La UE que quieren PSOE, PP, Sumar y Vox
La mayoría de las formaciones con aspiraciones el 23-J son declaradamente europeístas y piden más, pero Vox plantea medidas que la adelgazan sensiblemente.
Un español que visite el Parlamentarium, el centro de visitantes del Parlamento Europeo en Bruselas, puede salir de allí con cierta sonrisa de orgullo. A través de los paneles, documentos e interactivos constata que pertenece a un país que abrazó a Europa con ansia y que no la suelta, que mantiene el entusiasmo por ser del club comunitario, hasta por encima de la media, y donde la bandera azul estrellada se luce con cariño y convencimiento. España y la Unión Europea aparecen juntas repetidamente, siempre para bien.
Y es que lo dicen las encuestas: alrededor de nueve de cada diez españoles (86%) se sienten en 2023 ciudadanos de la Unión Europea, cifra que mejora en cinco puntos el dato del año anterior, según el Eurobarómetro. Más: tres de cada cuatro españoles están a favor de que se tomen más decisiones a nivel de la UE (76%) y también son mayoría aplastante los que piden crecer, ir más allá de los Veintisiete (un 71% de españoles está a favor de ampliar la UE). Todos estos datos están entre 15 y 20 puntos por encima de la media comunitaria.
Con ese marco, el europeísmo marca la política exterior española, gobiernen los progresistas o los conservadores, solos o coaligados. Es lo que se aprecia también en los programas electorales de los partidos con más aspiraciones en las elecciones generales del 23 de julio, PSOE, PP y Sumar. No tanto en Vox. El partido de Santiago Abascal siempre ha tratado de ponerse de perfil cuando surge la polémica del antieuropeísmo de la ultraderecha en el continente, precisamente porque sabe que es nadar contracorriente ante una opinión pública muy concienciada, pero sí que aboga por una UE adelgazada, edulcorada. Si los otros tres apuestan por más Europa, los ultras piden menos.
El marco general de las propuestas para el 23-J es de defensa de las instituciones europeas, de respeto a sus decisiones y de profundización a escala 27 en apuestas que han sido pilares de la construcción europea en los últimos años, como la autonomía estratégica o las políticas verdes. Todos coinciden en que España ha de tener una voz principal en la UE, aunque unos enfatizan que hay que preservarla (porque ya se ha logrado, léase el PSOE) y otros, que hay que recuperarla (la oposición). No hay atisbo de Spainexit o como se dijera.
Estamos dentro y queremos seguir estando dentro, eso no de discute. Hay matices importantes en las distintas propuestas electorales, teñidas obviamente por la tendencia de cada cual. El PSOE propone un modelo más federalista, basado en reforzar el Estado de bienestar y la política exterior de la Unión, mientras que el PP considera la UE el lugar de los valores occidentales, el capitalismo y la relación con EEUU. Sumar profundiza en la justicia social y el medio ambiente y Vox, en una visión nacionalista que prioriza a lo que decida Bruselas.
Los conservadores tienden a ser más favorable del control de las fronteras en materia migratoria -que en el caso de la derecha extrema se traduce en bloqueo- y la izquierda apuesta por flexibilización de estas políticas y la solidaridad entre los Estados miembros. Igual que en materia fiscal estos últimos defienden la mutualización de la deuda y compartir los riesgos y el PP prefiere el reajuste y la disciplina. Todo, en programas donde es importante el cuerpo de propuestas destinadas a Europa, precisamente por el elevado consenso de lo que no se debe tocar. Hasta que aparecen los outsiders, claro.
"Motor de Europa"
En el programa con el que concurre el Partido Socialista, se enfatiza que crisis como la pandemia o la guerra de Ucrania han borrado las fronteras entre la política doméstica y la exterior y en ese contexto hace falta "una España europea abierta al mundo". Defienden que bajo el mandato de Pedro Sánchez se ha "aumentado" el liderazgo internacional y España "ha entrado en el club de países que tienen voz propia para la toma de decisiones mundiales", algo que el presidente ha convertido en una de sus apuestas.
