Las diez series del año
La cosecha seriéfila del 2013 no pasará a la historia como abundante ni como especialmente buena. Como no todo es quejarse, aquí va mi lista de las diez mejores series del año con el deseo de que al final del 2014 podamos dar gracias al dios catódico por más estrenos, temporadas, capítulos e interpretaciones.
La cosecha seriéfila del 2013 no pasará a la historia como abundante ni como especialmente buena. Muchas han sido las despedidas (Fringe, 30 rock, The office, Dexter, Breaking bad...) y el relevo, por decirlo suavemente, no es ni tan generoso ni tan sólido como cabría desear. Sin embargo, como no todo es quejarse, aquí va mi lista de las diez mejores series del año con el deseo de que al final del 2014 podamos dar gracias al dios catódico por más estrenos, temporadas, capítulos e interpretaciones memorables.
10. The killing
The killing tiene el puesto que debería tener The bridge si me atuviera a las expectativas que tuve sobre cada una de ellas. De The bridge esperaba mucho y me ha dado más bien poco (a Diane Kruger, que es casi lo único que salvo yo de la serie). The killing, sin embargo, ha tenido el efecto contrario. Después de dos temporadas -sobre todo la segunda- que se me hicieron eternas, poco o nada esperaba de una tercera que me senté a ver casi por inercia. Y me sorprendió hasta tal punto que aquí está, compartiendo lista con lo mejor del año. Qué bien le sientan a las series que tienen un caso de temporada -en este caso de dos temporadas-, cambiar de investigación cuando lo que ofrecen de base (protagonistas, tono, entorno...) es bueno. Espero y deseo que le ocurra lo mismo a Homeland.
The Killing from Aaron Kemnitzer on Vimeo.
9. Masters of sex
La gran apuesta de Showtime este año. Si Mad men es la serie que nos muestra sin ambages la realidad de la situación de la mujer en la década de los sesenta y consigue que nos sorprendamos con los prejuicios y actitudes machistas de la época, Masters of sex trata de conseguir lo mismo, pero teniendo como tema el sexo a finales de los años 50. Los estudios de Masters y Johnson y la reacción de la sociedad de la época (pacata y moralista) a sus investigaciones son el marco perfecto para ello. Y si bien el punto de partida de la serie es interesante, el tono, menos profundo y más folletinesco, no termina de acompañar a las intenciones que parecía tener. Menos mal que tener a Lizzy Caplan en el reparto compensa cualquier desaguisado.
8. Orphan black
Orphan black es una serie entretenida y bien construida, pero lo que la convierte en una de las series del año es precisamente lo que la diferencia de cualquier otra ficción televisiva: Tatiana Maslany, su protagonista, se mete en la piel de siete personajes distintos sin despeinarse. O bueno, sí, despeinándose en algunos casos. Si midiéramos los minutos de emisión en los que la actriz no está en pantalla en la serie canadiense, estoy segura de que no sumaríamos ni una hora. Y no se trata sólo de su presencia, sino de la calidad de la misma. Si ya es difícil para un actor dar o recibir una réplica, me cuesta imaginarme lo que tiene que suponer hacer las dos cosas a la vez y hacerlo bien. Bravo, Tatiana. Bravo, Orphan black.
7. The americans
Una serie cuyo episodio piloto tiene a Fleetwood mac dentro de su banda sonora sabe cómo presentarse. The americans no ha dejado a sus espectadores indiferentes. Una legión de fans se enfrenta a un número igual de detractores. Yo me encuentro entre los primeros por muchas razones. Tusk, la primera. Ver a Keri Felicity Russell dando guantazos como panes, la segunda. Mathew Rhys y su capacidad camaleónica, la tercera. Margo Martindale -¿Cómo consigue esta mujer trabajar tanto sin morir en el intento?-, la cuarta. Y el contexto de la Guerra Fría y el espionaje soviético y americano de la época, la quinta. No es poco para una serie de la que no esperaba casi nada.
