La paradoja del hambre y los alimentos
En nuestras casas tiramos a la basura entre un 15% y un 25% de la comida, a viejas costumbres como ir al supermercado sin una lista de alimentos y comprar en exceso se les unen nuevas costumbres como las fechas de caducidad, cada vez más reducidas con el único objetivo de que compremos más
Podríamos decir que una paradoja es un dicho o hecho que parece contrario a la lógica. Muchas de ellas nos resultan divertidas pero otras, al contrario, son devastadoras. En especial, la del hambre y los alimentos en el mundo.
En un lado nos encontramos con el mundo actual. En plena década de avances tecnológicos y aumento del bienestar de una población que ha crecido hasta los 7.000 millones. Al otro lado, vemos la escasez de alimentos, la cual se ha solventado con un mayor número de hectáreas cultivadas y el avance impasible de granjas y piscifactorías; ayudadas, cómo no, de la última tecnología en alimentos transgénicos.
Se calcula que unos 795 millones de habitantes, es decir, una de cada nueve personas en la tierra, pasa hambre. A primera vista podríamos pensar que el problema es la falta de alimentos pero no es así, la comida que se tira a la basura en Europa y Estados Unidos es suficiente para alimentar a las personas con hambre en el resto del planeta.
Gracias al neuromarketing las empresas del sector alimentario han descubierto qué características tienen que tener sus productos para ser más atractivos, por ejemplo, el color y tamaño de una hortaliza son factores clave en su venta. Se han creado unos criterios de compra que nada tienen que ver con la calidad y sí con el aspecto, todo aquel producto que no los cumpla es desechado.
El desperdicio del sistema no acaba aquí, en nuestras casas tiramos a la basura entre un 15% y un 25% de la comida. A viejas costumbres como ir al supermercado sin una lista de alimentos y comprar en exceso se les unen nuevas costumbres como las fechas de caducidad, cada vez más reducidas con el único objetivo de que compremos más. Incluso en las instituciones públicas como colegios y hospitales se desperdician al día toneladas de comida simplemente por poner una cantidad inadecuada por cada ración.
Para que nosotros podamos vivir en nuestra sociedad de la abundancia y desperdiciar en alimentos lo equivalente a tres millones de camiones repletos de comida, el planeta tiene que realizar un sobreesfuerzo. Miles de hectáreas forestales convertidas ahora en campos de cultivo; cientos de litros de agua utilizados en animales de granja; montañas de residuos que generan gases que provocan el efecto invernadero; son algunos ejemplos pero ninguno puede superar al de nuestros océanos.
Cojan cualquier producto de su despensa y lean los ingredientes que lo componen. Sorprendentemente encontrarán que pueden contener trazas de pescado, crustáceos o moluscos. Las técnicas de extracción, o un precio de venta por debajo del mínimo marcado hacen que el 50% de todo lo que se pesca se desperdicie. Para solventar este problema se creó un nuevo producto derivado del pescado: la harina de pescado, la cual tiene como destino alimentar animales de granja. Es decir, saqueamos los caladeros naturales para utilizar a los peces como pienso de peces de piscifactorías o en animales terrestres como pollos y cerdos que no comen pescado. ¿Alguien lo entiende?
Podríamos hablar más sobre la paradoja del hambre y los alimentos pero mejor empecemos a aportar cada uno para que la lógica acabe con ella.