Sus propuestas van muy en la línea de las planeadas en la Presidencia española del Consejo europeo, que abarca desde este julio hasta el próximo diciembre: que España siga siendo "el motor de Europa", que se mantenga el apoyo a Ucrania ante la agresión rusa, que se "refuercen las capacidades energéticas, la conectividad digital, la seguridad alimentaria o la salud" en Europa, que se apueste por el avance tecnológico y la competitividad y se "impulse" la llamada Autonomía Estratégica Abierta ("capacidad para actuar de manera autónoma cuando y donde sea necesario y, en la medida de lo posible, con los países asociados", la define Bruselas) cuanto antes. Eso hará a la UE más "fuerte, competitiva y resiliente".
El PSOE, en sus 126 referencias europeas incluidas en el programa, plantea una "digitalización responsable"; el "despliegue de energías renovables", con una apuesta mayor por la soberanía energética, que tan entredicho quedó al estallar la guerra ucraniana; una Europa Social que impregne todas las políticas; una UE "justa, social y solidaria", en la que se reformen las normas fiscales para que sean "más justas, realistas y previsibles"; quiere el PSOE también que la toma de decisiones se pueda lograr por mayoría cualificada (un debate serio en los Veintisiete, donde la unanimidad a veces es una tiranía) y que Europa sea aún más feminista, por ejemplo, aprobando una directiva sobre la lucha contra la violencia machista.
En materia de Migración y Asilo, cuyo pacto está a punto de caramelo tras años de debate, apuestan por "los valores de dignidad humana y solidaridad", mientras que plantean una "transición energética justa", "sin dejar a nadie atrás". Cita expresamente la necesidad de crear una "zona de prosperidad compartida" con Gibraltar, un tema que por ejemplo Vox no quiere ni escuchar.
El PSOE incide en la necesidad de que no haya vuelta atrás frente a las "voces reaccionarias" y Europa siga siendo "un espacio de libertad, seguridad y justicia". Frente a esas amenazas, dice, hay que "priorizar" los derechos humanos, las libertades fundamentales y la protección de las personas. También, ampliando la UE a los Balcanes, uno de los grandes retos de la nueva legislatura que echará a andar el próximo verano.
"En el puente de mando"
"Es el momento de liderar e influir", escribe el PP en su programa. Destina un importante espacio a la crítica, a denunciar que con Sánchez la política exterior ha estado centrada en "la promoción y los intereses personales" o no se han repartido bien fondos como los RePower, para los que no se han marcado ni prioridades, dice. Frente a eso, la voz de España debe "oírse con nitidez en el mundo", recobrando la "visión de Estado, creíble y previsible". "Queremos poner a España en el puente de mando de la UE", sentencia.
Los de Alberto Núñez Feijóo aluden a Europa en 33 ocasiones (sólo por detrás de Vox) y en buena parte de ellas es para prometer un mejor y más claro sistema de reparto de fondos comunitarios, con publicaciones de datos finales de ejecución, auditorías y evaluaciones; su meta es que los fondos de recuperación lleguen a lo que llaman "economía real" de los españoles. Vinculado a ello, plantean planes de refuerzo al sector primario, que reduzcan por ejemplo el precio de la energía, o compensaciones por los gastos de CO2.
Quieren plantear a la UE la reducción de los costes laborales, sobre todo para zonas poco pobladas; un plan europeo de Inteligencia Artificial (con su estrategia nacional pareja); mejoras en el espacio europeo de datos, sobre todo los relacionados con la salud, la implementación del plan europeo de lucha contra el cáncer y la promoción de ayudas a la pobreza infantil.
En todas estas áreas aspiran a que el papel de España sea de líder, no de gregario.
Sobre el Pilar Social
El capítulo más extenso y completo de los dedicados a Europa en los programas de cara al 23-J es, con diferencia, el de Sumar. La formación de izquierdas que comanda la vicepresidenta Yolanda Díaz muestra una impronta euroeísta que va de la mano de la elección de su portavoz, Ernest Urtasun, o de la coordinadora del programa, María Eugenia Rodríguez Palop, ambos eurodiputados y con un enorme conocimiento de lo que ocurre en las instituciones. Europeos de izquierdas, claro. Eso explica que el Pilar Social sea la base de sus apuestas.
