La esclavitud de la deseabilidad social
Las relaciones sociales pueden ser una fuente de insatisfacción y generar altos niveles de ansiedad y tristeza. Personas que no encajan, que no se sienten queridas, otras con baja autoestima que no consiguen comportarse como les gustaría por miedo a ser rechazados o a perder a quien ahora tienen.
La deseabilidad social es un término psicológico que define la necesidad de responder en los test y cuestionarios de tal forma que tus respuestas sean lo que se espera de ti. Si trasladamos el término a la vida cotidiana haría referencia a comportarse conforme a lo que tú crees que los demás esperan de ti. Son muchas las personas que se expresan, se visten y actúan para poder ser aceptados. La necesidad de pertenencia tiene un coste muy elevado para las personas inseguras, tímidas y poco asertivas.
Todos queremos tener amigos, personas con las que salir, enamorarnos, llevarnos bien con los compañeros del trabajo, en definitiva, sentir que pertenecemos a un grupo. El hombre es un ser social y parte de su vida la desarrolla entre personas: vive en familia, trabaja con colegas, tiene hijos, pertenece a una comunidad de propietarios, entrena en un gimnasio o está muchas horas al día relacionándose.
Pero, las relaciones sociales pueden ser una fuente de insatisfacción y generar altos niveles de ansiedad y tristeza. Personas que no encajan, que no se sienten queridas, otras con baja autoestima que no consiguen comportarse como les gustaría por miedo a ser rechazados o por miedo a perder a quien ahora tienen. Muchas personas buscan mostrar su mejor versión, hablar sobre lo que es correcto y aceptado, vestirse a la moda y ocultar las rarezas, defectos y debilidades para no sentirse criticados.
Fingir te lleva a integrarte en un grupo, pero el precio es demasiado alto. Dar tu mejor versión supone unos niveles altísimos de perfeccionismo, estar todo el día en guardia para no meter la pena y que descubran tu lado oculto. Fingir te lleva a no ser tú mismo.
Agradar a los demás implica ser respetuoso, agradable, educado, divertido, participativo, pero nunca, ser lo que no eres. Es más sencillo intentar buscar otro grupo de personas u otra pareja que valore lo que tú, de forma natural y fácil, puedes ofrecer, que estar toda la vida interpretando un papel.
Ser natural y sencillo es una de las características más atractivas de las personas. Los demás se sienten cómodos con las personas que no tratan de fingir, engañar o ser misteriosas. De todas formas, tarde o temprano, siempre se pilla a quien simula algo que no tiene. La comunicación no verbal suele delatarles.
Siendo tú mismo no engañas a nadie, pero sobre todo, no te engañas a ti mismo. Para conseguirlo empieza por:
1. Cuidar tus prioridades. Hacer el bien y estar disponible para los demás es genial, pero tus necesidades también son importantes. Las personas que priorizan a los demás antes que sus necesidades, no se estiman lo suficiente. Piensan que los otros están por encima y que ellos ya tendrán tiempo de atenderse.
2. Trabaja en tu autoconcepto: ¿quién eres?, ¿qué tienes que ofrecer?, ¿por qué eres valioso? Contestar a estas preguntas de forma positiva no es arrogancia ni falta de humildad. Es tener claro tu valía. Tu valor interior te posiciona frente a los otros, permite comportarte con seguridad y confianza. "Este soy yo y me gusto".
3. Acepta que no puedes caerle bien a todo el mundo, ni siquiera siendo la mejor persona del planeta. Las experiencias, la filosofía de vida, los valores, las necesidades... hay muchas cosas que nos diferencian. Lo importante es ser flexible y comprender lo que nos distingue. Es muy incómodo estar fingiendo que te gusta esto y lo otro si no es así. Hay muchas personas ahí fuera a las que les encantaría compartir contigo gustos similares. Solo tienes que tener paciencia hasta que aparezcan.
4. Respétate. No permitas que nadie te falte el respeto por miedo a perder a la persona. El que te falta el respeto no tiene cabida en tu vida, por muy enamorado que estés de esa persona. El respeto hay que ganárselo y no se consigue dejando que otros te pisoteen o abusen de ti.
5. Bieninterpreta. En un grupo cada uno se expresa como sabe, hace comentarios más hirientes, sarcásticos, irónicos o se ríe de lo que a ti no te hace gracia. Si tienes dudas sobre el comentario, pregunta: ¿a qué te refieres con esto, tiene que ver conmigo? Es la mejor manera de aclarar dudas. Evitarás rumiar, hacer juicios de valor sobre lo que dice la gente y a qué se refieren con sus comentarios.
6. Siéntete cómodo en las interacciones. Busca lo que enriquece y disfruta el momento. No estés pensando en decir algo que guste, sino en disfrutar de la conversación. Tu atención tiene que estar puesta en lo que está sucediendo, no en la posibilidad de meter la pata con algo que digas.
7. No cedas cuando no te apetece algo. Puedes rechazar un plan y seguir conservando a tus amigos. Estar siempre disponible no es un valor.
Si tienes que interpretar un papel para sentirte bien en un grupo, ese no es tu grupo. ¿Te has planteado probar con tu versión oficial? Igual es más carismática y atractiva. Todo es probar.