"Este año no voy al Orgullo": cuando el negocio privado gana a las calles

"Este año no voy al Orgullo": cuando el negocio privado gana a las calles

Las trabas al sonido, los aforos y las discotecas que suben su precio este fin de semana hacen que muchos se replanteen venir a Madrid por estas fechas.

Manifestación del Orgullo en 2023 en Madrid.Europa Press via Getty Images

"Por fin ha llegado el gran momento. Aunque habían reservado sus habitaciones de hotel un año antes, en cuanto estaban claras las fechas, los nervios del momento les hacen pensar que no es real, que no ha llegado. Que faltan todavía meses para que Madrid tenga un Orgullo aún más multitudinario de lo habitual. Al salir de su hotel, cerca del intercambiador de Moncloa, ven que no son los únicos en el mismo estado. Coinciden en la recepción con otro grupo de chicos jóvenes, en sus veintitantos, que están registrándose para pasar la última semana de junio, y el primer fin de semana de julio. Como ellos, llegan con maletas y con muchas ganas. Uno de ese grupo se ha adelantado al plan de la noche y ya lleva una botella de ginebra en la mano". 

Es el inicio que dibujaba Ignacio Elpidio Domínguez, autor de Cuando muera Chueca: origen, evolución y final(es) de los espacios LGTBI (Egales), un ensayo en el que analiza desde el punto de vista de la geografía, los estudios urbanos y la antropología la transformación urbana y de la diversidad sexual y de género que ha sufrido el madrileño barrio de Chueca, que estos días se convierte en el centro de la ciudad con motivo del Madrid Orgullo 2024.

La historia que dibuja Elpidio es la historia de Álvaro y sus amigos, que viajaron de Barcelona a Madrid en 2017 para sumarse al WorldPride que se celebró en la capital en aquellos años. En el relato dibuja el escenario en el que se convirtió Madrid donde hasta en Moncloa, "zona habitualmente conservadora y de población envejecida -salvo por los y las estudiantes que pueblan en barrio-" las banderas arcoíris inundaban las calles y se intensificaban bajo el lema"Ames a quien ames, Madrid te quiere" que incluso aparecía en la entrada de comercios como peluquerías.

Sin embargo, Álvaro ha decidido que este 2024 sea el primer Orgullo de Madrid al que no asista. "Yo entendía el Orgullo más como una fiesta mas popular o patronal con conciertos en la calle, de carácter abierto y la posibilidad de hacer fiesta en la calle, que ya no es", cuenta por teléfono a una semana de que se de el pistoletazo de salida con el pregón. "Esto se dio hasta 2018 o 2019. Todo se va cerrando por motivos de seguridad y aforo y quejas de asociaciones de vecinos que obligan a entrar al recinto en el que se convierte Chueca de calles cortadas con horas de antelación y supeditado siempre a los limites estrictos", explica ejemplificando que si, por ejemplo, la plaza de Chueca se vacía, no se abre el acceso para poder entrar aunque sean las dos de la mañana.

"El botellón está mal visto, pero es una forma socializar alternativa a consumir en una terraza o un local como parece que es el modelo en el Madrid de Ayuso. El año pasado sabiendo los problemas que hay pudimos entrar en el recinto porque habíamos reservado para cenar a las 20h y ya con tiempo cogimos entrada para una discoteca. Me vi saliendo todos los días a discotecas para poder alargar la noche cuando puedo hacerlo todo el año sin problema. Lo único que cambia es que solo van famosos a las discotecas para que canten su tema del momento y subir los precios porque se sabe que se van a pagar. Hay una media de 50 euros por entrada y no hay freno. Cada año nos escandalizamos y el límite es cada vez más alto. Prefiero quedarme en el Orgullo de Barcelona, que tiene el encanto que tenía Madrid en cuanto a estar en la calle y poder socializar, reivindicar y celebrar, la verdad", concluye al respecto Álvaro, que explica que su novio, que vive en Madrid, también se irá esta semana de la capital y que ninguno de sus amigos de Barcelona van a acudir a la cita en Madrid este año.

Las fiestas se han convertido en el plan para poder continuar en Chueca pasadas las 00 horas. Los escenarios, que tienen que cumplir escrupulosamente los niveles de ruido ya que el Ayuntamiento no amplía los niveles de ruido permitidos y que hacen prácticamente imposible escuchar lo que ocurre sobre las tablas si no se está a veinte metros, hace que muchos busquen locales a los que ir después.

Uno de los destinos de madrugada más demandados son las fiestas que organiza la empresa Locamente. Con una amplia presencia en la noche LGTB madrileña con las fiestas Yass!, Tanga!, Loco Bongo, Bombon o Cosmic Cruise, la promotora tiene numerosas fiestas este Orgullo y por estas fechas suben el precio.

La primera de ellas, y la que más gente atrapa es Tanga!. Se suele celebrar un domingo al mes en el Teatro Barceló al estilo de las fiestas dominicales creadas por el activista Shangay Lili en los años 90. Dura de 18 a 6 de la mañana y, cuando no hay Orgullo, la entrada anticipada cuesta 12 euros o 16 si se quiere acceder pasadas las 12 de la noche. De 18 a 19, la entrada es gratuita. Sin embargo, entre el 5 y el 7 de julio las 4 fiestas que ofrecen varían entre los 30 y los 35 euros.

Lo mismo ocurre con Yass!. Se celebra cada sábado en el Teatro Eslava y el fin de semana pasado costaban 18 euros. Este finde, los precios varían entre los 25 euros para los que fueron más previsores y los 30 euros para el día 6 de julio. Este año, como ya ocurría otros años anteriores, Locamente pone a la venta entradas para poder acceder a las carrozas que hay en la manifestación estatal del sábado 6 de julio. Cuestan 169 euros por persona, que por gastos de gestión suben a los 200 euros. Incluye una entrada anticipada para cualquier fiesta de la promotora, el acceso a la carroza y la barra libre dentro de ella. Están agotadas, aunque todavía quedan huecos para la de Barcelona a 'solo' 75 euros.

"Cada año es un caos. Intentamos pillar entrada para Tanga! el 30 de mayo que fue el día en el que salieron y nos fue imposible. Como es en el Teatro Barceló y queda cerca de Chueca queríamos ir mis amigos y yo el viernes o el sábado, pero nos fue imposible. Hace unos días habilitaron una segunda sala en Plaza de España, pero ya pasamos. El viernes nos quedaremos en la calle y Dios dirá. Nos tocará pelearnos y hacer cola por los sitios de alimentación que hay en Pedro Zerolo y regatear por comprar una cerveza medio fría, porque se aprovechan y con el caos de la caja te intentan cobrar cuatro euros por una lata", explica Luis al respecto.

Juanma llegó el pasado viernes de Bruselas, ciudad en la que reside desde año y medio, para pasar unos días con su familia y sus amigos. En medio le pilla el Orgullo, del que ve diferencias con el de Madrid. "La principal diferencia entre el Madrid y Bruselas es la afluencia. Madrid es más grande, pero el de Bruselas es menos comercial. Mi sensación con el de Madrid es que solo hay reivindicación en el Orgullo Crítico y la manifestación del sábado antes de las carrozas", explica al respecto apuntando a que en la capital europea es más visible la reivindicación de derechos que en Madrid.

"Hay más visibilidad, representación... Es mucho más limpio porque hay menos dinero en juego", resume explicando que si quiere salir hay mucha variedad de bares que no cobran entrada y que las entradas son mucho más baratas que las que están a la venta para este fin de semana.

"El Orgullo ha cambiado completamente en cuanto a la presencia que ha perdido en las calles. Si lo comparas con una verbena de verano en las calles con barras como puede ser San Cayetano ahora no ocurre. Antes el Orgullo tenía una cosa chula que ahora no ocurre. Si quieres disfrutar de cualquier fiesta durante esta semana tienes que pagar una entrada. Hay una ansiedad social por comprarlas porque o eres el primero o te quedas sin ella. No da tiempo a organizarte con tus amigos porque si te despistas te quedas sin entradas. Si decides hacer la alternativa que es quedarte en la calle te acabas arrepintiendo de no haber sacado una entrada porque el sonido cada año es peor y más limitado. Si no estás en las primeras filas del escenario no se oye. No se escucha ni la música ni el pregón. Cada año hay menos ilusión por ir al Orgullo, es más por la reunión con mis amigos, que por lo que simboliza", explica Miguel a días del evento.

