España: cinco años consecutivos destruyendo empleo

España: cinco años consecutivos destruyendo empleo

Son los trabajadores nacionales, tanto varones como mujeres, con edades comprendidas entre los 25 y 45 años, y ocupados en la industria y los servicios más ligados al sector público y a las actividades profesionales, los que más están sufriendo el ajuste de plantillas.

Los mercados financieros y los datos económicos llevan semanas hablando distintos idiomas. Los primeros han encontrado en el estímulo monetario de los bancos centrales el salvavidas que necesitaban para alargar la tregua a la deuda pública de la periferia del euro: España está pagando por su deuda a 10 años solo un 3% más que Alemania al mismo plazo; hace apenas seis meses, este diferencial superaba el 5%. Los segundos siguen recordándonos que todavía es pronto para pensar que la estabilización del empleo y el gasto interno van a producirse antes de que termine el año.

Podemos convenir que la normalización de la financiación es el primer eslabón de la cadena de condiciones que frena la mortalidad empresarial y la pérdida de ocupados. Pero cuando después de cinco años consecutivos de destrucción de empleo, la Encuesta de Población Activa confirma que, en el primer trimestre de 2013, España ha vuelto a perder 320.000 ocupados (y ya van 3,9 millones), como si no existiese un suelo al deterioro laboral, la atención debe dirigirse al perfil de los nuevos parados y al comportamiento de aquellos que, habiendo perdido su trabajo entre 2008 y 2010, siguen desempleados dos años después.

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La radiografía de las personas que han perdido su empleo en los primeros meses de 2013 es similar a la que presentaban las que lo hicieron en 2012, otorgándole a esta nueva fase recesiva del mercado laboral una idiosincrasia muy distinta a la de los primeros años de crisis. Ahora son los trabajadores nacionales, tanto varones como mujeres, con edades comprendidas entre los 25 y 45 años, y ocupados en la industria y los servicios más ligados al sector público y a las actividades profesionales, los que más están sufriendo el ajuste de plantillas.

Este perfil nos ayuda a entender por qué, a diferencia del período 2008-10, los despidos también afectan a trabajadores con educación superior y contratos indefinidos. De los 322.000 ocupados que se perdieron en el primer trimestre de 2013, 205.000 eran trabajadores nacionales (115.000 hombres y 90.000 mujeres), más de un 60% tenía entre 25 y 35 años y casi 94.000 contaban con formación universitaria. La Administración Pública y, en concreto, las Comunidades Autónomas y las Corporaciones Locales, continúan destruyendo empleo, ya no solo temporal sino también indefinido. Desde mediados de 2011, el empleo público se ha reducido un 10% (casi 400.000 personas) y va camino de seguir haciéndolo: la flexibilización de los objetivos de déficit público por parte de Bruselas no exime a España de continuar recortando su gasto público.

El motivo por el que la caída de la ocupación no se está traduciendo en un aumento de igual magnitud de la población parada (en marzo se han superado los 6 millones de desempleados) reside en que, cada vez con mayor intensidad, el desánimo se está generalizando entre los parados de larga duración y los jóvenes (estos últimos soportan tasas de paro superiores al 40%). El hecho de que dejen de buscar empleo ante las dificultades de encontrarlo reduce la población activa y contiene el repunte de la tasa de paro.

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Pero no nos engañemos: detrás de la pérdida de activos (más de 200.000 en el último año) está la ausencia de expectativas de generación de empleo a corto plazo. La búsqueda de oportunidades laborales en otro país es una opción para muchos parados extranjeros que deciden volver a su país y para algunos nacionales que, por su cualificación o profesión, tienen más posibilidades de reinserción laboral en países que demandan perfiles profesionales muy específicos. Sin embargo, la magnitud de la caída de la población activa en los últimos trimestres sugiere que el efecto desánimo entre los parados nacionales que continúan en España y las prejubilaciones son factores tanto o más importantes que la salida de población del país.

Un año más de destrucción de empleo al ritmo que estamos observando supone incrementar, y mucho, la exclusión laboral de una parte importante de la población parada y acentuar la vulnerabilidad social de hogares que apenas cuentan con fuentes de ingresos. Sabíamos que 2013 iba a ser un año difícil pero hay que evitar que se convierta en un año perdido. Seis años de destrucción de empleo terminan por generar secuelas sociales difíciles de reparar.