Nieves Herrero: "Sí, lloré cubriendo el 11M. Al ver a la policía llorar, era muy difícil no hacerlo"

Nieves Herrero: "Sí, lloré cubriendo el 11M. Al ver a la policía llorar, era muy difícil no hacerlo"

Fue una de las primeras periodistas que se desplazó a la Estación de El Pozo, donde tuvo lugar una de las explosiones el 11 de marzo de 2004.

La periodista Nieves Herrero en una imagen de archivo.GTRES

El miedo, la preocupación, la emoción y la solidaridad invadieron un 11 de marzo de hace 20 años el día a día de todos los españoles. Nieves Herrero cuenta que se despertó nerviosa, pero nada que ver con un sentimiento premonitorio: esa mañana su madre iba a pasar por quirófanos para extraerle unos pólipos —que fueron malignos— del colon. 

"Ella ingresaba a las nueve, aunque no sabíamos la hora de la operación. A primera hora de la mañana, como lo primero que hago es poner la radio, enseguida escuché a mi compañera de Radio Nacional que estaba en Atocha decir: ‘Señores, esto es algo muy grave’. Y, de repente, se oyó la segunda explosión en directo", cuenta la escritora sobre aquel fatídico despertar. "Mi marido y yo nos miramos y le dije a mi madre, que vivía conmigo: 'Mamá, esto lo es más grave que ha pasado'. Y ella me dijo: 'Ve, haz lo que tengas que hacer”.

La periodista no lo dudó y cambió de planes. Junto a su marido, Guillermo Mercado —que también formaba parte del equipo de Lo que es la vida,  el programa de Radio Nacional que ella hacia en ese momento—, se desplazó hasta la estación de El Pozo, en el barrio madrileño de Vallecas, donde se produjo una tercera explosión. Fue una de las primeras voces conocidas del periodismo que llegó al 'infierno' en el que se convirtieron las zonas donde detonaron las bombas. 

A esa hora, era el programa Buenos días de Julio César Iglesias el que estaba en emisión y Nieves conectó con él inmediatamente.  Consiguieron mantener la retransmisión desde la sede del Secretariado Gitano, para los que solo tiene palabras de agradecimiento: "Me abrieron el paso y dejaron todo para que yo pudiese hacer mi trabajo, porque en aquellos tiempos yo creo que no teníamos móviles como los de ahora. Ellos me pusieron teléfonos, Guillermo tiró cable y yo pude estar en la calle contando lo que allí estaba pasando".

"Todos los que estábamos con un micrófono, con un papel y un lápiz, fuimos plenamente conscientes de que para nuestro país era una de las situaciones más graves que se habían vivido"

"Creo que todos los que estábamos con un micrófono, con un papel y un lápiz, fuimos plenamente conscientes de que para nuestro país era una de las situaciones más graves que se habían vivido. Éramos conscientes desde el minuto uno que oímos esa explosión en Atocha y luego ya empezaron en cadena las explosiones", recuerda.

El horror y las lágrimas

Reconoce la periodista que estos 20 años han pasado como un soplo, pero recuerda el horror como si fuera ayer. "Fue tan monstruoso que los policías se echaban a llorar desconsoladamente con lo que estaban viviendo allí dentro. ¡Anda que ellos no habrán visto cosas en su vida! Pues salían desconsolados para respirar de aquel amasijo de muerte, de hierros, de personas... Aquello era tremendo. Esto es algo que jamás olvidaré, porque  me impresionó muchísimo ver a aquellos hombres y mujeres curtidos llorar de impotencia, imagino de la impotencia de querer ayudar y no poder", relata. Y sí, ella también lloró: "Sí, lloré. Al ver a la policía llorar, era muy difícil no llorar. Era muy difícil".

Nieves Herrero también cubrió en directo, pero desde el estudio, los atentados del 11S. "A lo largo de ese programa especial, que duró hasta las tantas, íbamos siendo conscientes de que el mundo estaba cambiando desde la primera explosión". Con el 11M, la sensación se repitió, "no volvimos a ser los mismos, una parte de nosotros se quedó en los trenes". 

"Desde nuestro ámbito intentamos dar lo mejor de nosotros mismos. Yo no me quería ir del Pozo del Tío Raimundo, pero tenía que irme al estudio para hacer mi programa. Y me fui con la sensación de, ¿qué más podemos hacer?"

A pesar de ello, quiere resaltar el lado positivo de esos atentados, porque también hubo cosas bonitas: "Todo el mundo dio lo mejor de sí mismo, todo el mundo se ofrecía. Ese acto de solidaridad me pareció increíble: el taxista puso el taxímetro a cero para ayudar a todo el que había que llevar a IFEMA; los médicos y psicólogos se ofrecieron voluntarios; la gente donó sangre...". Efectivamente, la ola de solidaridad que se despertó fue impresionante y esto también copó titulares durante esos días. "Desde nuestro ámbito intentamos dar lo mejor de nosotros mismos. Yo no me quería ir del Pozo del Tío Raimundo, pero tenía que irme al estudio para hacer mi programa. Y me fui con la sensación de, ¿qué más podemos hacer?", narra a El HuffPost. 

La solidaridad y la memoria

"Cuando pasó un poco de tiempo y fuimos descubriendo las historias, se me quedaron muy grabadas las otras víctimas de esos atentados: los familiares", continúa Herrero mientras reflexiona sobre ese 11M. No quiere dejar a un lado a los familiares de los que fallecieron y a los que fueron víctimas indirectas: "Entrevisté a una persona que tenía que haber cogido el tren que explotó en El Pozo y no llegó a tiempo. Quizá lo perdió por minutos, porque ese día su hijo le había entretenido, y entonces me impresionó ver su cara contándolo". Al hilo de esta historia, rememora el caso de dos amigos que también pasaron por su programa: la chica murió y él se salvó. "Pero entonces viene lo de después, ‘¿por qué yo me salvé?".

"Una persona estuvo dando conversación y animando a otra persona malherida hasta que llegó la ambulancia. En ese momento se hicieron amigos para siempre"

Pero a lo largo de la conversación insiste en quedarse con que en la peor de las catástrofes siempre hay una mano que te ayuda: "Una persona estuvo dando conversación y animando a otra persona malherida hasta que llegó la ambulancia. En ese momento se hicieron amigos para siempre".

La madre de la escritora entró a las doce de la noche en el quirófano: "Los médicos no pararon de estar pendientes de los heridos, y muchos de ellos tenían que entrar urgentemente a quirófano. A mi madre la metieron a medianoche, pero pudo ir de mi mano y de la mano de la familia. Para mí fue muy importante porque me sentí culpable durante todo el día".

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Mila Fernández es redactora de LIFE en 'El HuffPost' y editora de branded content. Antes, fue redactora de estilo de vida y gente en revistas femeninas —AR, LOVE y SMODA—, dirigió la revista Turismo Rural y trabajó delante del micro en Radio España. Puedes contactar con ella en mila.fernandez@huffpost.es