Palestina: de la ocupación histórica al riesgo de deportación
La reciente y devastadora violencia en la Franja de Gaza es el último capítulo en la prolongada historia del conflicto israelí-palestino. Desde la creación del estado de Israel en 1948, el desplazamiento forzado y las constantes violaciones de los derechos humanos han definido la experiencia palestina. A lo largo de las décadas, los ciclos de violencia han provocado olas de desplazamiento, dejando a generaciones palestinas en un limbo perpetuo de desposesión y exilio. Como consecuencia, actualmente hay más población palestina viviendo fuera de Palestina que dentro del territorio palestino ocupado.
Este drama humano se detalla en el informe Huir a la fuerza, donde queda patente el impacto desgarrador de las políticas y acciones militares israelíes sobre la población civil palestina. No solo son las consecuencias atroces de la ofensiva militar israelí que actualmente sucede, sino una política sistemática de desplazamiento forzado, destrucción de infraestructura civil y severas restricciones impuestas por la ocupación israelí a lo largo de las últimas décadas. Estas acciones hacen la vida en Gaza insostenible y violan los principios fundamentales del derecho internacional y los derechos humanos. La población de Gaza enfrenta un futuro donde las opciones son la muerte o la expulsión.
La ofensiva militar israelí sobre Gaza ha precipitado una crisis humanitaria de proporciones catastróficas, que se gestaba desde el inicio del bloqueo a la Franja hace casi 17 años. Desde octubre de 2023, ataques aéreos implacables, indiscriminados y desproporcionados han dejado gran parte de Gaza en escombros. Casi dos millones de personas palestinas se encuentran desplazadas dentro de su propio territorio, enfrentándose a la destrucción de sus hogares y a la escasez de recursos básicos. En los últimos seis meses, más de 32.000 personas han sido víctimas de los ataques israelíes, incluyendo 13.000 menores. Más de 75.000 personas han resultado heridas y/o huérfanas, mientras que otras 7.000 permanecen desaparecidas bajo los escombros desde hace meses. La infraestructura civil, incluyendo servicios esenciales como hospitales y redes de agua, ha sido deliberadamente destruida, complicando aún más la entrega de ayuda humanitaria.
En este contexto de desolación, la crisis se ha cobrado 200 vidas de entre el personal humanitario que prestaban asistencia esencial, lo que subraya el peligro extremo para las organizaciones que brindamos ayuda. En este corto tiempo, el 60% de las viviendas de Gaza han sido arrasadas, y las escuelas donde se refugiaba la población civil han sido objetivos militares, empujando a millones al borde de una desesperación inimaginable. Las sobrecogedoras historias personales que nos llegan ilustran la magnitud del desastre. Mujeres dando a luz sin anestesia, una hambruna en curso y tasas alarmantes de desnutrición aguda son solo una pequeña parte.
Además, se cierne sobre Gaza la amenaza inminente de deportación de su población, particularmente ante una posible ofensiva terrestre por parte de Israel en Rafah, donde se hacina desesperada la población que ha logrado escapar de las bombas. Una amenaza que se ha vuelto más palpable tras el ataque de Irán a Israel.
Lo profundamente lamentable es que esta situación era prevenible y evitable. La comunidad internacional ha sido testigo, a lo largo de los años, de la violación sistemática de los derechos humanos de la población palestina sin tomar medidas efectivas para detener las acciones de Israel. El silencio y la falta de acción han creado un ambiente de impunidad que solo sirve para perpetuar el ciclo de violencia y desplazamiento.
La crítica situación en Gaza demanda una acción inmediata y contundente de estados y entidades internacionales. Es imperativo que se tomen medidas concretas para presionar a Israel a poner fin a sus políticas, las cuales han sido tildadas como genocidas por numerosas personalidades políticas y están actualmente bajo el escrutinio del Tribunal de La Haya. Solo mediante un alto el fuego inmediato y duradero que se asegure la protección de la población civil y la entrada de ayuda humanitaria, se podrá iniciar un proceso que pueda traer la paz a la región. No es suficiente condenar la violencia; es hora de exigir responsabilidades y asegurar que se respeten los derechos y la dignidad del pueblo palestino. Los estados y organismos internacionales deben adoptar una postura firme, utilizando todos los medios diplomáticos y legales a su disposición para parar a Israel.
La experiencia palestina de desplazamiento podría empeorar mucho con la actual realidad de la escalada regional. Cualquier conflicto regional sería catastrófico para millones de civiles en todo el Oriente Próximo que ya se ven afectados por crisis existentes debido a conflictos, desplazamientos, pobreza y cambio climático.
Debe cesar la barbarie. Gaza clama por acciones de quienes defienden la justicia y los derechos humanos. Cada día sin actuar es una derrota para la humanidad. No hay tiempo que perder.
Nota: El informe Huir a la fuerza: Ciclos de desplazamiento forzado de población palestina por Israel es una colaboración entre Alianza por la Solidaridad-ActionAid, Oxfam Intermon y el centro de derechos humanos Al Mezan. Lo puedes leer íntegro a continuación.