Las protestas estudiantiles por Gaza saltan a España, llenan de proclamas los campus y alcanzan el primer plano político
Días después de que en EEUU estallase una revuelta social a favor del pueblo palestino y contra Israel, España y otros países europeos multiplican sus concentraciones. El impulso al movimiento universitario llega mientras el mundo mira con temor a lo que ocurre en Rafah.
El furor estudiantil por Gaza ha llegado a España en un momento crítico de la guerra. A espejo de lo que viene ocurriendo desde hace semanas en EEUU, el movimiento universitario español se ha decidido a alzar la voz por el pueblo palestino y contra la ofensiva que desarrolla Israel sobre la Franja desde hace justamente siete meses. Y más allá de España, en Alemania, Reino Unido, Países Bajos, Dinamarca, Bélgica... donde las concentraciones se multiplican.
De momento, la sucesión de concentraciones deja un balance más leve que las desarrolladas en suelo estadounidense, donde ya hay más de 2.000 detenidos y numerosos enfrentamientos con la policía. En Europa empiezan a contarse por centenas los arrestos en otras grandes plazas universitarias del mundo, tendencia de lo que escapa España hasta el momento, pese a la multiplicación de convocatorias.
Las movilizaciones no son nuevas; desde hace jornadas ya se vienen celebrando acampadas y otros eventos en los campus de Barcelona, Valencia y diversas ubicaciones en el País Vasco. Pero en las últimas horas su naturaleza ha cambiado, hasta convertirlas en llamamientos populares que se han extendido a Madrid y han llegado al primer plano político. La agenda no para y se espera que este miércoles se celebren otras en provincias como Sevilla o Alicante.
El gesto va mucho más allá de meras protestas de cientos de alumnos. La cuestión se ha colado en la rueda de prensa del Consejo de Ministros. En ella, la ministra de Universidades, Diana Morant, ha mostrado su "orgullo" por lo que ha denominado "pensamiento crítico de los estudiantes" y transmitirlo "a través de las universidades y de los espacios públicos".
Lo ha hecho ligando el sentido de estas movilizaciones con la postura que "está defendiendo el presidente del Gobierno". Para Morant, la defensa a Palestina "no sólo la está liderando en nuestro país, que está traspasando nuestras fronteras y está liderando esa postura en toda Europa". Sin embargo, los manifestantes también critican al Ejecutivo español y reclaman ruptura de relaciones con Israel.
Las acciones de protesta han subido de tono al sumarse los estudiantes madrileños. El lunes eran varios centenares de alumnos de la Autónoma, que ante el rectorado denunciaban "una masacre que está teniendo lugar con la absoluta complicidad de EEUU, la Unión Europea y también del Gobierno español".
Este martes ha sido el turno de la Complutense, donde unas 200 personas han instalado sus tiendas de campaña de forma "indefinida" entre proclamas contra Israel y banderas palestinas. Allí se han desplazado personal de distintas universidades madrileñas, no sólo de la UCM, que por la tarde se han manifestado por los alrededores del complejo.
No sólo alumnos, como se afanan en contar los participantes. En declaraciones a EFE, la catedrática de Teoria de la Información Eva Aladro, apuntaba que "no estamos aquí para hacer política [...] es mentira que vayamos a hacer política. Estamos haciendo defensa de los derechos humanos".
Por ello ha defendido que junto a los estudiantes también se manifiesta "una red de profesorado y trabajadores de la Complutense" en lo que considera una "toma de conciencia en torno al crimen, la masacre, el genocidio que está teniendo lugar en vivo y en directo cada día en Palestina".
Los actos han recibido el aplauso de la oposición a Díaz Ayuso. Así, para el líder del PSOE-M, Juan Lobato, "siempre es positivo que los jóvenes protesten, se rebelen y planten cara pacíficamente". Para la portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Manuela Bergerot, "Llos jóvenes piden a gritos pasar de las palabras a los hechos", reclamando a Moncloa que les "escuche y actúe".
Al otro lado, la opinión es radicalmente diferente. Desde el Ejecutivo madrileño rechazan el rol de las instituciones académicas y aseguran que harán "todo lo posible" para frenar su expansión, bajo la premisa de que "la política debe quedar fuera de las aulas", especialmente tras los movimientos y declaraciones auspiciados por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología.
Allí la Junta de la Facultad aprobó hace días una declaración para pedir la suspensión de su cuenta bancaria con el Banco Santander "por financiar la industria fósil y la industria armamentística implicada en el genocidio sobre Gaza", entre acusaciones a otras compañías por 'colaboracionistas' con el ejército israelí. Una actitud "inadmisible" y que "preocupa profundamente", en palabras del consejero de Universidades, Emilio Viciana.
Mientras, el mundo mira a Rafá
El auge del activismo estudiantil llega con el planeta pendiente de Rafah. En las últimas horas el Ejército hebreo ha iniciado los bombardeos tras ordenar una evacuación masiva de alrededor de 100.000 personas. En este gran nucleo palestino, donde resisten cerca de 1,2 millones de personas tras siete meses de ofensiva y reubicaciones forzosas, ya se cuentan por decenas los muertos en las primeras incursiones militares.
Los tanques israelíes ya han penetrado en uno de los pocos puntos que aún no controlaba el gobierno de Tel Aviv. Por ello, el paso de Rafah, que servía como mayor (casi único) punto de entrada de ayuda humanitaria en Gaza, queda cerrado, disparando los riesgos de la crisis humanitaria ya existente.
El alto representante de la UE, Josep Borrell, verbalizaba la situación con adjetivos resonantes este martes. Para el jefe de la diplomacia europea la catastrofe humanitaria será "aún más grande". "No puedo anticipar las pérdidas humanitarias que esto va a crear", ha alertado en Bruselas.
El alto el fuego parece lejano, pese al visto bueno dado por el grupo islamista Hamás al plan presentado por Egipto y Catar, habituales mediadores en el conflicto iniciado por los atentados de Hamás el 7 de octubre. Dicha propuesta ha sido rechazada por Israel, que la ve muy "lejana" de sus propias demandas.