La aldea hispana que se convirtió en el último bastión contra la invasión del Imperio Romano
Nuestra Lacia fue el equivalente hispano a la pequeña gala de Astérix y Obelix.
En el año 25 antes de Cristo, la totalidad de la península ibérica estaba bajo dominio romano. Sin embargo, una pequeña aldea asturiana se resistía valientemente al invasor. Esta aldea, llamada Lancia, ubicada a unos 15 kilómetros de distancia de León. Su impresionante yacimiento arqueológico de aproximadamente cien hectáreas de extensión, ha estado siendo excavado desde 1996 por arqueólogos entre los municipios de Villasabariego y Mansilla Mayor.
A lo largo de las 17 campañas de excavación llevadas a cabo, se han recuperado más de 50.000 piezas arqueológicas de esta última ciudad de Hispania que desafió a las legiones romanas. Tras la conquista de este oppidum, que ocupaba unas 30 hectáreas, y la posterior fundación de un asentamiento romano sobre sus ruinas, el emperador César Augusto consolidó su dominio en la provincia más occidental del imperio.
Las tribus cántabro-astures fueron las últimas en oponer resistencia al avance romano. Durante las campañas militares entre el 29 y el 19 antes de Cristo, el emperador emprendió una ofensiva personal contra estos grupos tribales en el norte de la Península. Aunque los cántabros fueron los primeros en sucumbir, los astures se retiraron hacia el interior para continuar la lucha. Sin embargo, frente al poderío de las legiones romanas dirigidas por el general Publio Carisio, los astures no pudieron sostener su resistencia por mucho tiempo.
Lancia se convirtió en el último bastión de las tribus astures, situada estratégicamente entre los ríos Porma y Esla y con capacidad para albergar hasta 10.000 personas. Roma estableció tres campamentos alrededor del río Esla para sitiar la ciudad. Los astures, desesperados, planeaban un contraataque, pero fueron traicionados por uno de los grupos tribales, los brigaecinos, que pactaron con Publio Carisio. La ciudad cayó poco después ante las legiones romanas.
La resistencia en Lancia fue tan feroz que las legiones romanas exigieron su completa destrucción como represalia, aunque esta solicitud fue ignorada por el general Publio Carisio, quien optó por conservar el oppidum como testimonio de la victoria romana.
Los trabajos de excavación en Lancia comenzaron en el siglo XIX y han continuado hasta la actualidad, con avances significativos desde 1996. Sin embargo, la construcción de la autopista A-60 amenazó el yacimiento, lo que generó protestas ciudadanas. Tras un acuerdo, la autopista se desvió para proteger los restos históricos, que ahora están cubiertos y protegidos.