Apuestan por "una reforma más ambiciosa de las reglas fiscales" comunitarias, que supongan el fin de la austeridad y haga de la inversión pública "un elemento fundamental". Aunque aceptan como buena base la reforma planteada por Bruselas, quieren ir a más, "sin imponer requisitos uniformes de reducción del déficit y la deuda a corto plazo". De paso, plantean repensar el Banco Central Europeo y poner fin a los paraísos fiscales. Reclaman un mecanismo común para financiar inversiones en bienes públicos europeos, como los de transición ecológica, ahondar en la digitalización y aumentar la autonomía estratégica. Frente a la lectura del PP, entiende Sumar que los fondos NextGeneration han ido tan bien que merece la pena crear una Agencia Europea de Inversión para establecer repartos y criterios; también pantea una de Deuda, bajo control parlamentario, no de la Comisión.
Los de Díaz quieren un fondo europeo para "perturbaciones cíclicas", democratizar la adopción de nuevos tratados internacionales, impulsar una "profunda reforma" de los indicadores de bienestar económico (más allá del PIB) y desarrollar el reglamento de la ley reguladora del derecho de asilo y protección subsidiaria. Aquí encontramos una de las diferencias esenciales: plantean todo un mecanismo de asistencia consular poniendo el foco en el derecho internacional de los refugiados y la obligación internacional de dar acogida, más ambicioso aún de lo que ya se está cerrando en los Pactos de la UE. La formación rosa ve esencial, también, reformar agencias europeas como Frontex y Europol, para ganar en democracia.
Sumar aboga por trabajar por una Europa "feminista", centrada en la lucha contra la violencia machista o la trata de seres humanos, y también un orden que atienda las necesidades de la ciudadanía "dentro de las limitaciones del planeta", consistente en paz social y justa, prevención de crisis, respeto de los derechos humanos. Toda la legislación deberé estar elaborada con perspectiva de género. Es parte de su apuesta de que personas y derechos estén "en el corazón de Europa".
Quieren que Bruselas tenga "voz propia" en el mundo, sin seguidismos, y "entierre de una vez los dogmas neoliberales y las lógicas de explotación y abuso" campantes. Europa tiene que poder mediar en grandes conflictos y desescalarlos. Se repiten la idea de autonomía estratégica, centrada también en las relaciones defensivas y con la OTAN, velar por los intereses propios pero "alejados de toda veleidad militar", a través de la diplomacia "activa y exigente".
En el flanco económico, quiere reforzar los sistemas de control y supervisión bancaria, reforzar el compromiso presupuestario con el Estado del Bienestar, en línea con ese Pilar de Derechos Sociales europeos, y cambiar el impuesto de sociedades para aumentar la contribución, sobre todo, de las grandes empresas; hay directivas de la Comisión que lo contemplan, defiende Sumar, que quiere incluir una "regla de oro verde y social" además. Y en el del desarrollo verde -uno de los más extensos-, quieren una UE "promotora de una planificación ecológica en clave democrática a escala global", refuerzo en el Pacto Verde Europeo, un mecanismo SURE climático, fortalecer la agenda Fit for 55 sobre renovables y emisiones y lanzar una planificación industrial verde "que corrija desigualdades sociales". Es importante para ello "superar" el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, para no penalizar las inversiones públicas.
La Estrategia Europea de Cuidados será igualmente implementada en su totalidad, se creará un centro de datos paneuropeos para compartir informaciones y decisiones, se quiere ampliar el poder de la Eurocámara y reformar los tratados fundacionales -ya en ello- para perfeccionar el sistema y blindar las conquistas sociales. España, concluye la nueva formación, tiene que convertirse, de la mano de Europa, en una "potencia de paz y progreso".
