El "banco malo" o SAREB ¿qué sabemos?
Si bien en el día a día a esta sociedad se le da el nombre de "banco malo", este término no resulta acertado, ya que aunque gestionará activos que procederán de entidades bancarias, entre ellos préstamos, y estará supervisado por el Banco de España, no se constituye como una entidad financiera.
En el último tiempo hemos presenciado una eclosión de comunicados y regulaciones relacionados al futuro funcionamiento de la Sociedad de gestión de Activos procedentes de la Reestructuración Bancaria, conocida como SAREB o "banco malo".
Si bien en el día a día a esta sociedad se le da el nombre de "banco malo", este término no resulta ser del todo acertado, ya que aunque gestionará activos que procederán de entidades bancarias, entre ellos préstamos, y estará supervisado por el Banco de España (BdE), no se constituye como una entidad financiera, con lo cual no estará sujeta a todos los requerimientos que a éstas les atañen.
La principal tarea de la SAREB será recibir, gestionar y desinvertir de manera ordenada, y durante un horizonte que no supere los 15 años, la cartera de activos problemáticos (que describiremos luego) de aquellas entidades que reciban ayudas públicas para cubrir su déficit de capital. De esta forma, se logra un doble objetivo: "limpiar" los balances de las entidades para que puedan llevar a cabo, de una manera más eficiente, su negocio bancario, y reducir el riesgo que puedan percibir los inversores sobre las mismas, con el propósito de lograr un mejor precio cuando se decida vender la participación pública que pudiera haber en ellas, como ha quedado evidenciado con la reapertura de los procesos de venta de CatalunyaCaixa y Banco de Valencia.
En una primera fase, serán las entidades que actualmente tienen participación del FROB las que transferirán, durante el mes de diciembre, los activos a la SAREB. El total de activos de esta transferencia podría situarse en torno a unos 45 mil millones de euros. Posteriormente, hacia fines de año y durante los primeros meses de 2013, aquellas entidades que cuentan con necesidades y deberán recapitalizarse con fondos públicos transferirán sus activos. Considerando ambas fases, el total del balance de la SAREB no superaría los 90 mil millones de euros, estimándose que la cifra final se situaría en torno a unos 65 mil millones de euros.
Los activos que serán traspasados a la SAREB incluirán activos adjudicados en pago de deudas (de promotores o de particulares), préstamos concedidos a empresas relacionadas al sector de la promoción y construcción inmobiliaria, y participaciones accionariales vinculadas al sector inmobiliario, todos ellos existentes a 30 de junio de 2012. Si bien ésta es la generalidad, existen algunas particularidades que merece la pena destacar. Para hacer más viable la gestión de la SAREB, y evitar el traspaso de activos de escaso valor y elevado coste de gestión, se establecen unos tamaños mínimos que deberán cumplir los activos para poder traspasarse: 100 mil euros para los activos adjudicados y 250 mil euros para los préstamos.
El valor de traspaso de estos activos considerará descuentos compatibles con el escenario adverso del ejercicio de recapitalización presentado a finales de octubre. Tanto desde BdE como desde el Ministerio de Economía y Competitividad (MEyC) han aclarado que los descuentos aplicados no corresponden sólo al valor económico de largo plazo, sino que también incorporan elementos tales como coste de financiación, coste por el traspaso de activos en masa y gastos de gestión, y por tanto, no serían extrapolables al resto de entidades en la exigencia de provisiones. Los descuentos, si bien difieren entre categorías de activos, se situarían en el entorno de un 63% para los activos adjudicados y 46% para los préstamos.
A cambio de los activos, y considerando el precio de transferencia sobre el que hemos comentado anteriormente, la SAREB otorgará a las entidades títulos de deuda. Esta deuda estará garantizada por el Estado y podrá ser descontada en Banco Central Europeo (BCE). Con lo cual, las entidades podrán remplazar activos ilíquidos por activos líquidos, relajando las presiones existentes sobre su situación de liquidez.
Con el objetivo de gestionar y vender estos activos de la manera más eficiente posible, la SAREB, se constituirá como una sociedad anónima, y podría establecer una serie de fondos (denominados Fondo de Activos Bancarios o FAB), especializados en cada tipología de activos.
Además de deuda, la SAREB contará con aproximadamente un 8% de capital, el cual estará compuesto en parte por deuda subordinada. Se ha establecido que más de un 50% de la propiedad, es decir, del capital, será privado. Si bien el abanico de potenciales inversores es amplio, es de esperar que fundamentalmente participen bancos españoles que no deben transferir activos a la SAREB y compañías aseguradoras nacionales.
La estructura de capital, así como los precios de transferencia de los activos, son dos elementos fundamentales para determinar el interés de posibles inversores en este "banco malo", ya que determina la posibilidad de obtener rentabilidad. Cuanto mayor son los descuentos establecidos en la compra, mayor es el potencial de generar beneficios ("upside"). Sin embargo, exigir precios muy bajos genera la necesidad de reconocer mayores pérdidas en las entidades de origen, y por tanto, mayores necesidades de capital público a inyectar en el sector bancario y un mayor riesgo de contagio a terceros.
La idea de separar los activos dañados de las entidades bancarias en momentos de crisis no es nueva de España, y se ha realizado en una gran cantidad de países. La idea es buena, pero como en la mayoría de las cosas, el diablo está en los detalles. No será tarea simple conseguir un plan de negocios que logre balancear una gestión que busque el beneficio de los accionistas, optimizando la recuperación de los activos, minimice el impacto negativo en la economía, mercado inmobiliario y resto de entidades del sistema así como la carga para los contribuyentes.