Una cuestión, a las que muchos señalan a las organizaciones LGTBI que gestionan el orgullo. Ignacio Elpidio Domínguez, autor del libro con el que comienza este artículo, también ha decidido no comprar un billete de tren para venir al Orgullo de Madrid. "No voy y otros años he estado en Madrid y lo he evitado. No fue la pandemia, tiene mucho que ver con como la FELGTBI responde desde hace unos cinco años en el activismo. Por ejemplo, en vez de ayudar a la gente a combatir por vías legales a Vox ponen trabas y acuden ellos a hacerse la foto. El modelo está volviendo al modelo de Ana Botella en el que se prioriza el turismo antes que las actividades culturales", explica.

"Mis recuerdos de estar en el Orgullo es estar en la calle y se ha convertido en una necesidad comprarse una entrada de algo. Todo el espacio público se ha cambiado por el espacio privado", resume.

Sin embargo, todos los entrevistados coinciden en la edición de 2017, la del WorldPride como la edición perfecta. Parte de su éxito fue la que realizó el Comisionado del Orgullo que dirigía Berta Cao. Se trataba de unificar los servicios del Ayuntamiento para trabajar conjuntamente con MADO, entidad que organiza el Orgullo y que agrupa a FELGTBI, COGAM y AEGAL, así como a todos los contenedores culturales de Madrid.

"Con motivo del WorldPride en la etapa de Carmena se decidió crear un comisionado que tuviera como funciones coordinar el papel de los diferentes del departamentos del Ayuntamiento. Cultura, Igualdad, seguridad, limpieza... y que se coordinara con las entidades que convocaban la parte central del Orgullo y que se repitió en 2018 y se dejó listo para 2019. No solo con MADO, también con el resto de entidades que hay en Madrid. La idea era que el Orgullo de Madrid no solo fuera MADO e incentivar que otras instituciones culturares de Madrid tuvieran su presencia", indica Berta Cao en conversación telefónica con este medio.

"El Ayuntamiento, el colectivo y la parte cultural se unían para que el Orgullo no fuera solo el centro. Hablamos desde el Museo de América hasta lo que se podía hacer en Matadero por mencionar algo. Al calor de ese compromiso del Ayuntamiento y del Gobierno de Carmena con el evento de reivindicación más importante de este país toda la ciudad iba a punto", explica al respecto poniendo un ejemplo claro: "Hoy he pasado por Capas Seseña y sigue teniendo dos capas haciendo la bandera. Esto ocurre porque es el principal evento de la ciudad. Madrid hizo suyo el WorldPride. El Orgullo era una forma de vivir la ciudad, una reivindicación y una celebración. Si el Thyssen hace cosa, el CentroCentro, FotoEspaña, la red de teatro de Lavapiés hace cosas la gente hace suyo el evento. Eso hay que incentivarlo, plafinicarlo y financiarlo". 

Sin embargo, no todo es preparar el evento, también es dejar a punto la ciudad para quien no acude al Orgullo: "El equipo de seguridad tenía claro que es un evento de la ciudad pero que no toda la ciudad vive ese evento. Hay gente que se casa, hay gente que se pone mala y tiene que ir una ambulancia a por él a su casa... El Ayuntamiento hacía todo lo posible para que se notara lo menos posible. La ciudad no se puede paralizar porque sería obligar a la ciudad a vivir algo que tiene que salir de ellos. Nosotros fuimos los primeros que hicimos una vía rápida que unía Sol con Cibeles y de ahí a Moncloa y todo el lateral de la Castellana que se coordinaba con un centro de seguridad con Policía Nacional, Policía Municipal, Bomberos de la Comunidad, Bomberos de Madrid, Samur, Summa, Selur... todo el que pintaba algo para que la ciudad funcionara estaba ahí", explica recordando también que se hizo una gran inversión en urinarios para mantener la ciudad limpia.

"En la época de Botella se pusieron trabas y ahora van por el mismo camino. Y si no, se hacen a posteriori con multas", lamenta. "Es indecente que la Dirección General de Comercio haga un cartel con condones y copas. ¿Cómo es posible que la intervención del Área de Hacienda haya validado este gasto? ¿Cómo es posible que la Dirección de Comercio haga los carteles del principal evento de la ciudad? No hace los del primero de mayo, que es reivindicación, ni los de San Isidro, que es más festivo. Los carteles que corresponden son los de Igualdad, los de José Fernández, que tiene las competencias y que han tenido poca difusión", se queja Cao.

"No se creen que tiene que haber un compromiso y que es importante para la ciudad por la economía y la imagen que proyecta al mundo. Hay más de un tercio de la ciudad en la calle el sábado de la manifestación, por poner un ejemplo", concluye.