¿Qué hay detrás de la detención en Francia de Pavel Durov, el fundador de Telegram?
Mientras Francia le acusa de no colaborar en la persecución de delitos, Rusia, que en su día provocó su exilio, teme que los servicios de inteligencia occidentales puedan acceder a las conversaciones cifradas de la plataforma más usada por su Ejército.
Es 9 de diciembre de 2011 y varios agentes de una unidad especial de la policía rusa (OMON) acuden al lujoso complejo residencial conocido como “El quinto elemento”, en San Petersburgo. Buscan a Pavel Durov, entonces fundador de VKontakte (VK), el conocido como Facebook ruso. Durov está solo en su apartamento cuando la Policía llama a la puerta. “Tenían armas y parecían muy serios”, declarará tiempo después al periódico estadounidense The New York Times: “Parecía que querían romper la puerta”. Durov sigue atento a los movimientos de los agentes, que aguardan. Decide no abrir y, pasada una hora, la unidad especial abandona el edificio.
Unos días antes, habían comenzado en Rusia varias protestas contra lo que consideraban fraude electoral en los comicios legislativos del 4 de diciembre. El Gobierno ruso consideraba que muchas de estas movilizaciones de la oposición se organizaban en la red social fundada por Durov, hasta el punto de que el FSB (servicio de inteligencia de interior ruso) pidió que cerrase estos grupos. Durov no solo se negó a hacerlo, sino que su respuesta a esta petición fue publicar en Twitter una foto de un perro con una capucha sacando la lengua. Acompañó la imagen con el siguiente texto: “Respuesta oficial a los servicios de inteligencia a la petición de bloquear grupos”.
Las disputas con el Gobierno ruso fueron in crescendo ante las negativas de Durov a acceder a sus peticiones. Se supo también que el empresario ruso se negó a facilitar datos de los usuarios ucranianos en VK que protestaron contra el Gobierno de Viktor Yanukovich. La presión terminó con Durov optando por el exilio y con empresarios cercanos al Kremlin controlando VK tras hacerse con el 48% de la empresa. Pero VK fue solo el comienzo de la multimillonaria carrera de Durov.
Tal y como explicaría más adelante, durante esa hora en la que los agentes esperaban en la puerta, Durov se dio cuenta de que no disponía de un canal de comunicación seguro para hablar con su hermano. Y ahí comenzó a idear lo que hoy es una de las plataformas de mensajería instantánea más utilizadas en el mundo y la que le ha llevado a ser detenido en Francia este fin de semana: Telegram.
La detención
Lo adelantó la cadena francesa TF1. Pavel Durov fue detenido a las 20.00 horas del pasado sábado recién aterrizado en el aeropuerto parisino de Le Bourget, utilizado para viajes privados. Durov había salido ese mismo día en su jet desde Bakú, capital de Azerbaiyán. A su llegada le esperaban agentes de la Gendarmería de Transporte Aéreo (GTA), el Comando de la Gendarmería del Ciberespacio (COMCyberGEND), la Oficina Nacional Antifraude (ONAF) y un equipo de la Policía de Fronteras (PAF).
El nombre del fundador de Telegram, según la televisión francesa, figuraba en la lista de las personas buscadas después de que la Oficina de Menores de la Policía Judicial francesa (OFMIN) hubiera dictado una orden de arresto en base a una investigación preliminar por presuntos delitos de fraude, tráfico de drogas, acoso cibernético, crimen organizado o promoción del terrorismo. A Durov se le señala no por haber cometido estos delitos, sino por no tomar medidas para evitar que sucedan en su plataforma. Por ausencia de moderación.
Frente al resto de compañías de mensajería instantánea, Telegram presumió desde su nacimiento de ser la única que jamás revelaría información sobre sus usuarios. Esto, sumado al cifrado de sus conversaciones, ha sido, sin duda, el principal factor que explica el crecimiento exitoso de la empresa, que alcanza los 900 millones de usuarios en todo el mundo. El compromiso por la libertad total permite que muchas personas puedan hablar sin miedo a ser vistos, sin temor a la persecución. Pero la ausencia de ningún tipo control sobre lo que en ella se dice o hace ha permitido también que albergue contenidos delictivos, desde pedofilia hasta terrorismo.
Más allá del debate sobre la responsabilidad de las plataformas, la detención de Durov ha provocado un nuevo cisma en la disputa geopolítica global, con la guerra entre Rusia y Ucrania en el centro del conflicto. Aunque resulte extraño teniendo en cuenta la relación pasada entre Durov y el Gobierno de su país natal, Rusia reaccionó enseguida a su arresto. La embajada en París solicitó de manera inmediata explicaciones a Francia. “Hemos pedido a las autoridades francesas una aclaración de los motivos [de su detención] y exigimos garantizar la protección de sus derechos y el proporcionarle acceso consular”, comunicó la diplomacia en la red social X.
