El éxito político es que no te conozca ni tu madre
Hace un mes ignorabas quien era Pedro Sánchez y hace tres, Pablo Iglesias te sonaba como mucho de haberlo estudiado en el colegio. Por no hablar de Alberto Garzón. Una de las bazas para triunfar en política en la actualidad es ser un desconocido. Alguien a quien no se pueda poner el sello de colaborador necesario de la crisis política e institucional y que arrastre su experiencia dentro del sistema como una bola al tobillo.
Hace un mes ignorabas quien era Pedro Sánchez y hace tres, Pablo Iglesias te sonaba como mucho de haberlo estudiado en el colegio. Por no hablar de Alberto Garzón, el joven diputado de IU, que hace un año era un economista y ya. Ahora, antes de cumplir los 30 años puede liderar el tradicional partido de izquierdas.
Una de las bazas para triunfar en política en la actualidad es ser un desconocido. Alguien a quien no se pueda poner el sello de colaborador necesario de la crisis política e institucional y que arrastre su experiencia dentro del sistema como una bola al tobillo. Una tendencia que el pasado domingo ha llevado a la presidencia de Eslovenia a un profesor de Derecho sin experiencia política, que creó su partido hace solo seis semanas.
"En las actuales circunstancias podría decirse que no tener pasado político se ha convertido en un activo, el frame, el enmarque, es que debemos de ir hacía una nueva política. La vieja política no sirve ya porque tiene pasado. Modernos -modernus en latín- significa nuevo y de la nueva política se hace cargo la gente que no ha estado manchada por la vieja política. Es la renovación, que donde está pegando de verdad es en la izquierda", explica el catedrático de Ciencia Política, Fernando Vallespín.
Los políticos más conocidos han envejecido de repente, como si les hubieran metido en una de esas 'app' que te echan años encima para ver como serás de mayor. Su discurso resulta de otro siglo. Y su respuesta autoritaria a los cambios que demanda la opinión pública -véase la ley de seguridad ciudadana imponiendo multas por el mero hecho de animar a manifestarse en las redes sociales- contribuye a generar esa sensación de regreso a lo peor del pasado.
"Hay una demanda de novedad fruto de la crisis y también de estar en un nuevo contexto creado por las nuevas tecnologías. Recuerda a la migración del campo a la ciudad, ahora migramos lo virtual y nos tenemos que adaptar a ese nuevo mundo desconocido", asegura el demoscópico Narciso Michavilla, presidente de GAD3, consultora experta en análisis de opinión y uno de los asesores más reputados del PP. Michavilla sigue muy de cerca el avance de Podemos y el incipiente auge de movimientos ciudadanos que comienzan a cristalizar con intención política. Esta es su visión sobre las expectativas creadas en torno a esta forma de organizar el descontento: "La crisis ha hecho que un sector de la sociedad deje de confiar en el médico profesional de toda la vida y acuda a curanderos para probar suerte. La ventaja del curandero es que no tiene pasado profesional, sólo gran capacidad de comunicación. Si su pócima resuelve los problemas mejor que el médico tradicional le irá bien, si no los resuelve le echarán de la plaza del pueblo a gorrazos".
Lo cierto es que los 'curanderos' a los que se refiere Michavilla están adelantando a los facultativos de toda la vida, cuyas recetas no han curado los males actuales: paro, corrupción, recortes, retroceso en los derechos civiles y cerco a las libertades tanto individuales como colectivas. Ante el panorama, los votantes se están decantando por someterse a terapias nuevas dado que las ya conocidas están fracasando. "La derecha está pensando que eso no tiene nada que ver con ella, porque no tiene nada de que arrepentirse y sí, Rajoy puede aparecer ahora como un auténtico viejuno, que dirían los jóvenes, pero lo puede convertir en un activo en el momento en que los recién llegados puedan ser mostrados como demasiado verdes para ejercer. Rajoy puede evidenciar que esos -los Iglesias, Sánchez o Garzón- son gente inexperta e indocumentada en la cosa pública; el insulto de indocumentado es muy español (y usado por Rajoy) y puede calar", añade Vallespín.
Los nuevos partidos y sus líderes tienen que demostrar que sus programas son algo más que una declaración de intenciones y llegado el momento, no defraudar la palabra dada. Pero por lo pronto cuentan con la confianza de los votantes que ya no se fían de los clásicos. "El votante, desde que existe la democracia, vota en clave de futuro, no de pasado. No vota para premiar o castigar, sino al que mejor le puede resolver sus problemas en el futuro inmediato", dice el presidente de GAD3.
La próxima temporada se presenta repleta de citas en las que la sorpresa de las europeas tiene pinta de quedarse en nada y a ello ayudará el que los españoles somos "muy neófilos y nos atrae mucho lo nuevo: apenas compramos de segunda mano, tiramos objetos que funcionan porque se quedan obsoletos, reformamos todo por mera moda", subraya Michavilla, quien se hace una pequeña autocrítica al recordar que tanto los analistas como los medios alimentamos esa neofilia. "Hay que renovar la información", remata, al tiempo que recuerda que todos los presidentes de la democracia han sido tradicionalmente jóvenes.
Claro que Vallespín acota el término y propone recordar o revisar qué es lo que entendemos por joven. Pedro Sánchez tiene 41 años, Pablo Iglesias 36, Juan Carlos Monedero, 51 tacos... Felipe González fue presidente del Gobierno a los 40 años, Aznar a los 43 y Joaquín Almunia ministro a los 33 años. "De los nuevos, al único que se le puede definir en puridad como joven es a Alberto Garzón", puntualiza el politólogo, convencido de que ahora mismo es más importante no tener un pasado político que te lastre que la discutida o mal entendida juventud.