El país de los padres perdidos
Estos días estoy reflexionando sobre el reto de la crianza y lo hago con un buen montón de libros sobre la mesa. Por un lado los expertos que proporcionan una visión que aporta serenidad y tranquilidad a los padres. Y por el otro la perspectiva de la madre sobrepasada.
En el país de Nunca Jamás vivía una comunidad de niños perdidos capitaneados por un tal Peter Pan de cuyas andanzas todos estamos informados. De lo que quizá no lo estemos tanto es de las desventuras y fatigas de las enormes masas de padres perdidos que pululan a nuestro alrededor; tal vez nosotros mismos.
El progreso que ha experimentado la sociedad española en las últimas décadas se ha llevado por delante cosas tan importantes como la familia extensa y la red local de relaciones, dos elementos fundamentales de la red de seguridad afectivo, social y humana de todo ciudadano. Cuando uno es joven, productivo no hay problema en mantenerse en las alturas, aunque sea en cuerdas flojas. Otra cosa es cuando los azares de la vida nos precipitan al vacío... ¿quién detendrá la caída tras una enfermedad, despido, separación o pérdida? Les aseguro que sus followers en Facebook o en Twitter no lo harán.
Estos días estoy reflexionando sobre el reto de la crianza y lo hago con un buen montón de libros sobre la mesa. Por un lado los expertos que proporcionan, con obras recién salidas del horno, una visión que aporta serenidad y tranquilidad a unos padres que se enfrentan con el reto de una crianza en el que hay un bebé sin manual de instrucciones. Estamos en un momento dulce en el que un buen montón de profesionales nacionales están saltando a la arena con visiones y argumentos que ayudarán a muchos:
1. El médico de mi hijo, de mi amigo Jesús Martínez
2. Diario de una mamá pediatra, de mi amiga Amalia Arce
3. 50 cosas que debes saber sobre un recién nacido, de Manuel Silveira.
Y por el otro la perspectiva de la madre sobrepasada que nos comparte ¿Dónde está mi tribu? en el que expone su vivencia en primera persona. Un libro sencillo a la par que contundente cuyo éxito se atribuye a la sensibilidad social sobre un tema del que no se habla lo suficiente.
Atravesar una fase vital de tránsito como el nacimiento de un hijo no es sencillo en soledad. Los humanos somos tribales y es en esa maraña de relaciones donde encontramos el apoyo para afrontar los grandes retos de la vida. Cada cual ha de pasar por sus batallas, eso es ineludible, pero la perspectiva cambia totalmente si lo hacemos con red afectiva o sin ella.
La experiencia de Carolina del Olmo será fácilmente reconocible por todos aquellos que hayan pasado por un nacimiento o crianza complicado. Es verdad que no son todos los casos, pero les puedo garantizar que es muchísimo más frecuente de lo que se cree. Estoy harto del fraude de las revistas de moda mostrando a madres famosas con sonrisas y figuras estupendas pocos días después de dar a luz. Asistidas por un coro de asistentas y retocadas convenientemente con Photoshop. El aumento de expectativas junto con la falacia de la conciliación familiar y la falta de apoyos hacen que este momento vital sea de alta complejidad en la mayoría de las ocasiones por muy bien formados, situados y amueblados que estén los padres.
¿Qué quieren que les diga? No hay soluciones fáciles. Si se enfrentan a este viaje tómenselo con calma, lean un poquito con anterioridad, preparen el nido y la red de seguridad del mismo y sobre todo conjuguen los verbos delegar, pactar, organizar y descansar junto con ratitos de desconexión solos ó en presencia de su gente de confianza. No basta con saberlo, háganlo.