La COP29 de Bakú afronta la semana clave: ha llegado el momento de hablar de parné
El objetivo principal de la cumbre de Bakú es establecer una meta de financiación para Estados más desfavorecidos, los más vulnerables a los fenómenos climáticos.
La COP29 arranca su semana decisiva con el inicio de las negociaciones entre los países presentes, tras las jornadas técnicas y de presentación de informes en las que se trabajó y negoció un texto sobre la mejora de la financiación de los países ricos a los más desfavorecidos para que puedan afrontar el calentamiento global y sus consecuencias.
En una Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático caracterizada por las grandes ausencias -no asisten ni el presidente de EE.UU., Joe Biden, ni su sucesor, Donald Trump, tampoco el ruso Vladimir Putin, el chino Xi Jinping, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el francés, Emmanuel Macron, el canciller alemán, Olaf Scholz, o la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen-, ahora es el turno de los ministros del sector y representantes gubernamentales para cerrar los acuerdos.
El objetivo principal de la cumbre celebrada en Bakú es establecer una meta de financiación para Estados más desfavorecidos, los más vulnerables a los fenómenos climáticos extremos, para que a partir de 2025 se superen con creces los 100.000 millones de dólares anuales comprometidos hasta ahora. De momento prima el escepticismo entre los asistentes por alcanzar este compromiso.
Un pesimismo basado en algunos hechos palpables: para febrero de 2025, los países deben actualizar sus planes nacionales para la reducción de emisiones, con el fin de alinear estos compromisos con el objetivo del Acuerdo de París: no superar el umbral de 1,5 ºC de calentamiento global respecto a la temperatura media del planeta en la época preindustrial.
Pero, pese a que a estas alturas el mundo ya se ha calentado de media 1,3 ºC respecto a ese periodo y que 2024 va camino de ser el año más cálido jamás registrado, solo Brasil, Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido tienen un compromiso claro en esa línea.
Centrados en las negociaciones financieras, uno de los estudios sobre la mesa la pasada semana fue el del Grupo de Alto Nivel sobre Finanzas Climáticas que calcula en 2,4 billones de dólares anuales la cantidad que necesitarán para 2030 los países en desarrollo y economías emergentes, sin contar China.
De ese dinero, un billón de dólares tendría que ser financiación externa y, el resto, aportado por los propios países afectados.
La cifra debería aumentar hasta 1,3 billones en 2035, porque cualquier retraso lo que hará será incrementar los costes a futuro. Se prevé que las inversiones necesarias tanto para adaptación como para pérdidas y daño aumenten considerablemente, por lo que es crucial actuar rápido.
La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático se realiza en la capital de Azerbaiyán del 11 al 22 de noviembre.