Presunción de inocencia versus presunción de falsedad
Señores, la presunción de inocencia del denunciado ya está garantizada por la Constitución y por supuesto que el asunto tiene que enfocarse desde otro ángulo, desde el punto de mira de la presunción de falsedad que sufren las mujeres agredidas.
Hace unos días saltó a la tribuna pública el último escándalo en materia de agresiones sexuales, perpetrado en una sala de fiestas. Desde entonces aparecen in crescendo voces en artículos periodísticos en los informativos de la radio, en los mensajes, en las redes sociales (que han pasado de ser un bien democrático a una basura) que exigen la presunción de inocencia para el agresor y, de rebote, para todos los agresores sexuales. Qué exigencia tan extraña, teniendo en cuenta que la presunción de inocencia es un principio constitucional inviolable.
El Tribunal Constitucional la establece como un derecho absoluto no sujeto a ningún tipo de ponderación. Entre otros aspectos, señala que la presunción de inocencia no admite excepción y permanece incólume durante toda la etapa de la investigación y del juicio. De modo que esta puntualización que algunos periodistas y articulistas están exigiendo desaforadamente está fuera de lugar porque la presunción de inocencia es absoluta; está rotundamente garantizada. Nadie es culpable hasta que las pruebas demuestren lo contrario.
Pero, en realidad, lo que se está pretendiendo con esta narrativa mediática, no nos van a engañar, es sembrar un estado de opinión en contra de la chica agredida. Lo que se intenta es diseminar, propagar, difundir dudas sobre la veracidad de su denuncia. Señores, la presunción de inocencia del denunciado ya está garantizada por la Constitución y por supuesto que el asunto tiene que enfocarse desde otro ángulo, desde el punto de mira de la presunción de falsedad que sufren las mujeres agredidas. Una presunción que emana del pensamiento patriarcal y la masculinidad erigida en base a una situación de superioridad sobre las mujeres.
Estos individuos agresores utilizan su situación de poder para agredirlas sexualmente. Mejor dicho, están tan convencidos de su superioridad en el mundo que, a partir de esta percepción de omnipotencia, creen que pueden hacer con ellas lo que les plazca. Dicho todavía de otra forma; agreden sexualmente a las mujeres como una demostración de poder. La masculinidad patriarcal no puede concebir no ser bienvenida, no concibe no ser aceptada, por lo que asume que cuando las mujeres dicen que no desean ataques sexuales —porque eso es lo que son— lo dicen con la boca pequeña, por mucho que insistan en lo contrario.
En esta lógica de la masculinidad patriarcal, los relatos de víctimas de agresiones sexuales, si es que realmente se han producido, (recelan ellos), son una exageración de las mujeres. No es para tanto, dicen, los muy cretinos. En otras palabras: según estos machos, esta mujer que ha denunciado a su agresor se inventa cosas que no han ocurrido o que no han ocurrido del modo y con la magnitud con que ella las sufre y las cuenta. Estos individuos harán lo que sea para desprestigiar la palabra de esta mujer, ya que, desde la creencia de su superioridad moral auto-otorgada, no vale nada. Claro, ya se sabe, lo único que pretende es perjudicar al hombre o bien recibir una indemnización. Pero, ay, les ha salido el tiro por la culata, porqué, conocedora de la narrativa machista, ha rechazado recibir indemnización alguna.
Dejemos que la justicia decida, pero, al igual que existe la presunción de inocencia, no debemos aceptar la presunción de falsedad, por medio de la cual la sociedad patriarcal pretende exculpar a los "presuntos" agresores. Si hay alguien que tiene amenazados sus derechos esa persona es la "presunta" víctima. Todo lo demás son embestidas defensivas. Por tanto, la cuestión primordial es amparar los derechos de esta chica presuntamente agredida y poner todos los mecanismos para que una investigación profunda y ecuánime aclare los hechos.