A las mujeres de más de cuarenta años y a los veinteañeros que escriben sobre ellas
Lo voy a decir muy claro: sois demasiado jóvenes como para decirme lo que tengo que hacer. Cuando lleguéis a mi edad, podréis establecer vuestras propias reglas. Mientras tanto, llevaré la falda a la altura que me dé la gana con mis zapatillas Converse viejas.
He pasado de los cuarenta oficialmente. Estoy rodeada de adolescentes. Y estoy harta de que se dediquen a decirme en Internet lo que tengo que hacer.
El otro día, me encontré con un artículo sobre Cosas que las mujeres no deberían hacer después de los treinta.
¿Y cuál era una de esas cosas? Llevar pendientes de aro grandes.
¿Y cuál fue mi respuesta? Dedicarle una peineta a la pantalla del ordenador.
En serio, que os den a vosotros y a vuestros "eres demasiado vieja como para llevar pendientes de aro". Acabo de comprarme unos de plata, de los grandes, de los que llegan hasta los hombros. Porque al espíritu libre que llevo dentro le encantan los pendientes de aro, los collares y las pulseras.
¿Y voy a tener que aguantar que alguna niñata que se piense que ya es adulta me diga que no los puedo llevar porque soy demasiado vieja?
En serio, estoy harta.
Precisamente porque soy "vieja" ha dejado de importarme lo que está socialmente aceptado que haga o que lleve. Me hice mi primer tatuaje con 40 años. Este año me he teñido el pelo de turquesa. ¿Y sabéis qué? Me queda genial. Mi par de zapatos preferido son unas botas Doc Martens, y que se atreva cualquier niñato de Internet (que probablemente lleve menos años en el mundo que algunas de mis bragas) a decirme que ya no las puedo llevar.
¿Sabéis qué es lo que las mujeres no deberían hacer después de los treinta? No deberían decir a las demás lo que pueden y lo que no pueden hacer. No deberían aceptar la mierda que otros les van a echar encima. No deberían reprimir a sus verdaderos yos para encajar en los estándares sociales. No deberían escuchar a quien les diga "no puedes hacer esto". No deberían dejar que unos completos extraños con menos experiencia que ellas las acorralen en una esquina.
¿Cómo se supone que vamos a enseñar a nuestras hijas que pueden ser lo que quieran si agachamos la cabeza cuando los niñatos de Internet nos dicen que no podemos llevar pendientes de aro después de cumplir los treinta?
Lo siento, pero no. Rechazo esos estándares que recogen cómo debería vestir, actuar o peinarse una mujer de más de treinta años. Nunca me dejé influir por la presión de grupo; no lo hice antes de los treinta, así que aún menos después.
Lo voy a decir muy claro: sois demasiado jóvenes como para decirme lo que tengo que hacer. Cuando lleguéis a mi edad, podréis establecer vuestras propias reglas. Mientras tanto, llevaré la falda a la altura que me dé la gana con mis zapatillas Converse viejas.
Y, por cierto, ¿sabéis quiénes son las personas a las que más les gusta mi pelo turquesa?
Las menores de treinta años.
Ni siquiera ellas se creen este tipo de estupideces.
Fotografía de Elisha Clarke, de Elisha Clarke Photography.
Este post se publicó originalmente en PhoebeHolmes.com.
El artículo fue publicado con anterioridad en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero.