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El pabellón de los ofensores

El pabellón de los ofensores

Aquí o no se ofende nadie o nos ofendemos todos. Aquí o no se protege contra la burla ninguna creencia o se protegen contra la burla todas las religiones.

La escena de Lalachus en las Campanadas de TVETVE

Me ofende gravemente la denuncia que ha presentado Abogados Cristianos contra Lalachús por haber exhibido la estampita de la vaca con el Sagrado Corazón de Jesús durante la retransmisión de las campanadas en RTVE. Me ofende en mis creencias más íntimas, que tienen que ver con la libertad de pensamiento, de culto y no culto, de expresión. Me ofende en mis sentimientos políticos, que rechazan convertir la cortesía y la amabilidad en un mandato legal. Y no creo ser el único que piensa y siente de esta manera. Me parece un ataque gratuito que sólo busca ofender a un amplio grupo de españoles que creemos firmemente en la defensa de un Estado en donde ninguna creencia paranormal o sobrenatural cuente con privilegios que vinculen a los no creyentes.

La protección legal que nuestro ordenamiento jurídico otorga a cualquier persona que se sienta agraviada para denunciar a su agresor no debe confundirse con la impunidad para ofender y humillar a los que pretendemos que un Estado moderno no incluya doctrinas metafísicas incomprobables entre los bienes que también sean objeto de protección. Aquí o no se ofende nadie o nos ofendemos todos. Aquí o no se protege contra la burla ninguna creencia o se protegen contra la burla todas las religiones, las aficiones deportivas, las adscripciones políticas, los gustos gastronómicos, las pasiones cinematográficas y los trajes regionales. Y eso que burlarse de una creencia es una agresión mil veces menor que encerrar en la cárcel al que se ha burlado de una creencia.

Es más, animo a la peña a que denuncie casi todo lo que ocurrió televisivamente durante esta nochevieja. Que se denuncien las campanadas, que cada año nos impiden felicitarnos en el segundo cero del año, y nos obligan a esperar al segundo treinta y seis para hacerlo. Que se denuncie la genial y vergonzosa parcialidad de los subtítulos de Cachitos. Que se denuncie a todos y cada uno de los cuarenta pezones y los ocho mil quinientos cristales de leche materna que convirtieron a Cristina Pedroche en una supermalvada de cómic que vencería, por pura grima, a los Vengadores y la Liga de la Justicia juntos. Que se denuncie a Mediaset, por la penable equidistancia que supone no haber ofendido a nadie. Fundemos Abogados Horarios, Abogados Imparciales, Abogados Lácteos. El que no se ofende es porque no quiere.

Así que mañana lunes a primera hora —bueno, el martes, que mañana vienen los reyes…—me personaré en los juzgados de Plaza Castilla, para tramitar la correspondiente denuncia contra Abogados Cristianos por delito contra las creencias políticas. Basta ya de impunidad en las ofensas. Una condena grande contra Lalachús supondría un potente precedente que facilitaría que, en mi caso, el juez que atienda mi demanda dicte una condena igual de grande contra Abogados Cristianos. Tendría su gracia ver a la una y a los otros compartiendo centro penitenciario, ofendiéndose mutuamente sin parar. Claro que, por igual motivo, alguien podría denunciar esta columna en donde denuncio la denuncia y me enchironan a mí. A lo mejor nos encontramos los tres por el pasillo del pabellón de los ofensores. Sería ofensivo.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Licenciado en Filosofía y doctor en Psicología. Es profesor titular de Psicología Clínica de la Universidad de Oviedo desde antes de que nacieran sus alumnos actuales, lo que le causa mucho desasosiego. Durante las últimas décadas ha publicado varias docenas de artículos científicos en revistas nacionales e internacionales sobre psicología, siendo sus temas más trabajados la conformación del yo en la ciudad actual y la dinámica de las emociones desde una perspectiva contextualista. Bajo la firma de Antonio Rico, ha publicado varios miles de columnas de crítica sobre televisión, cine, música y cosas así en los periódicos del grupo Prensa Ibérica, en publicaciones de 'El Terrat' y en la revista 'Mongolia'.