El lastre de la marca España para la internacionalización de las Pyme
Cierto es que las empresas necesitan un plan, un proyecto que les ayude a avanzar, pero por encima de todo necesitan una imagen, una imagen de marca país que les permita negociar sin más desventajas que las carencias de su proyecto y no de su país.
Piensen en tres palabras que definan a Japón, luego piensen en tres palabras que definan a España... Ahora seguro que entienden por qué las empresas españolas quieren vender en Japón y por qué las empresas japonesas tienen tantas dudas sobre España.
Hace unas semanas en la ciudad de Buenos Aires, el Comité Olímpico Internacional eligió a la candidatura nipona para los próximos Juegos Olímpicos del año 2020. Lo lógico es pensar que la elección fue determinada por la calidad del proyecto pero eso no es del todo cierto.
Las crisis sirven para fortalecerse. Por duro que parezca es donde realmente se ve la calidad de un proyecto. Es más, se ve si realmente hay un proyecto.
España y Japón viven momentos similares, ambos intentan salir de una crisis que va más allá de sus fronteras, a la vez que intentan sobreponerse a una crisis interna: Japón a la de Fukushima y su central nuclear y España a una burbuja inmobiliaria de magnitud comparable a un desastre nuclear.
Sin embargo ambos países utilizan la crisis de forma diferente: Japón para ensalzar sus virtudes y fortalecerse, España para airear sus escándalos y debilitarse. Japón construye imagen de marca, España la destruye.
En estos tiempos inciertos las marcas son las que sobreviven. Da igual si nos referimos a un país, a una empresa e incluso a una persona, todos generan una imagen. Esa imagen es una marca y de ella depende la opinión que tengan los demás sobre ellos.
En España hay 3.195.210 de empresas de las cuales el 99,88 son PYMES, es decir, empresas con menos de 249 asalariados. Estas mismas generan más del 65% del empleo empresarial, en otras palabras... sin ellas no existiría tejido industrial en España.
El día a día de las PYMES españolas es difícil. Su mercado más importante, el nacional, no se debilita, desaparece. La alternativa es simple y compleja a la vez. Simple porque la solución es de todos sabido: internacionalizarse. Compleja porque en el año 2013 que una empresa española inicie su proceso de apertura de nuevos mercados con éxito es más que difícil.
Cuando en una negociación una de las partes es claramente inferior a la otra no se negocia, se llega a un acuerdo de mínimos para unos y un acuerdo de máximos para otros.
Esto es lo que está sucediendo a las empresas españolas en la apertura de nuevos mercados. Las necesidades como país son tan evidentes que cualquier empresa española tiene que ofrecer más y mejor calidad que sus competidores a menor precio que ellos para entrar a un nuevo mercado. A eso se le llamo negociar en desventaja.
Cierto es que las empresas necesitan un plan, un proyecto que les ayude a avanzar, pero por encima de todo necesitan una imagen, una imagen de marca país que les permita negociar sin más desventajas que las carencias de su proyecto y no de su país.
Dicen que la mejor manera de llegar a ser lo que uno quiere ser es aparentarlo. En España el momento de empezar a aparentarlo ha llegado.