Los enigmáticos objetos adheridos a la Vía Láctea que la NASA no ha podido descifrar
Las 'Burbujas de Fermi' se extienden a lo largo de 50.000 años luz.
En 2010, el telescopio espacial de rayos gamma Fermi perteneciente a la NASA descubrió una "estructura nunca antes vista en el centro de la Vía Láctea" que se extendía a lo largo de 50.000 años luz, reveló la agencia en un comunicado. "Podría ser el remanente de una erupción de un agujero negro de gran tamaño en el centro de nuestra galaxia", planteó.
"Lo que vemos son dos burbujas que emiten rayos gamma y que se extienden 25.000 años luz al norte y al sur del centro galáctico", precisó Doug Finkbeiner, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge, Massachusetts, quien reconoció por primera vez la formación. "No entendemos completamente su naturaleza ni su origen", reconoció en aquel momento.
Más de 10 años después, un científico de la Universidad Metropolitana de Tokio encontró una posible explicación a esta estructura, bautizada como 'Burbujas de Fermi' en honor al telescopio que las descubrió.
Vientos rápidos
Desde su descubrimiento, se han planteado muchas hipótesis sobre la formación de las Burbujas de Fermi, como la actividad explosiva del agujero negro supermasivo central, los vientos procedentes del agujero negro o la actividad constante de formación estelar.
Pero, en 2023, el profesor Yutaka Fujita presentó pruebas teóricas en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society que demostraban una formación debida a vientos rápidos que soplan hacia el exterior y un "choque inverso" asociado. Estos flujos se han observado ya en otras galaxias, con lo que el hallazgo sugiere que vientos similares podrían haber soplado en nuestra galaxia hasta hace muy poco.
En concreto, las simulaciones del profesor Fujita consideraron vientos de salida rápidos procedentes del agujero negro que inyectan la energía necesaria en el gas que rodea el centro de la galaxia. Al compararlas con los perfiles medidos, descubrieron que había muchas probabilidades de que las burbujas fueran producidas por los vientos de salida rápidos, que soplan a 1.000 km por segundo durante 10 millones de años.
No se trata de vientos como los que experimentamos en la Tierra, sino de corrientes de partículas muy cargadas que viajan a gran velocidad y se propagan por el espacio. Se desplazan hacia el exterior e interactúan con el gas del halo circundante, provocando un choque inverso que crea un pico de temperatura característico. Así, las burbujas de Fermi corresponden al volumen situado en el interior de este frente de choque inverso.
Es importante destacar que las simulaciones también mostraron que una explosión instantánea en el centro no podría reproducir los perfiles medidos por el telescopio, lo que aumenta las posibilidades de un escenario basado en vientos constantes generados por el agujero negro central.