6. Juego de tronos
Si hay series que se han ganado el derecho a estar en esta lista por su reparto o por la mejora de su última temporada, Juego de tronos se lo ha ganado única y exclusivamente por el capítulo 3x09. Y no es que el resto de la temporada no haya estado bien. Es que ése es EL CAPÍTULO del año. Quienes hemos leído los libros lo esperábamos con furor, para quienes no los habían leído directamente fue un shock, pero supongo que todos somos capaces de valorar la intensidad dramática del episodio no sólo por su herencia de los libros, sino también por las interpretaciones, sobre todo de Michelle Fairley y Oona Chaplin y por la dirección. El plano final nos dejó mudos a todos, incluidos sus títulos de crédito.
5. House of cards
La producción propia de Netflix pisa fuerte y House of cards es el primer (que no único) ejemplo de la lista. Tres nombres podrían hacer que de entrada esta serie se colara en cualquier lista de lo mejor del año: David Fincher, Kevin Spacey y Robin Wright. Además la garantía de calidad en sus guiones venía dada por la miniserie británica que adapta (bastante libremente, todo hay que decirlo). No obstante, podría haber ocurrido la catástrofe, no habría sido tan raro que la lucha de egos, las pretensiones o las expectativas hubiesen terminado por destruir un proyecto tan ambicioso. Sin embargo, no ha sido el caso y si bien es una serie irregular y demasiado autoconsciente de la importancia que se quiere dar, el resultado es una mezcla muy efectiva de thriller, luchas de poder y bajezas humanas varias: una delicia.
4. American horror story: coven
Y si antes hablaba de un hallazgo en la manera de construir un reparto, ahora menciono otro que ya está más que consolidado. Ryan Murphy, de la mano de American horror story, ha conseguido que nos acostumbremos a temporadas cerradas y completamente independientes, cuyos elencos se repiten de un año a otro. Y es que, ¿cómo no va a querer uno contar con (casi) el mismo reparto, si entre las actrices que trabajan en tu serie se encuentran Jessica Lange, Frances Conroy, Sarah Paulson, Lily Rabe o Taissa Farmiga? Además, como no se conforma con poco, este año ha incorporado a Kathy Bates y a Angela Bassett a una serie que a fuerza de cambiar de tercio radicalmente de una temporada a otra, va creciendo y mejorando año tras año.
3. Orange is the new black
Porque no se parece a ninguna otra serie. Porque tiene un tono único. Porque su reparto, en el que conviven actrices de larga trayectoria con novatas, es excepcional y marca una nueva tendencia extendida en las series de televisión actuales: ficciones interpretadas en femenino. Porque tiene defectos, pero sus aciertos son tan grandes que el resto da igual. Porque el hecho de que, como House of cards, sea producida por y para Netflix es el claro ejemplo de que el modelo televisivo tradicional está cambiando y que no sólo es necesario que esto ocurra, también es bueno. Por estos y muchos otros motivos, la serie de Jenji Kohan es, a mi juicio, el estreno del año, un 2013 pobre en cuanto a cantidad de series nuevas buenas, pero con alguna incorporación significativa como esta.
2. Breaking bad
Una vez superado el boom de su final y el daño que le ha hecho pasar de ser una serie minoritaria a ser la mejor serie de la historia en palabras de tu vecino, ese que no ha visto más de diez series en toda su vida, Breaking bad sigue viva y sí, es asignatura obligada no sólo para cualquier amante de la televisión, sino para cualquier amante de la narración en general. El diseño de personajes -Skyler, Jesse y Walter, la santísima trinidad- y los actores que les daban vida, así como el arco de transformación de los mismos, sus tramas, reinventándose a medida que la serie crecía, su dirección, tan característica y propia de la serie, y, en general, todos los elementos que la componen, la han convertido en una experiencia sentimental imperdible e inolvidable.
1. The good wife
Una vez más lo ha vuelto a hacer. La serie que cada temporada parece inmejorable consigue afinar aún más su sobresaliente calidad. The good wife es el máximo exponente de que es posible hacer buena -qué digo buena, superlativa- ficción fuera del cable, donde mandan las audiencias. Yo, de hecho, le doy más mérito que a cualquier serie de HBO, Showtime o AMC porque al estar sujeta a las normas de un procedimental clásico (es decir, caso por capítulo, equilibrio entre trama autoconclusiva y tramas horizontales, intervención de muchos actores episódicos...) es menos libre que sus compañeras del cable, pero consigue hacer de ese yugo una de sus grandes bazas. Quien lo probó, lo sabe. Y si no la has visto, seriéfilo despistado, estás perdiendo el tiempo.