El tratado por el que España puede tener que devolver a Portugal un pueblo robado

El tratado por el que España puede tener que devolver a Portugal un pueblo robado

"Las muchachas de Olivenza no son como las demás, porque son hijas de España y nietas de Portugal", ya advertía la popular jota extremeña.

Imagen de archivo de la Península Ibérica, vista en un mapa.Getty Images

"Olivenza es portuguesa, naturalmente, y no es ninguna provocación". Estas fueron las palabras del ministro de Defensa luso, el conservador Nuno Melo, que han prendido la mecha de una vieja rencilla y reclamación entre Portugal y España. Todo ello por el municipio pacense que reclama y cuya soberanía invoca "por tratado", subrayando que es un derecho "justo" exigirlo.

Se refiere al denominado Tratado de Alcañices, documento histórico rubricado entre la Corona de Castilla y el Reino de Portugal en 1297. Las rúbrica que figuran son las del rey Fernando IV de Castilla -con la regente María Molina al cargo, al ser menor-, y la del rey Dionisio I de Portugal.

Entre otras cuestiones, ese tratado configura la frontera entre España y Portugal, recogiendo que Campomayor, Olivenza, Ouguela y San Felices de los Gallegos serían entregadas a Portugal como compensación por la pérdida. La Corona castellana se quedaba, por su parte, Ayamonte, Santiago de Alcántara, Herrera de Alcántara, Valencia de Alcántara, Aroche y Aracena. 

De Olivença a Olivenza

Desde 1297 a 1657 la ciudad era Olivença y no Olivenza. Pero volvió a haber guerra. El duque de San Germán acabaría devolviéndosela a España durante la guerra de Restauración. Nuevamente, otra firma diplomática acabó regresándola al país vecino, en 1668

Y, nuevamente, guerra. Concretamente, en 1801, cuando la Francia de Napoleón Bonaparte y España declararon la guerra a Portugal por su apoyo a Gran Bretaña -la 'guerra de las naranjas'-, Olivenza fue tomada militarmente y ya nunca fue devuelta a Portugal, en virtud del denominado Tratado de Badajoz.

Con todo, en un 1815 sin Napoleón como dueño de buena parte de Europa, tuvo lugar el Congreso de Viena en el que se determinarían las fronteras europeas. Olivenza fue invocada de nuevo por sus dueños originales, pero la reclamación de Portugal se topó esta vez con el rotundo rechazo de España. Y así, en el que ha sido un tira y afloja histórico, hasta ahora.  

¿Cómo ha ido evolucionando el conflicto?

Esta reivindicación no es nueva. Es algo recurrente aunque espaciada en el tiempo, como también lo son las voces que defienden que esta localidad, de unos 12.000 habitantes, debe seguir tal y como es, un núcleo de culturas fusionadas, "mistura" como dicen los portugueses, y un municipio de larga historia de soberanías.

"Las muchachas de Olivenza no son como las demás, porque son hijas de España y nietas de Portugal". Así reza una popular jota extremeña que resume a la perfección el sentir de este pueblo fronterizo, cuyos habitantes hacen uso, cada vez más, del derecho a contar con la doble nacionalidad española y lusa.

A mediados del siglo XX en Olivenza el idioma que se escuchaba en las calles era el portugués, aunque ese vínculo transmisor que se había mantenido durante siglos se ha ido rompiendo al morir las generaciones mayores, por lo que hoy en día hablan portugués más de 1.500 oliventinos, fundamentalmente los ancianos, pero también los más jóvenes, que se han beneficiado de las medidas de impulso para mantener en el municipio el conocimiento de la lengua lusa.

Apellidos como Pinto-Amaya, Andrades, Piris, Silva o Sousa proliferan entre los vecinos de Olivenza, cuyas calles, gracias a la iniciativa de la asociación Alem Guadiana, han recuperado la doble señalización española y portuguesa en el casco antiguo. A pesar de esta armonía, las declaraciones de políticos y altos cargos de España como de Portugal siempre la han removido.

Si se viaja hasta 1999, el entonces embajador de Portugal en España, Antonio Martíns da Cruz, dijo que la reclamación por parte del Ejército portugués de la población fronteriza de Olivenza "es una cuestión que no tiene actualidad diplomática", después de que algunas voces del ejercito luso apuntaran que España debería haber devuelto esa población.

Tres años después (2002), el entonces líder socialdemócrata José Manuel Durao Barroso afirmó que la cuestión sobre la soberanía de Olivenza no debía obstaculizar las excelentes relaciones entre España y Portugal. "Hay que ser objetivos, realistas y pragmáticos. Hoy esa cuestión no es de manera ninguna prioritaria", afirmó.