Un sueño aplazado: el salario mínimo era más alto en 1963 que hoy
Sin un trabajo decente por un salario decente, la "libertad" es una promesa vacía e hipócrita. Es la falsa y egoísta libertad que los poderosos ofrecen a los don nadie. Sin justicia económica, es la libertad según la cual "un pobre es tan libre de morir de hambre bajo un puente como un rico de atropellarle".
Cuando Bayard Rustin se dirigió a los participantes en la marcha sobre Washington de 1963 dijo: "Exigimos que se incremente el salario mínimo para que los hombres puedan vivir con dignidad". La multitud le respondió con vítores. Pero después de 50 años conmemorando esa marcha, después de miles de relecturas reverenciales del discurso de Martin Luther King I have a dream (Tengo un sueño), ese sueño sigue aplazado, y algo peor.
El salario mínimo es más bajo ahora que en 1963.
De la gente que habla con reverencia sobre la marcha estos días, ¿cuántos lucharían por un salario mínimo más alto para que todo el mundo pueda vivir con dignidad? ¿Cuántos saben el nombre completo de aquella marcha: "Marcha sobre Washington por el Trabajo y la Libertad"?
Sin un trabajo decente por un salario decente, la "libertad" es una promesa vacía e hipócrita. Es la falsa y egoísta libertad que los poderosos ofrecen a los don nadie. Sin justicia económica, es la libertad según la cual "un pobre es tan libre de morir de hambre bajo un puente como un rico de atropellarle desde su carruaje", tal y como la definió un escritor francés hace un siglo.
Por esto los manifestantes de 1963 reclamaban trabajo y libertad. Sabían distinguir las falsas promesas de la auténtica justicia.
1963: Las Shirelles y Jan y Dean lideraban las listas de música. El Fugitivo era el éxito televisivo del momento. John Kennedy estaba en la Casa Blanca. El sombrero casquete de Jackie Kennedy era el no va más de la moda.
Y el salario mínimo, ajustado a la inflación, era de 8,37 dólares la hora, un dólar y 12 centavos más que el actual, de 7,25 dólares.
Sylvia A. Allegretto y Steven C. Pitts han hecho las cuentas en un artículo para Economic Policy Institute. En su punto más alto (en dólares ajustados a la inflación) el salario mínimo fue de 9,44 dólares en 1968. Ahora es un 23% menor. Y a pesar de los que aseguran que un salario mínimo más alto conlleva mayor desempleo, la tasa de paro oficial en agosto de aquel año era del 3,5%, menos de la mitad de la tasa actual del 7,4%.
La productividad ha crecido, pero los trabajadores no se han beneficiado de esa riqueza. Como apuntan Lawrence Mishel y Heidi Shierholz, también del Economic Policy Institute, "durante la Gran Recesión y los años posteriores (por ejemplo, entre 2007 y 2012) los sueldos cayeron en el 70% del tramo inferior de la distribución salarial, a pesar de un crecimiento de la productividad del 7,7%".
De hecho, como señalan Dean Baker y Will Kimball, "si el salario mínimo hubiera seguido ligado al aumento en productividad, estaría en 16,54 dólares de 2012", utilizando una estimación conservadora.
En cambio, toda la riqueza resultante ha recaído en ese 1% de los más ricos de este país. No es casual. Es el resultado de decisiones tomadas en los consejos de administración de las grandes empresas, en los pasillos del poder, y en aquellos lugares corruptos donde ambos se funden en uno.
Martin Luther King dijo estas palabras a un grupo de huelguistas en Memphis, apenas tres semanas antes de su muerte:
De acuerdo con la Oficina Estadística de Empleo, más de 10 millones de americanos entran en la definición de "trabajadores pobres". Esto significa que pasan al menos la mitad del año empleados, pero aún así viven por debajo del umbral de la pobreza. Esa cifra incluye a un 4% de trabajadores a tiempo completo. Los americanos negros y de otros grupos raciales tienen el doble de probabilidades que los americanos blancos de estar dentro de la categoría de trabajadores pobres.
Más de siete millones de niños viven en hogares cuyos ingresos se elevarían si aumentáramos el salario mínimo.
Martin L. King tendría hoy 84 años y sería abuelo si no hubiera muerto por la causa de la justicia. Sabía que luchar por ella no sería fácil. También dijo aquel día de 1968:
¿Vamos a recordar "La marcha sobre Washington" esta semana, o vamos a ser más precisos y recordar "La Marcha sobre Washington por el Empleo y la Libertad? ¿Vamos a recordar el sacrificio del Dr. King con lugares comunes o con acción?
Podemos saciarnos con pensamientos elevados y discursos excelsos, o podemos comprometernos para continuar la lucha que inspiró la marcha de 1963. Una lucha por la que algunos dieron sus vidas.