El problema es que, en estos momentos, Durov tiene doble nacionalidad francesa (desde agosto de 2021) y de los Emiratos Árabes Unidos, donde vive y donde está ubicada la sede de Telegram. El asunto, no obstante, preocupa al Kremlin. Allí, su portavoz, Dmitry Peskov, ha afirmado este lunes que no harán declaraciones hasta no conocer una versión “oficial” que aclare “con qué exactamente intentan incriminar a Durov”. Lo que sí quiso esclarecer Peskov es que no es cierto que el presidente Vladimir Putin se reuniese con el creador de Telegram en Bakú, donde coincidieron ambos la semana pasada y según se dijo en algunos medios.
¿Pero qué ha cambiado entre Rusia y Telegram? Pese a todos los enfrentamientos con Durov por negarse a compartir información, lo cierto es que Rusia utiliza mucho la plataforma de mensajería. El jefe del centro ruso para el Desarrollo de Tecnologías de Transporte y experto en aviación, Alexéi Rogozin, ha llegado a decir que “no importa lo loco que pueda parecer”, pero la realidad es que “gran parte del control de las tropas [rusas] está ligado a Telegram”. “La transmisión de datos de inteligencia, ajustes de artillería, transmisiones de vídeo desde helicópteros y mucho más se lleva a cabo muy a menudo utilizando Telegram”, ha dicho. Si esto es así, no es difícil entender el temor del Gobierno ruso a lo que Francia o los servicios de inteligencia occidentales puedan obtener con el arresto de Durov.
El experto en Derecho, Estrategia y Comunicación Digital Borja Adsuara observa con ironía cómo Rusia ha salido “en tromba a defenderle”. Para Adsuara, en el caso “están metidos todos los servicios de inteligencia, no solo los franceses o los rusos, también los israelíes”. Según relata, “Telegram ha pasado de ser la red social que defendía a disidentes a convertirse en la herramienta que utiliza Putin para su propaganda, también para generar un sentimiento antifrancés en las antiguas colonias africanas”. Además, incide, “no solo es el canal de comunicación del Ejército ruso, sino que parece serlo también de Wagner [la empresa paramilitar] en África”.
¿Y la libertad de expresión?
Pese a todo, hay quienes alertan del riesgo que la detención de Durov puede acarrear en la defensa de la libertad de expresión. El analista estadounidense Edward Snowden, refugiado en Rusia tras denunciar el espionaje de las comunicaciones globales por parte del Gobierno de su país, ha definido el arresto como “un atentado contra los derechos humanos básicos de expresión y asociación”. “Me sorprende y entristece profundamente que Macron haya llegado al punto de tomar rehenes como medio para acceder a comunicaciones privadas”, ha dicho: “Esto no solo degrada a Francia, sino al mundo”.
El asunto es tan complejo que en Rusia están preocupados, como explica el economista ruso Konstantin Sonin en The Moscow Times, tanto el Gobierno como la oposición, que había confiado en Telegram como un servicio seguro para sus comunicaciones.
Sin embargo, Adsuara cree que no deben mezclarse debates: “Una cosa es la libertad de expresión y otra la responsabilidad de las plataformas”. “La difusión de pornografía o la organización de un grupo terrorista no es libertad de expresión”, denuncia. El también profesor se muestra de hecho “ofendido” por aquellos que quieran “confundir”. “Defender la libertad de expresión de un disidente frente a un estado autoritario es diferente a que en un estado democrático un juez persiga un delito de terrorismo o pedofilia y no se quiera colaborar con el caso”, señala: “Si tenemos muy claro que a cualquier ciudadano europeo o empresa se le puede exigir el cumplimiento de las normas europeas, ¿por qué no exigírselo a las demás multinacionales?”
Adsuara se refiere a la reciente aprobación, en 2022, de la ley europea de Servicios Digitales, que obliga a las grandes empresas de internet a colaborar con la Justicia en la persecución de delitos. “Nadie dice que Durov sea culpable, pero si tienes conocimiento de que se están cometiendo delitos en tu plataforma y no colaboras, estás obstruyendo la Justicia”, concluye el experto digital.
Por ahora, y mientras las autoridades francesas han prolongado la detención de Durov, Telegram ha emitido un comunicado defendiendo a su fundador: “Telegram cumple con las leyes de la UE, incluida la Ley de Servicios Digitales: su moderación está dentro de los estándares de la industria y mejora constantemente. El CEO de Telegram, Pavel Durov, no tiene nada que ocultar y viaja con frecuencia por Europa. Es absurdo afirmar que una plataforma o su propietario son responsables del abuso de esa plataforma. Casi mil millones de usuarios en todo el mundo utilizan Telegram como medio de comunicación y como fuente de información vital. Estamos esperando una pronta resolución de esta situación. Telegram está con ustedes”.