monjes jerónimos. Tradicionalmente, la Monarquía hispánica había estado muy vinculada a esta Orden religiosa. Y, aunque el Monarca se había trasladado a vivir al edificio muchos años antes, hasta 1586 no se concluyó definitivamente la Real Basílica, poniendo punto final a la obra.

Durante las obras, que se prolongaron cerca de 21 años, se difundió entre los peones la leyenda de que un misterioso perro negro merodeaba por las noches, obstaculizando las labores. Y según esta historia, entre mito y realidad, el perro fue finalmente capturado y se ordenó su ahorcamiento en una de las torres del monasterio, donde permaneció durante meses.

Sobre los planos y la simbología oculta del Monasterio de El Escorial han hablado mucho los historiadores. Felipe II mandó construir una estructura típicamente renacentista, siguiendo los criterios racionalistas de la época, pero basada en el mítico Templo de Salomón. Varios arquitectos contemporáneos han coincidido en dictaminar que el Templo de Salomón –tal y como ha sido representado tradicionalmente– y el Real Monasterio de El Escorial guardan muchas similitudes.

Infiltrados
Un proyecto de Ikea

Así, el hispanista René Taylor llegó a afirmar que el edificio tiene una geometría oculta basada en el cuadrado, el círculo y el triángulo. En los textos bíblicos, sin embargo, se asegura que los planos del Templo de Salomón están diseñados directamente por Dios. La idea de sellar una puerta del Diablo con un templo diseñado por Dios pudo resultar tentadora para la grandilocuente mente de Felipe II, quien llenó el templo de referencias al Rey Salomón y al Rey David, comenzando por las dos enormes estatuas dedicadas a estos personajes bíblicos en la fachada principal de la basílica.