Burócratas, incapaces y fanáticos
Vox, al fin, no pide el fin de la Unión Europea, como si hace con otras instituciones como los parlamentos autonómicos españoles, pero la que hay no le gusta y pretende cambiarla. Básicamente, Bruselas le parece un lugar donde se mueven los burócratas sin mucho resultado, donde su trabajo no avanza, no se deja fiscalizar y hay postulados de "fanáticos", como los verdes. Son críticas muy similares a las que hacen los Gobiernos de extrema derecha de Hungría o Polonia, en los que se inspira Abascal.
Sostiene que la UE se está "constantemente excediendo de sus competencias" y no está, como debiera, al servicio de los estados y ciudadanos, y que se "empeña" en legislar más de la cuenta. Por eso, la formación de ultraderecha tiene una propuesta para Europa que destaca sobre el resto: "Garantizaremos la primacía del Derecho nacional y la recuperación de la soberanía de nuestros jueces y tribunales. Esto es, prefieren las sentencia y la jurisprudencia españolas, tirando por tierra el derecho comunitario. Justifica su apuesta en que no haya "golpistas, terroristas o delincuentes" que se paseen por países europeos "que se niegan a detenerlos y entregarlos". Pongan ustedes nombres. Europa es, denuncia, una "máquina implacable de imponer normas" pero para ellos la Constitución tendrá prioridad.
De estar en el Gobierno, y de hacer esto, puede chocar tremendamente con Bruselas y acabar con miles de millones de fondos bloqueados por incumplimiento, por desacato, que es lo que ya le ha pasado a polacos y húngaros por violar el Estado de derecho. Varsovia y Budapest avalan también la definición de Europa que ha elegido Vox para su programa, "de naciones libres y soberanas que cooperen libremente entre ellas". Quiere un nuevo tratado por el que la Comisión "devuelva a los estados el protagonismo frente a la burocracia" y reformar el Plan de Recuperación para que los fondos vayan a la "economía real".
"Acabaremos con la forma actual de reparto de los fondos europeos, de espaldas a los verdaderos intereses de los españoles y condicionadas a las imposiciones ideológicas globalistas", promete. Entre estos últimos, rechaza expresamente la Nueva Bauhaus, a su entender impulsada por "burócratas", "con la coartada del fanatismo climático" que pretende "uniformizar la realidad de nuestras ciudades". La Bauhaus es un proyecto mastodóntico de la UE, de años, que España define como "un llamamiento a pensar cómo deben ser los espacios en los que se desarrolla nuestra vida atendiendo a la cultura de cada lugar y reforzando los vínculos que unen a los distintos países europeos".
La inmigración es uno de los grandes caballos de batalla de la ultraderecha. En este caso, quiere Vox una "reforma completa de la política inmigratoria y de asilo de la Unión Europea". Frente al que cree "fracasado modelo multicultural impuesto por las élites de Bruselas", plantea políticas de integración cultural. "El multiculturalismo debilita la cohesión social y, consecuentemente, la voluntad general de defensa de la nación. Todo inmigrante tiene la obligación irrenunciable de integrarse en el país de acogida, y no al revés", zanjan.
Aspiran a reducir el "gasto político superfluo" y a formar "un eje de la Europa del sur para la defensa de intereses comunes, tales como protección de fronteras, el sector primario o la cultura". En materia verde, rechazo "con dureza ante las instituciones comunitarias cualquier iniciativa europea que suponga más obligaciones verdes, reducción de la productividad, subida de costes, aumento de importaciones o pérdida de empleos", según su lectura. Por eso mismo también pide una nueva PAC y revisar "todo" el Pacto Verde.
En materia de política exterior, quiere recuperar la "competencia exclusiva del Estado" y suprimir toda representación de regiones o municipios. Sobre Gibraltar no se hablará de nada que no pase por "respetar los derechos soberanos de España sobre la colonia británica". También plantean recuperar "la regla de la unanimidad allí donde sea precisa para asegurar el respeto a la soberanía nacional", en cuanto a funcionamiento interno de los organismos europeos.
Ideas y planes para Europa que los partidos han trabajado porque Madrid y Bruselas están obligados a ir de la mano, aún sabiendas de que justamente este no es un tema que determine el voto de los ciudadanos.